Políticas

15/8/1991|338

Análisis de la especulación bursátil: La bolsa o la vida

La alegría desaforada de los explotadores por la suba de las acciones en la Bolsa, en medio de la imparable miseria que avanza sobre el pueblo argentino, retrata la catadura social y moral de la burguesía y del gobierno. De un lado la Bolsa, del otro la vida. Los trabajadores entregan cotidianamente una parte de su vida, para que una minoría de chupasangres engorde su bolsillo. Y los políticos “nacionales y populares” reventando de satisfacción.

Pero esta euforia bursátil es un globo pinchado por varios lados. Los “memoriosos” cronistas económicos olvidan, por ejemplo, el “boom” de la Bolsa en plena crisis del “plan primavera” de Alfonsín, cuando las acciones subían en anticipación a la gigantesca hiperinflación que debía aumentar extraordinariamente las ganancias de las empresas. Menos olvidadizos, varios diarios señalaron que el “récord” bursátil de las últimas semanas ya había sido alcanzado en marzo y en mayo de este año, para caer luego en forma violenta. Lo que no se destaca, sin embargo, es que el movimiento de suba alcanza incluso a empresas que está despidiendo gente, bajando producción y enfrentando con desventaja a la competencia internacional —como son los casos, entre otros, de Pirelli o de Acindar. Como es fácil de imaginar, nadie ha propuesto que los trabajadores participen, aunque sea módicamente, en esta mayor rentabilidad de los capitalistas. La especulación bursátil, se desarrolla, entonces, con el telón de fondo de una crisis económica no resuelta, y por sobre todo encima de un gigantesco hipotecamiento económico del Estado, que sigue creciendo en forma impresionante — por ejemplo en otros 50.000 millones de dólares más, como consecuencia del “bono de consolidación” de deudas del Estado nacional y de los “bonos” cuya emisión se ha autorizado a los Estados provinciales.

Una nueva “bicicleta”

La brusquedad de la suba bursátil, así como sus vaivenes, nos están indicando que no estamos asistiendo a un proceso de valorización del capital que refleje un crecimiento del beneficio medio de la explotación capitalista. En el mercado mundial, la tendencia general de las acciones es hacia la baja. Lo que está ocurriendo en Argentina refleja un movimiento espasmódico del capital financiero, en pos de ganancias especulativas a corto plazo.

Los fondos aplicados a la especulación bursátil provienen en su mayoría del exterior, pero fundamentalmente de capitalistas argentinos que tienen depositados afuera sus capitales fugados. La especulación bursátil significa, por lo tanto, un incremento de la elevada deuda externa argentina. Los dólares de las reservas del Banco Central se encuentran de este modo comprometidos por cualquier movimiento de salida de capitales.

El incremento de la deuda externa, cuando todo el mundo pensaba que estaba disminuyendo como consecuencia de las privatizaciones, se manifiesta en otros aspectos. Perez Companc, por ejemplo, pagó las áreas petroleras que le fueron adjudicadas, mediante un préstamo en el exterior, de modo que la entrega del petróleo, lejos de disminuir el endeudamiento nacional, lo incrementa. Algo similar han hecho Bunge y Born y Alpargatas, que han colocado sus propios bonos en el mercado internacional. Lo notable es que los suscriptores de esos préstamos son, en su mayor parte, los mismos pulpos mencionados, que han utilizado para ello el capital que han expatriado en el pasado. Se trata de auto-préstamos — un elocuente síntoma de “desconfianza” y de vaciamiento.

Operaciones similares está haciendo el gobierno nacional. Cavallo acaba de suscribir con la Banca Morgan la colocación de un bono público en el mercado internacional por cien millones de dólares. La finalidad de este dinero es el pago de los intereses de los bonos en circulación, que vencen en los próximos meses. Argentina no sigue atrasándose en los pagos, simplemente se endeuda aún más para cumplir con ellos. En medio de este jaleo, pierde algunas decenas de millones de dólares en concepto de comisión a los intermediarios del préstamo y a los coimeros que no dejan de presentarse.

