Políticas

8/12/1992|377

Alfonsín, Angeloz y De la Rúa: ¡Con los deditos, no!

Muchos deben haberse “hecho el bo­cho" cuando leyeron que la Convención Nacional de la UCR se comprometía a “realizar todas las acciones conducen­tes a recuperar para la Argentina la pro­piedad y manejo de sus recursos ener­géticos”. ¿Alfonsín, Angeloz y De la Rúa se comprometían a restablecer el monopo­lio estatal de YPF, Segbay Gas del Estado? El diario La Nación (5/12), rápido para el chantaje cuando se trata de defender los grandes intereses capitalistas, tituló: “Las privatizaciones, un tema aún no definido por los radicales”.

La Nación, claro está, mentía, pues la UCR fue “pionera” en este negociado de las “privatizaciones" bajo el gobierno de Alfonsín, incluso fue la primera en admitir los desvalorizados títulos de la deuda externa. Pero "acicateados” por La Nación, Angeloz, Alfonsín y De la Rúa desmintieron enseguida estar animados por motivos tan “anti-patrióticos". Como corresponde a un país de políticos patronales genuflexos, la desmentida la hicieron en primer lugar ante la requisitoria radial de Neustadt; lue­go sacaron los consabidos “comunica­dos". Angeloz escribió que “la UCR debe contribuir a ofrecerles a los argentinos y extranjeros que aquí invierten (sic, Ange­loz dice “invierten") certidumbre y con­fianza, incluyendo a los bienes privatizados (sic, confianza a los bienes) y los compromisos internacionales que el país asume” (Página 12,5/12). Más sibili­no, pero no menos claro, Alfonsín habló de la “defensa del interés nacional... partici­pación de capital privado nacional e in­ternacional y firme defensa de la seguri­dad jurídica” (ídem). Esta “seguridad”, caballito de batalla “progre" de los alfonsinistas, se ha convertido en b que nunca dejó de ser: no una denuncia de los privile­gios o abusos de los “privatizadores- sino una defensa contra cualquier impugnación de los negociados de lesa justicia encubiertos bajo el eufemismo “privatización”.

Alfonsín, Angeloz y De la Rúa entendí ron correctamente la “advertencia" de La Nación como un llamado al orden de la clase social a la que se deben y sin la cual no son absolutamente nada. La "troika" radical se llena la boca de democracia, pero empieza violando las decisiones mayoritarias de su Convención Nacional. Incluso el profesor Carlos Emérito González, viejo “cuco” de los pulpos eléctricos, integrante de la mesa de la Convención Nacional, le “aclaró", siempre a La Nación, que “la decisión de la convención es revisar por la vía legislativa o judicial, aquellos actos administrativos que pudieran ser irregulares, pero revisar no significa anular”.

La genuflexión de tos “estatistas" de la UCR no requiere otras demostraciones. Es necesario, de todos modos, no dejarse entusiasmar tampoco por la posibilidad de que algún radical quiera incluso "anular" alguna cosa. “Anular” es lo que más de­searía hoy Iberia y ni qué hablar de Manliba, Cliba y compañía. Al punto que llegaron estos negocios, una “anulación” equival­dría al rescate del pulpo en quiebra o impo­sibilitado de seguir amasando beneficios, con la muy interesante perspectiva de reci­bir a cambio una muy jugosa indemniza­ción.

Pero de lo que se trata es de destruir el monopolio de la explotación capitalista y de obligar a los confiscadores del patrimonio de los argentinos a devolver lo expropiado. En otras palabras, expropiar a los expropiadores.