“Apoyo crítico” llama a votar por los K en octubre y en una segunda vuelta

Nadie es perfecto, obviamente. En mi caso, sin embargo, esa limitación es inconmensurable, porque hasta hace un par de días no sabía de la existencia de un personaje llamado Guillermo Almeyra, aunque tampoco ahora sé a qué se dedica ni cuál es su trayectoria. La prueba más clara de esto es que comenté un artículo firmado por él en el diario mexicano La Jornada, en el que declara un “apoyo crítico” al Frente de Izquierda en Prensa Obrera como una expresión del interés que el Frente suscitaba ¡en México! Mi ignorancia fue tomada por este individuo, en un artículo posterior, no solamente como una ofensa personal, sino como la expresión de un rechazo de mi parte a cualquier clase de apoyo al Frente de Izquierda desde otras tiendas políticas. Una provocación semejante no merecería mayor atención si no fuera por el hecho de que nuestros compañeros del PTS le han dado una acogida positiva en el marco de una “discusión imprescindible” o “interesante”.

Los “apoyos críticos” al Frente son bienvenidos, pero por sobre todo son inevitables y hasta probablemente sean los únicos; de lo contrario, los que los sustentan estarían militando en alguno de los partidos que integran el Frente de Izquierda. Cada compañera o compañero que se incorpora a un comité de apoyo, lo hace con seguridad desde su propia apreciación del Frente y desde su propia comprensión política de la situación, o sea que es “crítico”. Mi atención, en el comentario de referencia, estuvo dirigida a aquella crítica que lo califica de “no principista” y de “cupular”, lo cual -si se me permite- es aparentemente correcto y sustancialmente falso. El Frente de Izquierda es un frente único para intervenir en las elecciones de este año entre organizaciones con planteamientos diferenciados entre ellas sobre cuestiones importantes de programa y de método político. Un frente único es principista si se hace en la claridad de esas diferencias; sería, por el contrario, oportunista solamente si buscara esconder esas divergencias. Desde estas páginas, hemos insistido también en que cualquier frente único, incluso si está circunscripto a las elecciones, trasciende ese límite y debe transcenderlo, porque no opera en el vacío sino en el marco de la lucha de clases y de una bancarrota mundial del capital (no de “una” crisis). Precisamente por este motivo, el frente único puede convertirse en instrumento de combate y desarrollar una experiencia popular que modifique el cuadro político existente y el alcance que cada organización del frente otorga a su acción política. Esta caracterización no atenúa la necesidad de mantener la claridad de las diferencias políticas, sino que la acentúa: el progreso de la situación política para los luchadores pone en forma más aguda que nunca la calidad y claridad del programa revolucionario. En estos días, hemos dado nuestro acuerdo a una Declaración Programática del Frente que presenta en forma empírica o superficial la cuestión de la bancarrota capitalista y, del mismo modo, la posición del Frente sobre el Estado, la cual está en el límite extremo de nuestra postura de no mezclar o confundir las diferencias políticas, pero que puede servir para profundizar un debate en el futuro próximo. Debemos recordar que, desde 2004, hemos ofrecido discutir, sin recibir la menor respuesta, el programa aprobado por nuestra organización internacional con vistas a conformar un partido y una IV Internacional a través de un congreso. Hace cuatro años participamos en un Seminario de Izquierda, que convocó un conglomerado de ex organizaciones morenistas, con una propuesta programática escrita, que necesariamente desató una crisis en el Seminario con las organizaciones empeñadas en marchar hacia un acuerdo como el que lograron con Proyecto Sur. “Para unirnos debemos delimitarnos” no es un planteo que haya emanado de los ‘gurúes’ del Partido Obrero, sino un pensamiento cardinal de Lenin y del bolchevismo. El frente único parte de este método. El frente único puede ser tachado de oportunista, ya ha sido tachado así por la ultraizquierda europea en la década del ’20, porque se asigna objetivos prácticos o limitados, pero deja de serlo si procede en base a una delimitación de posiciones estratégicas y metodológicas.

