Políticas

6/4/2020

Alberto Fernández integró el gobierno corresponsable del asesinato de Carlos Fuentealba

Rechazamos la demagogia presidencial

En los matutinos de ayer domingo apareció el intento de Alberto Fernández de hacer demagogia con el asesinato de Carlos Fuentealba, el maestro asesinado en Neuquén el 4 de abril del 2007 por la policía del gobernador todavía impune Jorge Sobisch (del Movimiento Popular Neuquino, MPN). Fuentealba fue fusilado mientras se movilizaba a un corte de ruta como parte de la larga huelga que los docentes de esa provincia realizaban contra la política educativa y de miseria salarial del gobierno de Néstor Kirchner, del cual Fernández era jefe de Gabinete.


“Reivindicamos su compromiso con la escuela pública y la defensa de la dignidad docente. Su memoria nos inspira a trabajar para poner a la Argentina de pie”, sostuvo el actual mandatario en una publicación en redes sociales reproducida por los diarios.


Fernández repite las manipulaciones de Néstor Kirchner durante la histórica huelga y movilización de la docencia del 9 de abril de 2007 ante el asesinato, que incluyó la marcha de 30.000 personas en Neuquén -la más numerosa que se recuerde en la historia de la provincia- reclamando la caída de Sobisch. Sin haber condenado nunca al gobernador de ese entonces,  Kirchner declaró que era “un dolor incomparable la pérdida de una vida humana. Era un argentino que según su visión estaba haciendo lo que correspondía y por pensar distinto fue fusilado, y eso evidentemente no puede pasar más en la Argentina" (Clarín, 9/4/07).


Al día siguiente, después de estas expresiones de supuesto dolor, el gobierno de Néstor y Alberto Fernández garantizó -por boca de Aníbal Fernández- el envío de la gendarmería si el represor Sobisch se lo demandaba. En tiempo real, Alberto Fernández actuó “inspirado” por derrotar a los docentes y al pueblo neuquino en defensa propia, porque lo de Neuquén era parte de un levantamiento general de la docencia contra la política de privatización educativa, precarización laboral y miseria salarial de Kirchner y el ministro de Educación Daniel Filmus.


Esa misma huelga tenía a la provincia de Santa Cruz, nada menos, en paro indeterminado contra el gobierno kirchnerista de Carlos Sancho; una huelga a la que el kirchnerismo respondió con un operativo de militarización de las escuelas montado por la Side y Aníbal Fernández. Sancho terminó finalmente renunciando, como consecuencia del apoyo general de la población a los docentes agremiados en Adosac. En la otra punta del país, los docentes autoconvocados de Salta enfrentaban al gobierno antiobrero de Juan Carlos Romero, también del PJ, que actuó con la misma saña que los K en Santa Cruz.


El asesinato de Carlos fue un crimen de Estado contra la clase obrera


El asesinato de Carlos, perfectamente premeditado por el gobierno de Sobisch, formó parte de una tradición represiva que aún perdura, sea con bandas policiales o patotas sindicales de parte del MPN. Ya había ocurrido en otra pueblada en apoyo a la lucha docente, el 12 de abril de 1997, en la que un gobierno de ese signo asesinó a Teresa Rodríguez -crimen que también sigue impune.


Tres años después, el gobierno kirchnerista volvía a ser corresponsable de un crimen de Estado contra la clase obrera, el 20 de octubre de 2010, con el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra por parte de la patota de la Unión Ferroviaria de José Pedraza -que tuvo entre sus responsables políticos a Aníbal Fernández, y frente al cual el ministro de Trabajo Carlos Tomada (como quedó registrado en una escucha telefónica) ofreció su colaboración a Pedraza.


Ctera cómplice del gobierno


La dirección kirchnerista de Ctera aisló conscientemente las tres grandes huelgas de Neuquén, Santa Cruz y Salta, lo que le valió el repudio masivo de los trabajadores de la educación.


Fue producto de la movilización de los sectores combativos y antiburocráticos que apoyaron desde el minuto uno esas luchas -entre los que se encontraban las seccionales recuperadas del Suteba de La Plata, General Sarmiento, Lomas de Zamora y Marcos Paz-Las Heras, Amsafe Rosario, la AGD-UBA, y sindicatos docentes del interior- que Hugo Yasky se vio obligado a convocar al paro nacional del 9 de abril, junto con Ctera.


En ningún caso el planteo de la CTA yaskysta y de Ctera fue arrancar el juicio y el castigo de los responsables políticos del fusilamiento de Carlos, menos el “¡Fuera Sobisch!” que atronó en todas las movilizaciones que conmocionaron el país ese día. La consigna de Yasky fue “la muerte es el límite”, la misma que utilizó Roberto Baradel de Suteba cuando convocó a parar en la provincia de Buenos Aires luego del estallido de la escuela 49 de Moreno que costó la vida de Sandra y Rubén.


Hoy, la burocracia de Ctera conmemora el asesinato de Carlos pidiendo “justicia completa por nuestro compañero Carlos Fuentealba”. Se trata de una confesión vergonzante de que en estos 13 años de colaboración con todos los gobiernos aceptaron sin lucha la impunidad de todos los responsables políticos de su fusilamiento, que incluyen también a quienes desde el gobierno nacional de entonces respaldaban a los gobernadores hambreadores y mandaban a la gendarmería en su auxilio. El reclamo de “justicia completa” exige independencia política del Estado, algo ajeno desde su nacimiento para esta burocracia sindical amiga del poder.


En esa lucha están comprometidos el pueblo de Neuquén y del país, la masa docente y los sindicatos y seccionales multicolores y antiburocráticos que no pararemos hasta meter tras las rejas a todos los responsables del asesinato de Carlos.


¡Carlos Fuentealba presente!