¿Asamblea constituyente?
¿"Al país lo sacamos adelante entre todos o no lo saca nadie”?
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El Mas ha vuelto a lanzar por enésima vez la consigna de “Asamblea Constituyente”.
Esto significa que la consigna es un mero comodín, que se usa ante cualquier situación de crisis política. A las características concretas que esta crisis asume en cada oportunidad se le responde con una generalidad que es siempre la misma. Este hecho de que la consigna tenga un carácter permanente revela que la consigna es estratégica. Como se trata de una consigna parlamentaria y no obrera, pone en evidencia la falta de independencia política de sus autores. Como el PC ha hecho también un uso reiterado de esta consigna, no sorprende que vuelva a adherir en esta oportunidad. Pero el apoyo del PC y de I.U. es de todos modos significativo porque expresa la coincidencia con esa consigna de parte de fuerzas que se oponen a la revolución socialista y que apoyan la política contrarrevolucionaria de Gorbachov. Que el operativo “Constituyente” haya despertado el apoyo del gorbachismo criollo habla por sí solo acerca de la finalidad política de la consigna. Esta no apunta, como es obvio, a que las masas superen el régimen burgués democratizante o parlamentario sino a que se mantengan dentro de sus límites.
En esta ocasión, el Mas justifica el planteo de una Constituyente en la “pérdida de legitimidad del gobierno”, en la “estafa de Menem al pueblo” y en la “pérdida de popularidad” del Presidente, que se expresaría en las “elecciones de Tucumán, Rosario y Santa fe” (Solidaridad Socialista, 13/12). Pero si éstos son los fundamentos de la consigna, I.U. y el Mas son quienes tienen menos derecho a plantearla, esto porque retrocedieron espectacularmente en los tres comicios mencionados (en Rosario ¡un 60%!). El partido de Bussi, en cambio, estaría investido, de acuerdo con el Mas, de los máximos derechos para resolver los destinos del país.
Es sorprendente que un partido “marxista” fundamente una consigna parlamentaria (la Constituyente es eso) en la falta de “legitimidad” de un gobierno constitucional. Significa no haberse dado cuenta de que los gobiernos burgueses de este tipo sólo pueden funcionar “ilegítimamente”, es decir, renegando de las “promesas electorales” que hicieron para juntar votos. Ningún partido patronal podría ganar las elecciones sin hacer “promesas”, ni tampoco podría funcionar luego, en tanto gobierno capitalista, sin violarlas. La “estafa política” es una característica de los regímenes democráticos, algo que un “trotskista” debería saber antes y no después de las elecciones, ¡Es inadmisible que esta característica del constitucionalismo (burgués) pretenda ser superada con consignas constitucionales!
Distraccionismo
El Mas tampoco pretende como algún incauto podría suponerlo darle subjetivamente a la Constituyente una perspectiva revolucionaria en términos de alcance político o de movilización. No. Para el Mas “existe un mecanismo legal, previsto por la Constitución para la convocatoria de una Asamblea Constituyente”. Nadie debe, entonces, asustarse. La “ilegitimidad” inherente al régimen constitucional burgués puede ser superada por este mismo régimen y dentro de sus límites. Pero en este caso la “ilegitimidad” de Menem o de un gobierno burgués es sólo un accidente que podría remediarse por medio del parlamentarismo. El planteo no podría ser más conservador: no hay necesidad de salirse del orden existente. Pretender que por esta vía Iríamos al socialismo es una estafa aún mayor que la que ha perpetrado Menem. Así como fuimos los únicos que denunciamos esta estafa “antes” del 14 de Mayo, ahora somos nuevamente los únicos que denunciamos anticipadamente esta estafa de la Constituyente y de la reforma constitucional.
Es absurdo pensar que una Asamblea surgida del régimen político más impotente de la historia argentina (y controlada naturalmente por éste) “permitiría, discutir y decidir sobre los problemas fundamentales del país”. Más absurdo aún es pretender que puede ser un canal de soluciones para las masas. Pensar esto es atribuir un carácter progresista a la burguesía, en la figura de sus instituciones. Al contrario, una Constituyente cargaría con las mismas taras que tienen las instituciones actuales, cuya nulidad es un fiel retrato de las limitaciones políticas de la clase social burguesa que representan.
La crisis actual se origina en esta impotencia del régimen democratizante, frente a la desintegración de la sociedad capitalista, y no tiene salida con la simple aplicación de un artículo de la “carta magna”. Estamos ante una crisis del régimen político, no ante la llamada “ilegitimidad” de un gobierno.
La burguesía viene planteando, precisamente, la reforma de la Constitución desde hace mucho, porque necesita superar esta crisis de régimen mediante la restricción de los derechos democráticos y el reforzamiento del poder del Estado contra ciudadanía. En lugar de denunciar la descomposición inevitable del régimen político burgués y la necesidad de reemplazarlo por el régimen proletario, I.U. y el Mas plantean su rescate. Esto permite entender por qué la consigna de los “trotskistas” ha caído muy bien en los stalinistas.
Los cambios introducidos recientemente en la Constitución de la Provincia de Buenos Aires por la UCR y el PJ fueron hechos sin consulta popular, un virtual golpe, y entre otras modificaciones eliminan el carácter soberano de la Asamblea Constituyente y convalidan el gobierno por decreto del PEN.
Esto nos revela el carácter reaccionario de la tendencia constitucionalista oficial. A esta tendencia reaccionaria del régimen burgués parlamentario o constitucional, hay que oponerle el gobierno de los trabajadores, y no un utópico reflorecimiento de sus posibilidades. Solo un gobierno de trabajadores podría convocar a la redacción de una nueva Constitución que supere al régimen social y político actual.
