Políticas

28/3/2022

Alberto Fernández y el relato “autoconstruido” de enfrentar la inflación

Para el presidente, el problema de los precios está en “la cabeza de la gente”.

Imagen Prensa Obrera.

En el día de ayer el presidente Alberto Fernández fue entrevistado en Desiguales, de la Televisión Pública. Como no podía ser de otra manera, fue consultado por la inflación, que en las últimas semanas se viene acelerando a paso agigantado, particularmente en los alimentos, y se convirtió como nunca en su mandato en la principal preocupación de las familias trabajadoras del país. Fernández dijo una frase que despertó enorme revuelo: sugirió que una de las aristas del problema inflacionario es que hay una parte que está “autoconstruida” en “la cabeza de la gente”.

Cuando se analizan los números y las estadísticas no hay mucho para decir al respecto. De hecho, la periodista Luli Trujillo no esperó siquiera unos pocos segundos para señalarle que en febrero los alimentos subieron un 7,5%. El presidente dijo que se trató de un número “enorme”, y luego no hizo más que demostrar toda la impotencia de su publicitaria “guerra contra la inflación”. Dijo que en la base del problema está cómo se producen y se concentran los alimentos en la Argentina, para… llamar ¡“a la reflexión”! a los pulpos que acaparan el control de la cadena de valor de los productos alimenticios.

Su “llamado a la reflexión” tiene correlato con las reuniones estériles que ministros y funcionarios del gobierno vienen concretando con las alimenticias, sin lograr torcer el sendero de una inflación desatada; advertencias y amenazas para la tribuna mediante. El reconocimiento de la concentración sobre la producción de alimentos no pasa de un hecho testimonial, como si hablara un columnista y no el presidente de la nación. Se comprueba así entonces que ninguna disposición tiene el gobierno de confrontar a fondo con los “diablos que aumentan los precios”, como él los definió.

Ahora bien, la idea que Fernández quiso instalar es que este “relato autoconstruido” se daría porque la gente “ve en las noticias que aumentan los alimentos” y eso la lleva a pensar que “aumenta todo”. Es cierto que los alimentos mes a mes vienen quebrando el techo general del aumento de precios, lo que no quiere decir que en otros productos y bienes no haya aumentos siderales. De hecho, el propio Indec ya proyecta que en marzo la inflación de conjunto sería del 6%, y esto lograría acumular entonces un 14,6% solo en el primer trimestre del año. Mientras, vale recordar, el salario mínimo viene de aumentarse en un 45% en cuotas a diciembre, y el gobierno busca fijar un techo a las paritarias a la orden del 40%. Por parte de los jubilados, la concreción de esta cifra consagraría una pérdida del 2,1% al primer trimestre.

El presidente no puede esconder, por más que lo intente, que toda su política económica, supeditada al régimen de cogobierno con el FMI, es inflacionaria. De hecho, los naftazos y todo el cuadro general de tarifazos, que aparecen en el centro de la escena del acuerdo con el Fondo, son un claro factor de agravamiento de la inflación. Aquí no hay “autoconstrucciones”, sino hechos concretos que no pueden ser ocultados; como tampoco puede ser ocultado que el mismo conllevará un salto en la devaluación, aunque Fernández lo haya negado en la entrevista.

Una verdadera guerra contra la inflación demandaría empezar por romper con el FMI, lo que, queda claro, no es ni ha sido una opción para el gobierno. Lo mismo ocurre con las únicas medidas posibles a llevar adelante: abrir los libros de las empresas de toda la cadena de valor de los alimentos, nacionalizar bajo control obrero el comercio exterior del país y recomponer los salarios, las jubilaciones y los ingresos populares. A pesar de las advertencias del presidente sobre “cómo se producen (y se concentran) los alimentos”, o que hable sobre guerras contra la inflación, estas no pasan de una demagogia de mala calidad para esconder que lo único que está “autoconstruido” es el relato de que quienes nos gobiernan tienen alguna preocupación genuina por defender los salarios y el bolsillo popular.