Políticas

12/3/2024

¿A lo Moreno? Tras acelerar la inflación los libertarios citan a los supermercadistas por los aumentos desenfrenados

Se reunieron con los CEOs de los principales comerciantes, pero el único control de precios es el congelamiento de los salarios.

Caputo se reunió con supermercadistas.

Al mejor estilo Guillermo Moreno, el ministro de Economía, Luis Caputo, recibió este lunes a los CEOs de las principales cadenas de supermercados para decirles que el aumento en el precio de los alimentos era desmedido, incluso mayores que el incremento de los costos, y les pidió que los retrotraigan. En el marco de una fuerte caída de la imagen del gobierno y de una caldera social que sigue sumando presión, la preocupación oficial gira en torno al fracaso de sus propias políticas económicas que, lejos de frenar la estampida inflacionaria (como habían prometido en campaña), no hacen más que fogonearla.

La primera semana de marzo cerró con una inflación de 3,6% en alimentos y bebidas, lo cual marca que aceleró 2,3 puntos porcentuales respecto de la semana anterior, según el relevamiento semanal de la consultora LCG. Lo que más trepó fueron productos lácteos y huevos (9,4%), frutas (8,8%), comidas listas (6,5%) y verduras (3,8%).

El gobierno considera que los precios de los alimentos se encuentran excesivamente altos producto de que las empresas “se cubrieron” ante la expectativa de que vendría una nueva devaluación. Esto desnuda que los capitalistas no le creen al gobierno que tenga las condiciones para no devaluar, por lo que ya estamos sufriendo el alza inflacionaria que generan las políticas oficiales y cuyo costo los capitalistas se empecinan en no pagar, pero también es la muestra del fracaso de la idea de que el mercado “se regula solo”: es decir, se regula en función de la ganancia capitalista, lo cual no trae ningún beneficia a la población.

Entre los supermercadistas que se reunieron con Caputo, se encontraron los directivos de Cencosud, Coto, La Anónima, Carrefour, Chango Más y Día, quienes controlan el 90% de los alimentos que se venden. Lo mismo sucede con el resto de los productos de consumo masivo. P&G, dueña de las marcas Pampers, Pantene y Magistral; Kimberly-Clark, propietaria de Huggies; y Unilever, con Sedal, Dove y Cif, controlan los segmentos de tres de los productos de consumo masivo que más se encarecieron en el inicio del gobierno de Milei.

El gobierno aseguraba que alcanzaba con salir del fracaso de la políticas de “control de precios” para lograr que se estabilice la inflación. Lo cierto es que tras la derogación de las leyes de Abastecimiento, Góndolas y el Observatorio de Precios la dinámica inflacionaria siguió acelerándose, apalancada por la devaluación, mientras estos grandes capitalistas que controlan el mercado de los productos más consumidos por las familias trabajadoras tienen espalda para aplicar remarcaciones aún en un cuadro de caída del consumo.

En paralelo lo que cae es el consumo producto de la licuación salarial y de las jubilaciones, una política que ejecuta el gobierno para avanzar en el ajuste fiscal y ofrecerle mano de obra hiper barata y super explotada a las patronales. Así, con el último aumento, el salario mínimo se ubica en $202.000, mientras la canasta básica supera los $600.000. Según estudios privados, los salarios cayeron un 22% en términos reales con respecto a enero del año pasado y un 18% solo entre diciembre y enero de este año, consagrando la mayor caída desde la salida de convertibilidad.

A pesar de este fracaso, Caputo afirmó que no hará ningún tipo de intervención dentro del mercado. Sin embargo, el gobierno sigue sin homologar una decena de paritarias para que ninguna supere el techo que ellos quieren fijar, habilitando a los empresarios a retacear aumentos pactados por las propias cámaras sectoriales con los sindicatos. El único precio que el gobierno mantiene a rajatabla es el de los magros ingresos de la población.

Manuel Adorni, el vocero presidencial, anunció la apertura total de la importación de los alimentos como una especie de amenaza a las empresas y afirmó: “ahora van a tener que competir”. Esto constituye un fraude por parte de un gobierno que está pisando las importaciones y haciendo crecer la deuda comercial porque no tiene dólares para importar, por lo cual seguramente la medida no sea más que un anuncio para la tribuna.

A su vez, es como la figura del perro que se muerde la cola. Si se empezaran a importar alimentos se reforzaría la presión por una devaluación, por lo que las principales empresas que controlan la venta de los productos de consumo masivo continuarán avanzando en el aumento “preventivo” de precios.

Son las familias trabajadoras, los jubilados y los sectores más pobres los que están pagando el fracaso de las políticas oficiales, mientras los capitalistas se cubren de cualquier tipo de riesgo. Hay que luchar contra este ataque en regla a nuestros ingresos y a nuestras condiciones de vida.

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