Políticas

19/1/2006|931

Ahora, Duhalde y Solá la tienen que pagar


Las perpetuas de Fanchiotti y Acosta no eran inevitables. Al contrario, el 95% de los crímenes del Estado contra el movimiento popular siguen en la impunidad. La condenas por la masacre de Avellaneda son, en consecuencia, el resultado de una formidable lucha. Empezando por la reacción popular de masas del 27 de junio de 2002 ante la heroica convocatoria del propio movimiento piquetero, cuando la sangre de los muertos y los más de 40 heridos estaba caliente todavía. Luego, el 3 y el 9 de julio de ese mismo año, hasta que Duhalde adelantó su salida.


 


Año a año, más piqueteros y trabajadores, con picos de 40.000 y 50.000 personas en 2003 y 2004, desbordaron el Puente cada 26 de junio. Movilizamos en cada fase fundamental del juicio. Tal vez lo más importante fue que quebramos la maniobra de Kirchner, que pretendió cooptar a los familiares de los compañeros asesinados y al MTD en una presunta “Comisión Mixta”.


 


Ni hablar del enorme sacrificio de los ex compañeros de Maxi y Darío que cortaron cada mes el Puente.


 


No hubo punto final


 


El curso del juicio hizo emerger los testimonios de Aníbal Fernández, de Soria, de Vanossi, de Oscar Rodríguez, que el propio tribunal giró a las querellas contra Duhalde, Solá y nueve funcionarios más, para establecer las responsabilidades políticas. Se giraron también los testimonios de Jaunarena y de Genoud.


 


El puñado de testigos oficiales dio pistas inequívocas de que hubo una operación de Estado: “Atanasof instigó a la mano dura”, o “los policías leen los diarios, escuchan las radios, son influenciados por un clima político”.


 


Kirchner no abrió los archivos de la Side, ofreció sólo recortes periodísticos. Saltó el espionaje ilegal —vulnerando la Ley de Inteligencia del Estado— contra la Asamblea Nacional de Trabajadores, como maniobra preparatoria urdida por Vanossi y el gabinete para acusar a la dirección piquetera de atentar contra la Ley de Defensa de la Democracia, causa que duerme en el juzgado de Oyarbide, pero que reservaba la cárcel no para Fanchiotti y Acosta, sino para nosotros, los luchadores.


 


Todo este material engrosa hoy la querella contra los funcionarios políticos. El propio tribunal, al eximir de declarar a Duhalde, Solá y tantos otros funcionarios por estar procesados en otras causas, jerarquizó esas causas y ahora las enriqueció con este cúmulo de testimonios y pruebas.


 


No hay punto final. La perpetua a los asesinos abre una nueva etapa de lucha. Ante todo porque así se lo ha propuesto el movimiento de lucha y los familiares.Segundo porque hay cuatro causas en curso: los heridos de la avenida Mitre, por los cuales está preso el sargento Leiva; el allanamiento ilegal al local de la ex IU, también con heridos de bala; las querellas sobre once funcionarios encabezados por Duhalde y Solá, y también la apelación de la condena a Hernán Gurián, indisoluble de esta lucha por el juicio y castigo.


 


El fallo salva al régimen político


 


El fallo y el alegato del fiscal describen un plan orquestado, solitariamente… por dos policías, Fanchiotti y Acosta. Esto explica que al jefe de la Departamental, Félix Vega, y a todos los partícipes de un plan criminal que cobró 33 heridos de bala acreditados ante la Justicia, sólo se los acuse por “encubrimiento”.


 


No hubo condena por los golpes y torturas en la Comisaría de Avellaneda la noche de la represión, tampoco por la ocupación policial ilegal del Fiorito, donde es reducido Gurián por Vega y los demás condenados, mientras Fanchiotti daba una conferencia de prensa. ¿Tampoco la habrá sobre la entrada ilegal a balazos limpios en el local de la ex IU? Allí, nuestro compañero Manuel Herrera recibió cuatro postas de plomo.


 


No hay condena por la decisión y el planeamiento político de la masacre. Al Estado, el fallo lo critica “por no controlar mejor la agresión a la propiedad”, léase las vidrieras rotas y el ómnibus quemado, que fueron parte de la operación de los servicios, como lo hemos denunciado largamente. No se investigó la operación de Estado como tal, destinada a echarle la culpa a los piqueteros: “ellos planificaron voltear a un gobierno en la ANT, rompieron todo”, dice un informe oficial, “fueron armados, se pelearon entre ellos y como consecuencia de eso mataron a dos”.


 


Un valioso testimonio, de Nora Cortiñas, da cuenta de que en la tarde de la represión le habló a Solá, quien le contestó: “Esté tranquila, señora, que fue una gresca entre ellos”. Solá se acababa de reunir con Fanchiotti.


 


Los desafíos de la próxima etapa


 


Para La Nación, “el veredicto ordenó investigar a funcionarios y ex funcionarios por sus responsabilidades políticas, pero es poco probable (ya que) Kirchner no formó la comisión para investigar más arriba, (y) por eventuales encubrimientos, el resultado de las elecciones o el esquema de poder actual, no es factible que una investigación en lo sucesivo apunte más arriba” (10/1).


 


Es la línea oficial. Que todo termine en lo actuado. Se condenaron los “excesos”; por ello se lo condenó también a Gurián. En esta línea podrían endurecerse todavía fallos contra la lucha popular.


 


Pero la gran movilización piquetera y las definiciones tajantes de Vanina Kosteki y Alberto Santillán han instalado el reclamo de llegar a los responsables políticos. No fue casual la presencia en la sala de la sentencia de Laura Ginsberg, de Apemia, de familiares de Cromañón, al lado de Nora Cortiñas y otros representantes de derechos humanos.


 


Por ello, el 24 de marzo lucharemos para que la consigna sea “30.000 desaparecidos, Cromañón, Puente Pueyrredón, Basta de Impunidad, Libertad a los presos políticos”. Y en ese camino impulsaremos asociar la lucha de la comisión del Puente con los familiares que luchan por cárcel a Ibarra, Chabán y todos los responsables de Cromañón. También con los familiares de la Amia y con la lucha contra el gatillo fácil.


 


La cárcel a la Bonaerense legitima al movimiento piquetero, lo refuerza frente a la colosal ofensiva desarrollada estos años para aislarlo, desprestigiarlo, reprimirlo y desarticularlo mediante la cooptación. Reivindica a los mártires populares y los métodos piqueteros, encarcela a sus verdugos.


 


Los movimientos llegaron a este fallo histórico dispersos y no apreciaron el valor de esta lucha. Algunos, como la CCC, ni estuvieron en Lomas; otros movilizaron “delegaciones”; un grupo dividió en el Puente Pueyrredón por razones faccionales, el MTD llevó el faccionalismo a la agresión contra sus ex compañeros. La movilización a fondo del FPDS y el Polo Obrero estuvo a la altura de las circunstancias durante todo el juicio.


 


Un buen balance, la unificación piquetera alrededor del planteo de paritarias por todas las reivindicaciones, la asociación con la clase obrera en lucha y la independencia política del gobierno pagador del FMI y hambreador de los trabajadores, puede explotar este logro para asestar nuevos golpes en favor de los trabajadores y llevar sus luchas a la victoria.