Políticas

30/11/1988|252

Alfonsín, Menem, Alsogaray: Negocian a espaldas del pueblo

¿Es cierto que radicales, justicialistas o Ucedé están polarizados en un “duro enfrentamiento”, que expresaría alternativas populares antagónicas? Esto es lo que “afanosamente” los políticos oficiales se empeñan en vender, ¿pero tiene algo de cierto?

Saqueadores ¡uníos!

En verdad, radicales, peronistas y Ucedé están enfrascados en una negociación muy ilustrativa que tiene por ejes, de un lado el parlamento y del otro el futuro colegio electoral. En ambos casos se encuentra en marcha un verdadero enjuague político que progresa a toda velocidad.

El Parlamento se apresta a votar nada menos que “la ampliación del Presupuesto Nacional de 1987”, sobregirado en 9.000 millones de australes, que el gobierno efectivizó ilegalmente sin el acuerdo del Congreso, pero también sin la oposición de sus integrantes; y el presupuesto de 1988, ejecutado de la misma manera fraudulenta. La aprobación de estos presupuestos significa convalidar el pago de la deuda externa prevista en ellos, así como los tarifazos e impuestazos que han arruinado al pueblo. ¿Qué queda entonces del compromiso de Menem de que la política de la deuda externa sería fijada por el parlamento, o de la iniciativa de promoverle un "juicio político” a Sourrouille por manejo ilegal de fondos —lo cual tampoco es sólo responsabilidad del ministerio sino del presidente de la Nación? De todos estos compromisos no ha quedado nada. A cinco meses de las elecciones el menemismo le da la luz verde a la política oficial, que en el curso de 1989 será aún más nociva para los intereses populares.

En las negociaciones para aprobar el presupuesto el menemismo se guía por los compromisos que contrajo en Europa con la usura internacional, pero también por sus propios negocios. Es así que está reclamando un “bono” para pagar el aguinaldo en las provincias, con lo cual abandona la posición de que se apliquen para ello los ingresos por impuestos (que van a los banqueros), promoviendo en su lugar más deuda y, por lo tanto, más especulación. Esta es la realidad de los defensores de la “revolución productiva”. Toda esta transacción ilustra el cogobiemo radical-justicialista y el entrelazamiento de ambos partidos con los banqueros internacionales, los grupos monopolistas y las oligarquías.

Colegio Electoral

La otra “mesa” de negociaciones es el Colegio Electoral, el cual cada vez más se está convirtiendo en un teatro de componendas políticas a espaldas de la ciudadanía.

El radicalismo está negociando con Leopoldo Bravo —un hombre del “proceso" —la vicepresidencia en yunta con Angeloz, lo cual permitiría a la UCR ir con dos fórmulas electorales. Si esto no prosperara, igualmente habría un acuerdo para que los electores de los partidos provinciales voten a la UCR Menem, por su lado, hizo un viaje secreto a Neuquén para negociar los electores del MPN, lo que don Sapag, viejo conocedor en la materia, aprovechó para reclamar compromisos muy concretos en relación a los negocios y negociados petroquímicos que maneja en su provincia.

En la Ucedé, los acuerdos secretos de María Julia Alsogaray con Menem han abierto una descomunal crisis. El cubano Armando Rivas denunció a la María Julia porque “al proponer la mera posibilidad de que la Ucedé negocie con el peronismo, ha hecho poner en duda la confianza de nuestros afiliados y peor aún de los independientes de que nuestro partido pueda ser la valla al segundo retomo” (El Cronista, 29/11). El menemismo de María Julia revela que la derecha “liberal” está en completa crisis, pues su perspectiva depende de los enjuagues con los partidos “estatistas”. Ribas es un angelocista, lo cual no es más que la otra cara de la misma moneda. Todo esto sirve naturalmente para darle la adecuada dimensión al acta de Izquierda Unida que compromete a votar a Menem en el Colegio Electoral, lo cual la mete en el “sistema” con cuerpo y alma.

Congreso de Trabajdores

Está claro entonces que el duelo verbal entre Menem y Cafiero de un lado, y Angeloz y Alfonsín del otro, no es más que un factor para confundir a los trabajadores, a los que se pretende emblocar detrás de estas dos alternativas patronales. Los principales asesores de Menem y Angeloz ya han adelantado que están trabajando en la conformación de un gabinete compartido que asegure la “transición” desde las elecciones hasta la asunción del próximo presidente, un objetivo que explica por qué esa “transición” es tan larga (¡seis meses!).

El PARTIDO OBRERO, en cambio, denuncia el Colegio Electoral como un campo de componendas antidemocrático y proclama desde ya su boicot a este engendro reaccionario. La campaña del PARTIDO OBRERO apunta a separar a los trabajadores de la burguesía y a construir una alternativa obrera independiente.

El Congreso Abierto de Trabajadores es un método para la construcción de esa alternativa obrera independiente, por eso busca movilizar políticamente al activismo. De la maduración política de la vanguardia obrera depende el futuro de las próximas grandes luchas.