Políticas

18/2/2015|1351

Acerca del llamado a un “amplio polo de izquierda”

Comisión Ejecutiva del Partido Obrero


Un grupo de intelectuales y luchadores sociales que se identifican como una “izquierda independiente” y otras tradiciones políticas dieron a conocer un texto en el que destacan que el Frente de Izquierda “supo alzarse como la principal voz nacional de la oposición al nuevo consenso antipopular de los de arriba” y que “en este escenario, la izquierda tiene renovadas posibilidades de interpelar a las mayorías desde una perspectiva de transformación social radical”. El planteo sigue al llamado de Carlos “Perro” Santillán, a fines del año pasado, a apoyar el Frente de Izquierda.


 


Aunque muchos de quienes firman el texto ya habían formado parte en el pasado de la Asamblea de Intelectuales de apoyo al Frente de Izquierda, en el caso de otros se trata de una delimitación política novedosa, en especial en referencia al alineamiento que forman Patria Grande y la Unidad Popular de De Gennaro y Lozano. 


 


Para los firmantes, la “articulación de tres partidos trotskistas” en el Frente de Izquierda no “agota la amplia cultura y militancia de la izquierda en nuestro país”. El Frente de Izquierda, sin embargo, con independencia de la filiación de sus integrantes no es un “frente trotskista” ni es una alianza “ideológica”, que pueda ser caracterizada fuera del contexto histórico actual. Se ha desarrollado como un frente único en el plano electoral para catalizar el voto de los trabajadores en oposición a los partidos de la burguesía. Desde la Circular de 1850, de la Liga de los Comunistas, éste es el punto de partida de cualquier acción política de la izquierda con perspectivas consecuentes. La singularidad, si se pudiera decir así, de la acción de nuestro partido, en la última década, ha sido la de desarrollar una oposición clasista y socialista “al consenso ‘popular’ de los de arriba” -que pretendió encarnar, precisamente, el kirchnerismo, como una suerte de peronismo de segunda vuelta o de montonerismo constitucional. El momento político actual se caracteriza por una manifiesta descomposición del Estado y de ningún modo por el “consenso” de “los de arriba”, sino por un marcado 'disenso', que ha sido llevado a las calles -otra vez. Nuestra opinión es que si el Frente de Izquierda ha alcanzado el nivel de “una voz nacional”, ello ha sido por la diferenciación del nacionalismo de carácter burgués (marcadamente caduco), y del rol protagónico de parte de él en el movimiento obrero piquetero que cerró la década 'neoliberal' del menemismo y la alianza frepasista, y dio un nuevo empuje al sindicalismo clasista, con la lucha de los delegados de Metrovías, desde finales de los '90. La recuperación de la cultura y militancia histórica, a la que alude el texto que comentamos, no podría ser un proceso de agregación formal sino de síntesis teórico-práctica.


 


El planteo socialista y el clasista se distingue fundamentalmente del planteo populista para el cual, por un lado, el pueblo sería un sujeto histórico homogéneo y, por el otro, la burguesía se limitaría al estamento superior, por el contrario, de la abigarrada composición de la clase capitalista. Este tema ha sido agitado últimamente con motivo de los libros de la Laclau, pero es una discusión históricamente zanjada en el movimiento obrero internacional desde hace ciento cincuenta años. Los llamados frentes democráticos, como los que rechazan los firmantes del texto que estamos analizando, son una de las varias aplicaciones del populismo.


 


Desarrollamos esta delimitación programática, precisamente porque damos una respuesta positiva a la colaboración frentista activa entre los compañeros y organizaciones que firman el llamado, por un lado, y el Frente de Izquierda, por el otro. Se trataría de una ampliación del campo de acción para desarrollar en términos prácticos una independencia de clase de los trabajadores, de parte de un grupo de organizaciones que el pasado muy reciente presentó una opción rival a la del Frente de Izquierda. El pronunciamiento del “Perro”, al cual hemos hecho referencia, ha sido positivo, exactamente, para ampliar el interés popular por la experiencia abierta por el Frente de Izquierda.


 


El paso a seguir -según lo vemos nosotros- es pasar a la discusión de una plataforma reivindicativa común. Ella debería, por un lado, delimitarse en forma neta de los varios frentes capitalistas en disenso, especialmente de los que son impulsados por los demagogos nacionales y populares y de quienes se revisten de izquierda, pero abrevan simultáneamente de los campos capitalistas en disputa. Por el otro lado, debe tener un carácter anticapitalista, en referencia al Estado y al conjunto de las relaciones que caracterizan a Argentina. El siguiente paso sería determinar todas formas prácticas de un trabajo común. 


 


El Frente de Izquierda ha despertado un interés en la clase obrera y en la juventud, pero incluso entre los 'itinerantes', que oscilan entre varios campos políticos, en especial en las clases medias. O sea que es receptado como un principio de salida a un impasse descomunal de la sociedad capitalista.