“Achiquemos la brecha social”
Un documento de los Economistas de Izquierda
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“La asignación por hijo representa efectivamente una innegable conquista popular, que ha otorgado cobertura a millones de desamparados”.
La frase de cabecera no forma parte de un texto oficial. Es un planteo del documento que acaba de publicar el grupo denominado “Economistas de Izquierda” (EDI). La “asignación” que celebra con entusiasmo el EDI es la que el gobierno considera como una de las mayores evidencias -si no la mayor de todas- de su gestión “nacional y popular”.
La “asignación por hijo”, sin embargo, es una estafa. No sólo porque se trata de un subsidio miserable (cuyo monto, por día, es menor al precio de una taza de café con leche), el cual encima sustituye a otros subsidios igualmente miserables. Sino porque, además, reemplaza una parte del jornal obrero (salario familiar) y porque se paga con la plata sustraída a los jubilados. La “asignación por hijo” es una vieja reivindicación del Banco Mundial. El Banco Interamericano lo financia con préstamos (y los intereses respectivos) a veinte años de plazo. Es la solución capitalista a la desocupación masiva crónica, la cual fue advertida por Marx en los primeros párrafos del Manifiesto en 1848. El salario familiar a los trabajadores ocupados ha quedado desactualizado y corroído por la inflación.
La “asignación por hijo” -decretada después de casi una década de crecimiento de los negocios capitalistas ‘a tasas chinas’- desnuda la crudeza capitalista del gobierno K: lejos de una exhibición de ‘redistribución de ingresos’, es una manifestación contundente del carácter de clase capitalista del gobierno ‘nacional y popular’. Es esto, simplemente, lo que los ‘marxistas’ del EDI se esfuerzan por ocultar -al extremo, burdo, de asegurar que es una “innegable (¡!) conquista popular”.
“Agenda progresista”
La ‘asignación’ es la introducción para los cambios ‘más profundos’ que pretende el EDI, como las “transformaciones impositivas” -acerca de las cuales, lamentan, “no fueron escuchados” (literal). Y agregan, textualmente, que: “las brechas sociales comenzarían a atenuarse con una reforma que instaure una mayor progresividad tributaria y con una asignación transparente y efectiva, sin mediaciones políticas punteriles, de los mayores recursos genuinos que se recauden”. El EDI no se conforma con el recurso temporal de la ‘asignación’: quiere que la tutela social del Estado sobre los explotados sin trabajo se convierta en sistémica -con una reforma impositiva que, progresiva en el papel, será pagada por los trabajadores (incluidos los sin trabajo) a través de mayores precios.
Detrás del embellecimiento de la mentada “asignación por hijo” del kirchnerismo, lo que se presenta, por lo tanto, es un programa de conjunto: una “reforma” que sistematice “las brechas sociales”, cuya ‘atenuación’ quedaría a cargo del Estado capitalista con una gestión “transparente”. De esta ‘atenuación’ de las ‘brechas sociales’ quedaría afuera, ni más ni menos, el proletariado que no integra la tropa de los llamados “excluidos”. ¡Es precisamente lo que sostiene toda la mafia neo-liberal!
Para los EDI, la “sintonía fina -que ahora proclama el gobierno- plantea un giro pro-empresario que, de sostenerse en el tiempo, alejaría al oficialismo de la agenda progresista”. De este modo, al cabo de una década, el gobierno K se estaría convirtiendo ahora en ‘empresarial’ -esto a raíz de un ‘giro’ que lo aleja del progresismo. La grosería del planteo y el empirismo de la metodología han dejado a estos ‘marxistas’ en un doble orsai: por un lado, rechazan el carácter capitalista del gobierno y de su política, y -por el otro- anuncian ‘un’ giro, cuando la prensa anuncia la expropiación parcial de Repsol en beneficio de una mayoría estatal.