La circunstancia de que Cavallo lograra préstamos para pagar los intereses de los bonos, cuando todo el mundo pensaba que no los lograría pagar, ha determinado un aumento en la cotización de los títulos de la deuda externa argentina. También han contribuido a ello las evidencias de que Argentina habría llegado a un acuerdo con la banca acreedora para pagarle el 25% de los intereses atrasados de la deuda al contado, y el resto en una nueva emisión de bonos. La consecuencia de todo esto será un drenaje de las reservas en divisas del Banco Central que están respaldando la convertibilidad del austral, y un incremento de la deuda externa. Si se hace la suma de todos los bonos emitidos y a emitir, Cavallo logrará en muy poco tiempo llevar la deuda pública a 150.000 millones de dólares.

“Bonos basura”

La tendencia a comprar acciones y títulos de deuda latinoamericanos no es reciente. Chile, México y Venezuela han logrado, por esta vía, aumentar todavía más su impagable deuda externa. La afluencia especulativa de dólares ha creado también un “boom” importador, que en el caso de México ha provocado un déficit de su comercio exterior de 10.000 millones de dólares. También en Argentina se desploma el superávit comercial. En estas condiciones, la posibilidad de pagar la deuda depende de un mayor endeudamiento.

La razón para invertir en títulos latinoamericanos es simplemente que las Bolsas de los países desarrollados están en baja y los rendimientos en retroceso. Esto se explica por la caída de las ganancias industriales y por la quiebra de los bancos; al capital sobrante solo le queda invertir en las naciones sub-desarrolladas que, por su extrema vulnerabilidad y por su sometimiento a las políticas fondomonetaristas, pueden rendir super-beneficios, claro que a corto plazo. Esto ha provocado el “boom" del “bono basura” latinoamericano. La política de Cavallo, por ejemplo, al asegurar que no va a modificar la cotización de cambio del dólar, constituye un seguro contra todo riesgo para el especulador que se vuelca a australes o a títulos argentinos, al menos por un período. Está claro para cualquiera que de aquí al 8 de setiembre el gobierno no puede modificar el dólar sin suicidarse, lo cual es un seguro para el inversor que coloque su dinero a las elevadas tasas de interés argentinas (tres veces por encima de las internacionales), o en una especulación bursátil y hasta inmobiliaria. Las próximas elecciones se han transformado así en un gran negociado.

Crisis mundial

Algunos analistas han interpretado que el “boom” con acciones y títulos argentinos se debe a la baja de la tasa de interés internacional, lo cual facilitaría la obtención de préstamos para ese fin. Craso error. Las tasas de interés están subiendo, no bajando. La política de reducción de tasas del Banco Central norteamericano está fracasando, desde el momento que los bancos y el mercado de préstamos no acompaña ese movimiento. La menor tasa por préstamos que cobra el Banco Central norteamericano a los bancos privados, constituye un subsidio a éstos, quienes no reducen el interés que cobran a sus clientes. La tendencia de la tasa de interés es hacia la suba, simplemente porque la crisis económica internacional hace más riesgoso prestar plata. Este encarecimiento de los préstamos hará estallar toda la especulación con los valores latinoamericanos, con una Latinoamérica más endeudada que nunca.

Está planteada la perspectiva de una brutal caída de las cotizaciones de los títulos y de las acciones, es decir de que se produzca una bancarrota aún mayor. Es evidente que no existen posibilidades de privatización para títulos de 100.000 millones de dólares de valor. La competencia entre sus tenedores es cada vez más aguda; La Nación acaba de pedir, en un editorial, que los poseedores del bono estatal de consolidación tengan los mismos derechos a la privatización que los titulares de la deuda externa. El derrumbe que plantea esta situación solo puede evitarse por un tiempo con nuevas “bicicletas”, renegociaciones y nuevas deudas — que sólo servirán para agravar la situación. La crisis mundial, la suba del petróleo, la crisis en Europa oriental y la bancarrota latinoamericana, han abierto una crisis de financiamiento — que no es una crisis por faltante de capital sino porque el capital está aprisionado en negocios en quiebra.

Se puede sospechar con fundamento que el “boom” de la Bolsa y de los títulos tiene por horizonte el 8 de setiembre, cuando podría desatarse una estampida inversa. Cavallo ya ha expresado esta preocupación al decir recientemente que la suba bursátil le parecía peligrosa por lo excesiva.