Políticas

8/3/2007|982

A qué viene Bush


El imperialismo yanqui se encuentra a la defensiva en América Latina. Las causas no solamente son mundiales, como el empantanamiento en Irak y Afganistán o la derrota de Israel en Líbano, así como la pérdida de aliados en Europa como Berlusconi o Aznar. Incluso la alemana Merkel es acusada ahora de retobarse contra Bush, luego de haber criticado la decisión norteamericana de colocar bases de misiles en los países de Europa oriental. América Latina vive un período de convulsiones políticas de las masas, manifiestamente en Bolivia, Venezuela, Ecuador y Argentina (así como en Perú y Paraguay). Gobiernos aliados de Estados Unidos, como el colombiano, enfrentan una espectacular crisis política a partir del envolvimiento de funcionarios públicos en los crímenes paramilitares y el narcotráfico. El gobierno de Bush se encuentra aislado dentro de Estados Unidos.


 


En estas condiciones, Bush se ha dado una agenda limitada pero bien calculada. Ha tomado como eje de su gira a Lula, que preside el mayor país del continente, para proponerle una alianza financiera para la producción de bio-combustibles. Lo curioso es que no prevé, de ninguna manera, que Brasil pueda exportar etanol a Estados Unidos. Lo que el yanqui viene a proponer es que Brasil y Estados Unidos impulsen la inversión en bio-combustibles en Centroamérica. Con esto, pretende incentivar al Congreso norteamericano a ratificar los acuerdos de libre comercio firmados con los países centroamericanos. El socorro de Brasil apunta a salvar a Bush de una derrota parlamentaria y diplomática. Asimismo, pretende que Brasil abra la industria de bio-combustibles al capital norteamericano, por el momento para abastecer a Europa y a Japón. En definitiva, persigue por otra vía alcanzar el objetivo de un régimen de libre comercio en América Latina que no afecte el proteccionismo agrícola norteamericano. Bush busca, en condiciones contradictorias, una alianza estratégica con Brasil, a sabiendas del hambre de la burguesía brasileña para ingresar al mercado norteamericano. Con esta alianza procura un punto de apoyo contra la insurgencia latinoamericana.


 


Contradictoriamente, al menos en la parte que pueda afectar a Brasil, va a Uruguay a profundizar la cuña que ya ha metido con el tratado de inversiones que firmó con Tabaré. La defensa a muerte de Botnia ha convertido al jefe del Frente Amplio en aliado estratégico del imperialismo yanqui, porque la pastera supone un amplio proceso de colonización del agro y la industria uruguayas. Brasil se apresta también a recibir inversiones pasteras.


 


Lo que Bush se propone con todo esto es poner en evidencia que el acercamiento entre Lula y Chávez no pasa de un coqueteo, que los intereses de la burguesía brasileña están sólidamente anclados con el imperialismo. Pero su plan de bio-combustibles puede desatar una estampida de precios de productos alimentarios, que en un corto plazo van a convertir a América Latina en un volcán en plena actividad.