Sobre el campo y las minas
Los EDI ni siquiera proponen “reformas”, sino que plantean “debatir” al respecto -e inclusive “debatir” los puntos que se van a debatir. No es chiste. Tomemos el caso de la cuestión agraria. ¿Proponen acaso terminar con el gran capital sojero? Ni de lejos. Lo único que sugieren es un temario (sí, debatir un temario) que excluye, además, cualquier referencia a la gran propiedad. Compruebe el lector: “Para los Economistas de Izquierda, un escenario agrario favorable a las mayorías populares exige discutir otro temario: cómo se regularán los precios y mercados, de qué forma se reconstituirá una Junta Nacional de Granos y cómo debería operar en la actualidad un comercio exterior nacionalizado”. Los EDI presentan a la Junta Nacional de Granos como sinónimo de monopolio del comercio exterior, cuando ha sido siempre un organismo de regulación y de arbitraje entre los grandes capitales agrarios, de un lado, y las compañías exportadoras, por el otro.
Donde más evidente -y chocante- se revela esta omisión a cualquier planteo anticapitalista es en la cuestión de la minería. ¿Echar a los pulpos? ¿Confiscar sus ganancias mal habidas? ¿Control de las poblaciones y trabajadores afectados? Ni pío. Según los EDI “(lo) que es imprescindible (es) exigir la elaboración local de las materias primas. Argentina no necesita una minería de exportación, sino procesos de extracción asociados a la reindustrialización de la economía”. Eso sí: “El derecho a la vida, al ambiente saludable y a las culturas pre-existentes -dicen los amigos del EDI- forman parte de nuestra noción de desarrollo”. Con los métodos de las “culturas prexistentes”, estos economistas reivindican los “procesos de extracción (asociados a la reindustrialización)”. El ‘guiño’ a los ambientalistas es para ocultar el apoyo a las grandes mineras.
Lengua y política
En lugar de la erradicación del Estado (burgués), plantean la “erradicación del Estado bobo”. Reivindican “un sistema bancario como necesita el país”, sin hacer referencia ni al carácter social del país que necesita el sistema bancario, ni al carácter de todo sistema bancario. La lengua de los EDI es la del llamado “kirchnerismo crítico” y sus economistas que se reivindican “heterodoxos”. Cualquiera que compare el análisis de los EDI con el que no hace mucho publicó el Cenda, en un libro del año pasado sobre la economía reciente, notará las enormes similitudes. ¿Qué es el Cenda? Un centro de estudios que lideraba Axel Kicillof antes de convertirse en viceministro de Economía.
Después de las decenas de páginas de ‘análisis económico’, divididos en tres capítulos, el documento de los EDI concluye con un cuarto capítulo que se denomina “Cuadro de Situación y Proyecto”. Son cuatro pequeños párrafos distribuidos en media página, casi nada, a pesar de que comienza de un modo rimbombante: “Hay un nuevo cuadro de situación en el país -señalan los EDI- (…) distinto al vivido en la última década (…) nuevas demandas (…) instaladas por movimientos sociales, organizaciones gremiales y asambleas ciudadanas (…) emergen propuestas de izquierda. (…) los trabajadores, los estudiantes y los jóvenes que reclaman lo suyo pueden así avanzar en la construcción de una alternativa propia para conquistar sus reclamos”. El agrupamiento EDI atribuye a estas ‘nuevas demandas’ una posibilidad transformadora en el marco del gobierno actual, pero excluye de la caracterización a la bancarrota del conjunto del ‘modelo’ K -forzado por esto a saquear la Anses, el Pami, algunas obras sociales, así como las reservas y la emisión del Banco Central. No asistimos a un momento de ‘correcciones’, sino a una ruptura.
La “alternativa propia” que aboga el EDI es una contraposición al Frente de Izquierda, con un tubo de oxígeno pseudo-kirchnerista. No anuncia una distancia con el gobierno, sino una lucha contra la izquierda revolucionaria, incluida una alianza con sectores oficiales.
Final: es cierto que para estar a la moda, el documento de los EDI se pronuncia por la nacionalización de YPF (¡incluso sin indemnización!) y la anulación de las concesiones ferroviarias a los Cirigliano. Pero eso no cambia el hilo conductor del documento, apunta a confundir sobre su naturaleza de clase -y hasta podría ser una transacción inocua entre las tendencias internas que componen el EDI.