La segunda cuestión, el “acuerdo de cúpula”, es -ya lo dijimos en el comentario- una falacia, porque las organizaciones de esas ‘cúpulas’ realizan una actividad programática regular, incluso diaria, o sea de conocimiento de todo el mundo, lo cual habilita a esas ‘cúpulas’ a llegar a acuerdos políticos transparentes sobre la base de sus posiciones conocidas y permite a otras ‘cúpulas’ hacer propuestas alternativas o dar un “apoyo crítico”.

Kirchnerista solapado

Que lo señalado más arriba haya desatado una catarata de insultos del ignorado Almeyra obedece -más allá de los prejuicios enfermizos que exhibe el individuo hacia el PO- a que Almeyra pone al Frente en el radio de la cooptación kirchnerista. Lo dice en La Jornada con envidiable claridad: “Si hubiese una segunda vuelta -a la cual el FIT no podrá acceder y que verá confrontados dos bloques burgueses- a nuestro juicio habrá que formular un voto de lucha y resistencia (sic) sufragando por la candidatura menos dañina (sic) para los trabajadores y para el país” (sic). Este es el planteo que deben tener -destaca Almeyra- “quienes se niegan a votar por los partidos capitalistas…”. “Los que se niegan a votar capitalistas” deben votar en una segunda vuelta por los capitalistas K (¿o por un eventual Binner?) y, desde ya anuncian a los electores que el voto ‘crítico’ por el Frente de Izquierda forma parte de una campaña para consagrar a la fórmula presidencial “menos dañina”. Es lo mismo que acaba de decir Jorge Selser, el vice de Pino, que provocó una crisis en el frente recontra oportunista Proyecto Sur. De acuerdo con nuestro crítico ignorado, habría que hacer una campaña para que los que “voten por kirchnerismo” (en la primera vuelta y en un segundo turno) “participen en las internas del FIT”, no en las de los K (suponemos que porque aquí habrá lista única), por razones democráticas para que superemos el 1,5% del piso electoral. Estamos ante un planteo que sorprende no ya por su oportunismo, sino por su rayana idiotez.

Almeyra no se muerde los labios cuando se trata de insertar a pleno al Frente en la estrategia del gobierno K. Dice: “El voto al FIT es un voto a un mero (sic) frente electoral, que… probablemente no sobrevivirá a los resultados en las urnas”. Es, entonces, un voto inútil, que no quedará registrado como realidad política independiente; lo que fue presentado como un voto ‘crítico’ es un voto ‘al pedo’. El debate principista que propugna el mentor, frenado según él por los acuerdos de ‘cúpulas’, apunta a convertir al Frente en la última colectora del oficialismo. El voto ‘al pedo’ por un frente que no sobrevivirá, el cual debe llamar desde ya a votar a los K como mal menor (y por qué no en la primera vuelta, si ella pone en riesgo al bicho “menos dañino”), es un llamado al boicot del Frente y a su disolución. El personaje que miente cuando dice que el Partido Obrero repudia los apoyos que recibe el Frente de Izquierda delata su posición de repudio al Frente y su intención de trabajar para disolverlo en función de una política kirchnerista.

