Políticas

9/2/2022

Aníbal Fernández y Sergio Berni: dos mercenarios al servicio del FMI

La pelea mafiosa entre Aníbal Fernández y Sergio Berni es un capítulo agravado de la descomposición del Frente de Todos, y de la lucha por el control de los aparatos de “seguridad ” y sus negocios conexos. Para los trabajadores, las acusaciones cruzadas que se prodigan los ministros de Alberto Fernández y de Kicillof, tratándose mutuamente de provocadores profesionales y mercenarios, representa una enorme lección política que pinta de cuerpo entero a este peronismo- en todas sus variantes- represor y fondomonetarista.

Anfitriones del FMI

Mientras llueven las acusaciones, nadie le conoce a Berni crítica alguna a la recepción de “honor” brindada por la jefatura de la Policía Federal a representantes del FMI. Federales y Bonaerenses se enfrentan a tiros por el mercado del narcotráfico, y por la protección y logística de las bandas que integran, pero muerden las manos del mismo amo imperialista, y de los bancos que blanquean todo tipo de ilícitos. El exespía de los mineros del Turbio y secretario de seguridad de Cristina, hoy distanciado de la vicepresidenta con quien dice que hace rato que no habla, puede argumentar a su favor que todo el gabinete provincial de Kicillof apoya el acuerdo con el Fondo Monetario y el pago de la deuda fraudulenta dejada por Mauricio Macri.

El enfrentamiento entre Aníbal, denunciado en el 2015 por el tráfico de efedrina y sus vínculos con el triple crimen de General Rodríguez , y su ex amigo Sergio Berni que salió presto a negar que las muertes y hospitalizaciones por la cocaína adulterada, fuesen una pelea de narcos, sacó a luz el negocio mafioso y millonaria de la elaboración, comercialización y protección de la cocaína en la Argentina. Uno y otro se sacan chispas mientras encubren las responsabilidades políticas para proteger el aparato policial, los punteros de los partidos burgueses, y la ” justicia” cómplice y coimera. También en este caso hay una continuidad de estado con la impunidad de la Bonaerense bajo el gobierno de María Eugenia Vidal.

Para defenderse de las críticas, Berni dice que no va repetir el show de la destrucción de los kioskos y el narcomenudeo, y acusa al gobierno nacional de dejarlo solo en la batalla contra el narcotráfico en la provincia de Buenos Aires. Aníbal Fernández se burló del ministro de Seguridad de Kicillof tratándolo de inepto por pedirle a los que hubiesen podido consumido la cocaína contaminada que la “descarten”. Puro jueguito para la tribuna cuando además Sergio Berni- y Kicillof- se llamaron a silencio frente al homenaje cipayo de la cúpula policial al FMI, quizás el mayor acto de rastrerismo proimperialista de los últimos años. Un comportamiento en línea con el apoyo del  kirchnerista Kicillof a la ratificación del pacto colonial en el Congreso.

Berni tiene claro, como Aníbal Fernández que este pacto ajustador y entreguista no cierra sin represión y va a exacerbar las tensiones sociales y políticas. El rol que se adjudica el represor de Guernica en la ” lucha contra la droga” quedó en ridículo con el show que siguió la detención del “Paisa”, presunto líder de la banda responsable de las 24 muertes. Este sujeto, prófugo durante largo tiempo y llevado ante las cámaras de televisión en horas, es un dealer de tercer orden que sirve a Berni para cerrar la investigación y desviar las complicidades políticas y de la Bonaerense.

Según la fiscal creadora de la unidad especializada en narcotráfico y delitos complejos, Mónica Cuñarro, el acusado Joaquín “El Paisa” Aquino no reúne las condiciones para jefe narco, y desmintiendo el relato oficial , dice que a Aquino se le habrían incautado 30.000 pesos y 15.000 papelitos “sin la sustancia que provocó las muertes”. Para la fiscal, el negocio escaló en dimensión desde los 90 corrompiendo a las “fuerzas de seguridad” y al sistema político.

Ventilando su bronca con las ofensas de Aníbal Fernández, Berni sigue pateando el tablero y busca y (no encuentra) el momento de romper con el Frente de Todos. Fuera del peronismo, el ministro de Kicillof sólo puede aspirar a ser un segundón de Patricia Bullrich, quien lo invitó a integrarse a Juntos por el Cambio. Por ahora, su principal apoyatura en el gabinete es el pejotizado Kicillof y las expectativas de Sergio Berni están en anudar acuerdos con un sector del peronismo que lo promueva como una versión argenta de Bolsonaro. Una apuesta dudosa por la crisis abierta con el pacto con el FMI, el 50% de pobreza en el Conurbano, los enfrentamientos que arrastra Berni con los intendentes por el control de las policías locales y el territorio ; y porque los barones y jefes comunales se están reagrupando en torno a Alberto Fernández para cercar a la Cámpora y vaciarle la presidencia del PJ bonaerense a Máximo Kirchner. El propio Kicillof se subió al avión del presidente y a la gira por China y Rusia

Los choques de Berni con Aníbal Fernández son funcionales al jefe de la Bonaerense para evitar definiciones fundamentales de la política nacional y provincial mientras calcula las posibilidades de una ruptura y lanzamiento propio. Sergio Berni , quien se jacta de haber evitado tres mil muertes en la calle y a la vez niega que haya una disputa por el control del mercado de la droga, declaró estar preparado para competir por la presidencia. Sus únicas definiciones de peso han sido la guerra declarada a las recuperaciones de tierra en nombre de la defensa de la propiedad privada (¡Guernica!) y la campaña por la baja de la edad de punibilidad a los menores de 14 años. Como defensor de la doctrina Chocobar, el ministro propone debatir la pena de muerte en la Argentina. Este bolsonarismo explicito, que el kirchnerismo quiso utilizar para captar votos por derecha, no le impide a las direcciones y burocracias sindicales kirchneristas apoyar la permanencia de Berni en el gobierno y atacar a la izquierda que exige la destitución inmediata del ministro represor y el desmantelamiento de la maldita policía.

El Fuera Berni está más vigente que nunca, y alcanza de sobras a Aníbal Fernández, uno de los responsables políticos de la Masacre del Puente Pueyrredón y del criminal encubrimiento del asesinato de Mariano Ferreyra. Berni tiene que ser interpelado para que haga público a qué se refirió con las 3 mil muertes en las calles y con su afirmación de que “nadie boicotea su propio negocio”, referiéndose a la venta de la cocaína contaminada.

La lucha contra el pacto fondomonetarista va de la mano de la lucha contra el podrido aparato represivo atado a los negocios del narcotráfico.