Sindicales

16/1/2019

Alimentación: quiebra fraudulenta y 258 despidos en Criave

El comienzo del año en la industria de la alimentación continúa la tendencia del 2018: despidos masivos, quiebras y concursos de acreedores por todo el país (Canale, Cereal 3 Arroyos, etc) y una dirección del STIA colaborando con los empresarios para hacer pasar los planes de ajuste.


El caso de la empresa avícola Criave, con plantas en Roque Pérez y en Marcos Paz, es ejemplar. Desde hace varios años que fue adquirida por la familia Perea, que venía de quebrar Ovoprot y que se hiciera cargo a través de Proteínsa de la quiebra de Cresta Roja, dejándola luego de varios años en un quebranto peor. La quiebra reciente de Criave estuvo precedida por una serie de quiebras y cambios de firmas a lo largo del tiempo (Ecoave, Criave, Eco de las Aves, Union Foods, Agriper, Absolon, Diego Perea, Alvaro Perea), siempre con el mismo “modus operandi”: despidos sin pagar indemnizaciones, reducción salarial para los trabajadores que siguen y un sinfín de acreedores impagos. Al final de la rueda, siempre es la familia Perea la que está al frente de la empresa.


Breve cronología de otra quiebra fraudulenta


En agosto de 2018, la empresa Criave de la familia Perea, presentó quiebra, dejando a la totalidad de los trabajadores de su planta principal de Roque Pérez despedidos. Luego de una lucha por su fuente laboral, los terceros proveedores de pollo ofrecieron continuidad laboral trabajando a destajo (pagaban por cajón de pollo). Para llevar a cabo esta modalidad de producción propia del siglo XIX, se creó la firma Absolón (el vínculo entre estos proveedores y la familia Perea tiene una sombra de dudas generalizada en el pueblo).


Según denuncian los trabajadores, la creación de la firma Absolón es una vuelta de tuerca más en la práctica de quiebras fraudulentas de la familia Perea, que recibió subsidios de todo tipo y color para el sostenimiento de Criave, la quebró y montó esta nueva empresa a nombre de un testaferro -sin bienes ni patrimonio-. A la millonada que le roban a los trabajadores, hay que sumarle las deudas con el Estado, con el propio STIA y con distintos acreedores que de decretarse la quiebra, no cobrarán nada. Un dato de color es que en el listado de los Repro presentados por la empresa ante Nación, figuraban los propios hermanos Perea, herederos de la fortuna familiar, demostrando que en este país los ´planeros que viven del Estado´ son los capitalistas.


Durante 6 meses se trabajó a destajo y con total incertidumbre. Al terminar el año, la firma Absolón informó que pasaba a hacerse cargo de la continuidad de la quiebra, por lo que procedía a “dejar de contratar” (léase despedir) a 233 trabajadores, incluidos los 7 delegados. Los trabajadores se manifestaron, pararon la producción y la empresa negoció reintegrar a los 7 delegados, dejando afuera a otros 7, entre ellos trabajadoras.


Una vez “conseguido” el reingreso de los delegados, el STIA manifestó que desconoce a la empresa Absolón y que ante la quiebra los trabajadores se habían quedado sin sindicato y sin delegados (!), una manera de legitimar los 233 despidos de Roque Pérez y 25 en la planta de Marcos Paz -donde la planta quedó en manos de Alibue, también de los Perea. Y de paso, justificar la borrada fenomenal de la directiva del STIA, frente a los despedidos y frente a los 200 que siguen trabajando en las peores condiciones (conducta que se repite también con los trabajadores de Marcos Paz, y con los de Canale que van a las audiencias de la quiebra sin respaldo del STIA). Es simbólico que en la mismísima cuna del General Perón, el sindicato peronista abandona a los despedidos.



Los 233 trabajadores despedidos, hartos de esperar, iniciaron un plan de reclamos protagonizado por ellos mismos, haciendo presentaciones ante el Ministerio de Trabajo y la justicia, y manifestaciones en la fábrica y de cara al pueblo. De a poco fueron ganando el apoyo popular de Roque Pérez. Este camino de lucha los decidió a contactarse con la Agrupación Naranja.


Una orientación de lucha


Desde la Naranja y la Coordinadora Sindical Clasista planteamos en la asamblea obrera que era necesario unificar la lucha de los despedidos con la de los que siguen trabajando, alrededor de un programa de reivindicaciones comunes: la defensa de los puestos de trabajo, el pago de las indemnizaciones, el respeto de las categorías y la antigüedad, el pago total de las horas (actualmente se paga por hora trabajada), la estabilidad laboral y el ingreso al Repro de todos los trabajadores dejados afuera por la empresa. Defendimos a rajatabla la soberanía de la asamblea obrera.


Con este programa de lucha, vamos por la convocatoria a una asamblea general de los que quedaron adentro y afuera, convocando a actividades dirigidas al pueblo de Roque Pérez en defensa de la fuente de trabajo, con el objetivo de convertir la lucha de los trabajadores en una lucha popular. A la vez, se impone como necesidad tender lazos de unidad con los trabajadores de Marcos Paz, que pasan por una situación calcada a la de Roque Pérez. La clave para derrotar el plan de los Perea-Absolón es ganar a la mayoría de los trabajadores.