PTS

Este personaje, que al comienzo del artículo era un NN debido a la lamentable limitación de mis relaciones sociales, se permite también difundir una cantidad de falsedades e insultar a los militantes y simpatizantes del Partido Obrero. Califica a Altamira de “gurú”: o sea que esos miles de militantes y simpatizantes que combaten en todo el país no tienen criterio propio, sino que operan a ciegas con un cerebro lavado. Es exactamente lo mismo que sostienen Galasso y Feinmann (¡entre otros!) cuando reclaman que “Altamira se haga cargo del cadáver de Mariano Ferreyra” para absolver a la patota de Pedraza -y, en el caso de Almeyra, al gobierno “menos dañino”. ¿O Mariano está excluido del rebaño apostrofado por Almeyra? En realidad, la dirección del Partido Obrero es la ÚNICA (en mayúscula) de toda la izquierda que se somete al escrutinio público constante en actos, debates televisivos, candidaturas electorales, mesas redondas, piquetes; que no se ha escondido detrás de los Luis Zamora, Vilma Ripoll, Néstor Vicente, Patricia Walsh, etc., luego de décadas de luchas clandestinas, exilios, prisiones, persecuciones y ser publicistas y distribuidores de prensas ilegales. Esto es lo que ha ganado a miles de luchadores al PO, el único partido que no ha estallado en mil pedazos como consecuencia de riñas internas sin principios. Al pobre Almeryra se le ocurre decir que mucha gente no va a votar al Frente por la presencia del PO, cuando es precisamente el PO el que ha reunido muchos más votos que todos nuestros aliados reunidos -y de algunos más. Almeyra está empeñado en una acción de intriga contra el Frente (dice que es ‘mero’ y que no tiene posibilidades). Por eso, asegura también que somos enemigos del frente único e incluso que rechazaríamos la participación en las elecciones. En los últimos treinta años, hemos sido vetados de todos los frentes de izquierda, tanto por el stalinismo y como por el morenismo. En los frentes que hicimos en 1993 y 1994, con el MST y con éste y el MAS, respectivamente, el gurú ocupó el segundo y el tercer lugar como candidato. El morenismo nos ha atacado y nos sigue atacando como sionistas, pero nosotros fuimos los únicos que hemos impugnado candidaturas sionistas entre el PC y el morenismo. La trayectoria del Partido Obrero y de sus cuadros está tallada en la roca de la lucha de clases más difícil, nuestro adversario es un delincuente político que debería conformarse con ser ignorado.

El único punto serio de todo esto es, sin embargo, la actitud que ha asumido el PTS o, al menos, algunos de sus dirigentes. Han caracterizado como “interesante” el “debate” con este personaje y denunciado muy defectuosamente su política kirchnerista y el llamado a votar a los K, así como la convocatoria a liquidar el Frente de Izquierda de un modo completamente faccioso (Almeyra propone al PTS separarse del PO y formar un tendencia común con quienes repudian al PO y no votan al Frente de Izquierda). Es verdad que el PTS tiene el hábito de buscar colarse en cualquier polémica académica con el calificativo de “debates necesarios”, “debates imprescindibles” o “debates ineludibles”. Parece sufrir de abstinencia académica. Para el PTS: “El primer problema que tienen estos posicionamientos es que no parten de definir la dirección que viene siguiendo el gobierno de Cristina Fernández, y que se profundizará de ganar las elecciones” (ips.org.ar/?p=2067).

Obviamente, no se trata de si va “a profundizar”, porque hay quienes -como el vice de Economía- para los cuales “ganada la batalla cultural, no hay límites para radicalizar” (revista Debate). La agudización de la crisis mundial podría muy bien acentuar el intervencionismo estatal, como ya ocurrió con la reestatización de las Afjp. La bancarrota capitalista desata tendencias contradictorias (como ya lo probó la depresión de los años 30) -todas de contenido capitalista e incluso imperialista. Rescatamos de nuestros compañeros del PTS la afirmación de que “para nosotros, una orientación consecuente por la independencia política de la clase trabajadora y el socialismo debe traducirse en un rechazo a las variantes burguesas en una virtual segunda vuelta. Cualquier otro posicionamiento termina siendo electoralista, la lucha por una alternativa política independiente de los capitalistas continúa después de octubre y no termina a la hora del ballotage”.

Nuestra posición es: 1) no llamamos a nadie que tiene intención de votar por partidos capitalistas a que nos dé un “voto democrático” en nuestras internas, porque si se trata de luchar contra la proscripción el método es la movilización, no la confusión (estafa) política; 2) rechazamos el voto a los K en el primer o en un segundo turno, porque se trata del gobierno capitalista de los mineros, petroleros, cerealeros, banqueros, etc., que paga la deuda confiscatoria con dinero de la Anses; 3) reivindicamos el Frente de Izquierda como un frente único de politización socialista y organización del activo de los trabajadores y explotados, y como un instrumento para desarrollar las condiciones subjetivas de las masas en una situación histórica de bancarrota mundial del capital -en una situación de manifestación excepcional de las tendencias a la disolución histórica del capitalismo y a la posibilidad de reorganizar a la sociedad sobre nuevas bases.