Políticas

27/4/2006|943

A la plaza del pueblo que lucha


El 1º de Mayo todos los luchadores y sus organizaciones nos concentraremos en la Plaza Mayo para celebrar una jornada internacional de lucha.


 


Iremos a apoyar a los compañeros de Las Heras y de San Julián; a los de Télam; a los compañeros de ATE que reclaman un aumento del 30% y a la convocatoria que ha hecho la interna del Garrahan; a los aceiteros de San Lorenzo y a los despedidos de ICI; a los docentes de Córdoba, de Neuquén y de La Plata; a los compañeros azucareros de Fotia; a los compañeros de la Alimentación y a sus comisiones internas combativas que exigen un mínimo igual al costo de la canasta familiar, de dos mil pesos; a los delegados del Congreso de la UOM, que acaban de rechazar los ‘topes’ de Kirchner y de Moyano; a los delegados y trabajadores de la industria automotriz.


 


También iremos a reclamar la libertad de los compañeros presos en Cañadón Seco, en Santa Cruz; el retiro de la gendarmería; la reincorporación de los compañeros petroleros y de la construcción despedidos en las petroleras y en Indus, y su derecho al reencuadramiento sindical; la defensa de los compañeros expulsados por la burocracia sindical.


 


Apoyaremos resueltamente la lucha de la Fuba contra las camarillas de profesores que quieren perpetuarse en el gobierno de la Universidad para privatizarla en beneficio de los pulpos capitalistas y para repartirse entre ellos el presupuesto universitario, oponiéndole el reclamo de un gobierno universitario realmente electo con mayoría estudiantil.


 


Estaremos junto a los jóvenes trabajadores de la telefónica Atento y de todos los compañeros teleoperadores, que reclaman el pleno encuadramiento gremial, como también lo hacen el personal de limpieza de las telefónicas y los trabajadores de Metrovías, que luchan por su reconocimiento en el transporte.


 


Junto al movimiento piquetero reclamaremos el derecho al trabajo, la duplicación del subsidio a los desocupados, la atención de los reclamos barriales y una Bolsa de Trabajo para garantizar la contratación de los trabajadores de acuerdo a los convenios colectivos y las leyes laborales.


 


No nos olvidaremos de denunciar el gatillo fácil y las torturas en las comisarías; el castigo contra los asesinos de Hugo Krince; la impunidad de los crímenes de la Dársena, en Santiago del Estero; la complicidad del Estado tucumano con la muerte de Paulina Lebbos y la desaparición de Marita Verón y de tantas otras muchachas.


 


Apoyaremos la lucha contra las papeleras contaminadoras e impulsaremos la unidad de los trabajadores de Argentina y Uruguay por la nacionalización de las industrias contaminantes y un plan de desarrollo conjunto de ambos pueblos.


 


Estaremos en la Plaza para denunciar las guerras imperialistas y para movilizarnos en apoyo a los pueblos que luchan por la autodeterminación nacional; señalaremos nuestra aspiración a la victoria completa de la revolución del pueblo y los campesinos de Nepal y a que su ejemplo cunda en China y en India.


 


Insistiremos por la nacionalización del petróleo, bajo control obrero, en Argentina y toda América Latina, y en el cese definitivo del pago de la ignominiosa y confiscatoria deuda externa.


 


Dicho todo esto, la ocupación de la Plaza de Mayo el día internacional de los trabajadores debe servir a la comprensión de la oposición de principios que tenemos con el gobierno kirchnerista, que piensa “recuperar”, dice, esta misma Plaza del brazo de los Barrionuevo y los D’Elía; de los Moyano y los Depetri; de la CGT y de la Bolsa; de los gendarmes y algunos organismos de derechos humanos.


 


‘Recuperarla’ para que deje de ser la Plaza de la “protesta”, dice, y se transforme en el escenario de la “fiesta”, dice, o sea ,de la alcahuetería nacional (decimos nosotros).


 


Pretenden que deje de ser la Plaza de los que luchan; de ser la Plaza del Argentinazo.


 


La larga crisis de la vieja Argentina deja planteada en el gran escenario de sus luchas la alternativa de las alternativas: o un nuevo fracaso nacional de la mano de la demagogia nacionalista, o un salto histórico de la mano de los trabajadores y el socialismo.