Stalinismo y social democracia
Un lector de “Solidaridad Socialista” (17/1) ha objetado la consigna con el argumento de que en la elección de una Constituyente “de nuevo ganarían peronistas y radicales, lo que repetiría el espectáculo de un Congreso que ya existe, fue votado y no hace nada”. Diez puntos para el lector. Desnuda que el Mas valoriza a la Constituyente aún si es controlada por los partidos patronales como ocurriría en la actualidad. Pero nosotros debemos agregar que la impotencia de una Constituyente sería aún mayor si ganara I.U., esto porque para hacer valer a la Constituyente contra el Estado debería derrocar a la burguesía, es decir, abandonar el terreno constitucional, cuya vigencia, sin embargo, I.U. y el Mas proclaman y enzalsan. Una Constituyente con mayoría I.U. —cuya estrategia no es la revolución socialista ni la dictadura del proletariado— sería una catástrofe para los trabajadores, porque I.U. forzaría a los trabajadores a NO romper, mediante la acción directa, el orden estatal burgués.
En una situación revolucionaria así creada, esta política entregaría a las masas a la contrarrevolución.
“Solidaridad Socialista” le responde al lector que la “gente cambia” y que “depende de quién gana”, como si no supiera que hoy no habría una mayoría de izquierda. Es decir que para el Mas la consigna de la Constituyente no está condicionada siquiera a que tenga una mayoría de izquierda. Impulsa así la reforma reaccionaria de la Constitución. Pero con la tesis de “depende de quien gane” afirma que un cambio en la composición del parlamento cambiaría, sino el carácter del Estado burgués, al menos sus posibilidades (lo cual es lo mismo, porque las posibilidades dependen del carácter).
Si gana I.U. podría concretarse, para el Mas, la primera emancipación social de la historia a través de mecanismos constitucionales. Más de cien años de fracasos stalinistas y social - demócratas en experimentos de “vías parlamentarias” o “pacíficas al socialismo” no le basta. Pero un intento constitucional de I.U. concluiría en tal desastre que opacaría el recuerdo de Alfonsín y Menem. Para abrirse un camino de liberación nacional y social, los trabajadores deben transitar un rumbo histórico opuesto al que plantea I.U. el de la sustitución del régimen burgués, que solo es viable de un modo revolucionario.
Esta Asamblea Constituyente que proponen el Mas y sus aliados es naturalmente un injerto artificial. En medio de la barbarie capitalista, los trabajadores necesitan comer, parar el desastre inflacionario, terminar con la confiscación por parte de los bancos y con las fábricas cerradas, es decir, necesitan lucha y acción directa y medidas de emergencia contra la expropiación burguesa y no entretenimientos constitucionales. A través de esa lucha los trabajadores enfrentarán el problema político de superar el régimen constitucional, no de instalarlo. El Mas pretende que su política de reivindicaciones parlamentarias nos aproxima al socialismo pero lo que en realidad está haciendo es ocultar una política parlamentarista con la fraseología socialista.
“Socialismo en democracia”
El Mas también quiere disimular su política con la afirmación de que la Constituyente “no es una solución de fondo”. ¡Pero es con todo una solución! La Asamblea tendrá “todos los poderes soberanos para decidir qué plan aplicar y el gobierno para aplicarlo”, es decir que la burguesía permitiría que la Constituyente derroque al gobierno y rompa el Estado burocrático y centralizado actual ¡algo que no ocurrió ni en la Revolución Francesa! En esa Constituyente, burguesa pero ilusoria, (la legislatura bonaerense acaba de privar de soberanía a una Constituyente para decidir qué artículos reformar) el Mas presentaría su paquete de “medidas socialistas”. Nacería así el socialismo de probeta inseminado en la cavidad parlamentaria.
El Mas hace hincapié en las atribuciones y formas de elección de la Asamblea, (“diputados electos en forma directa y proporcional, tomando al país como distrito único”), como si Con esto pudiera superarse el carácter de clase del poder que la convoca. No puede haber mayor ejemplo de ilusión y chabacanería electoreras. “Solidaridad Socialista” menciona el gran crecimiento electoral del PT de Brasil para demostrar las grandes posibilidades que encierran el electoralismo y el parlamentarismo, pero oculta que hace menos de dos años hubo allí una Constituyente del tipo de las propuestas por el Mas, que ratificó el despotismo político capitalista y consagró a las FF.AA. como custodios de la Constitución.
En su afán de presentarse ante la “opinión pública” como un partido de la legalidad el Mas sólo acepta la validez de los actos de justicia y soberanía que puedan justificarse constitucionalmente. Por eso presenta a la expropiación de los bancos y al no pago de la deuda externa, por ejemplo, como medidas que pueden ser realizadas en el marco del “artículo 21 de la Constitución, que establece la expropiación por causa de utilidad pública”. (El MTP quiso justificar la “revolución" con un fundamento similar) Claro que esta expropiación que autoriza el artículo 21 (con jugosas indemnizaciones) no tiene nada que ver con la expropiación de la burguesía, sino que responde a la necesidad de que el Estado rescate a la burguesía que quiebra.
Los trabajadores vienen escuchando esta charlatanería democratizante desde hace varios años de la boca de diputados y senadores. Es el momento histórico de superarla mediante la lucha de masas consecuente.
"Salvador Allende era MAS reformista"
Periodista: Lo que queda claro es que usted no pone a la lucha armada como el medio para llegar al poder.
Luis Zamora: “Nosotros creemos que podemos ganar las elecciones. De la misma manera que en Chile cuando el socialismo ganó las elecciones aunque ellos eran más reformistas. Los que los votaron pensaron que estaban votando un proceso revolucionario. Así que nos pueden votar a nosotros, con más razón, ya que tenemos una trayectoria consecuente en ese sentido.
(Reportaje en el diario Río Negro, 2/11/89)