Políticas

4/8/2008|892

Argentina apoya a un criminal de guerra para presidir el Banco Mundial


Bush acaba de designar a Paul Wolfowitz, el ex Nº 2 del Pentágono, para ocupar el puesto de presidente del Banco Mundial. Un reparto no escrito de papeles entre Estados Unidos y las naciones de Europa otorga, en cambio, a éstas la presidencia del FMI.


 


El anuncio de Bush causó una gran conmoción porque Wolfowitz es un ‘halcón’ de la derecha norteamericana, precisamente uno de los más decididos impulsores de la ocupación de Irak. Wolfowitz es, además, el animador principal de la tesis que dice que para combatir al terrorismo es necesario cambiar los regímenes políticos de lo que denomina los “Estados débiles”. En función de esto, Bush tiene una larga lista de proyectos de golpes e intervenciones militares y no militares para plegar a esos Estados a los intereses del imperialismo yanqui. El resultado final de estos afanes no es de ningún modo la extensión universal de la democracia sino la posibilidad de montar bases militares norteamericanas, como ya ocurre en Asia central y en Irak, o en los Balcanes y, eventualmente, en Bulgaria, y también incluir en la Otan a las fuerzas armadas de diferentes naciones, que de ese modo pasarían a ser unidades satélites de las fuerzas armadas norteamericanas.


 


En los gobiernos de Europa la designación de Wolfowitz ha causado alguna inquietud porque se lo ve como un partidario del ‘unilateralismo’ y un enemigo, por lo tanto, de la ‘cooperación’. En resumen, como un partidario de doblegar a la Unión Europea por la vía de las guerras comerciales y financieras y de las presiones políticas.


 


Cuando se juntan las distintas características del susodicho, se llega a la conclusión de que utilizará su presidencia en el Banco Mundial para presionar por cambios políticos en las naciones que dependen financieramente de ese banco y para imponer en ellas los intereses de los pulpos yanquis. El Banco Mundial se dedica a financiar obras de infraestructura que son apetecidas por las grandes constructoras internacionales.


 


El ascenso de Wolfowitz a la presidencia del BM tiene que pasar todavía por el voto de los países miembros, incluida Argentina. En forma sigilosa (de “manera discreta”, dice Clarín (23/3), el embajador en Washington, Octavio Bordón, y el canciller Bielsa han anunciado que el gobierno Kirchner apoyará la elección de un criminal de guerra a la presidencia del Banco Mundial.


 


¿Qué otra cosa podría haber hecho el Presidente?, preguntará agresivamente un ‘nacional y popular’, cuando la incidencia de Argentina en estas decisiones es menos que cero.


 


La cuestión hay que presentarla al revés: ¿no es claro que la línea de compromisos con el imperialismo significa entregas crecientes y la adaptación obligada a la tendencia más reaccionaria del imperialismo mundial?