Políticas

25/7/2019

Atenas: Altamira y Ramal rechazan la reunificación del Partido Obrero

Este miércoles finalizó la reunión convocada por el EEK y el DIP de Turquía, en el marco de nuestra corriente internacional, para tratar la crisis del Partido Obrero. De parte del Comité Nacional del Partido Obrero concurrieron Rafael Santos, Guillermo Kane y Juan García. Por la llamada minoría concurrieron Marcelo Ramal y Jacyn. La reunión finalizó cuando la delegación de la llamada minoría rechazó continuar la discusión de un documento de compromiso para cesar la acción rupturista y garantizar la reunificación del partido, cuya base fue presentada por el EEK (Grecia), el DIP (Turquía) y el MTL (Finlandia). La delegación del Comité Nacional planteó, por el contrario, proseguir la reunión y agotar la discusión, considerando que la propuesta realizada por los compañeros de las organizaciones de la CRCI era una base sobre la cual se podía avanzar en un debate punto por punto para llegar a un acuerdo permitiendo restablecer la unidad de acción del Partido. La llamada minoría propuso terminar con la discusión, diciendo que presentará a futuro un escrito expresando los términos de su rechazo, a pesar de la expresa disposición de la delegación del Comité Nacional a realizar concesiones en aras de evitar la fractura. Esta negativa, lamentablemente, confirma lo que venimos alertando: Altamira y Ramal están formando una organización paralela y la “fracción pública” es una pantalla de esa decisión. Mientras se desarrollaba la reunión, desde Buenos Aires seguían llegando noticias de trabajo rupturista con pintadas con sus propias consignas y actividades paralelas, incluyendo convocatorias paralelas del Polo, la juventud, etc.


La reunión fue convocada como reunión consultiva frente al avance del rupturismo en el Partido, con la conciencia del alcance político internacional de la ruptura del PO. Este alcance, por un lado, tiene que ver -según lo señalado por los dirigentes de la CRCI asistentes- con la influencia internacional que ha desarrollado el PO. La delegación del MTL de Finlandia remarcó en su intervención que, viviendo sobre el círculo polar ártico, y en un país sin una tradición trotskista, el ejemplo del Partido Obrero les servía para mostrar a los trabajadores y la periferia un camino a seguir en el desarrollo de una organización revolucionaria.


Por otro lado, como remarcó en su intervención el camarada Savas Matsas, dirigente del EEK griego, la ruptura del Partido Obrero tiene un alcance internacional porque refracta presiones propias de la lucha de clases en esta etapa de la bancarrota capitalista mundial. Es claro -según nuestra apreciación- que estas presiones existen y tienen una expresión en todas las variantes de la izquierda, incluso la que se reclama trotskista, que se han adaptado a planteos de integración al capitalismo, mediante el electoralismo, el movimientismo y la subordinación de los trabajadores a los intereses de otras clases sociales. En la acción rupturista del PO, sin embargo, pesa otra tendencia, que también tiene un alcance internacional: un sector importante de la izquierda mundial tiende a refugiarse en posiciones propagandistas incluso en períodos de crisis políticas y levantamientos populares. Esto conduce a abstraerse de una intervención concreta para intervenir en la lucha política y la lucha de clases, preparando a los trabajadores con consignas apropiadas a cada etapa con un planteo de independencia política. En nuestra respuesta a Altamira y Ramal, caracterizamos sus planteos como el intento de retrotraer al Partido Obrero a un grupo de propaganda de estas características.


Pero la reunión convocada por las organizaciones tenía un interés por un tercer motivo: porque se trata de la primera reunión formal desde el congreso del Partido en la cual los representantes de la minoría aceptan sentarse a discutir formalmente con el comité nacional. En efecto, desde la renuncia a la redacción de Prensa Obrera de Marcelo Ramal y a la comisión internacional de Jorge Altamira, la llamada minoría abandonó cualquier organismo común de dirección partidaria y tampoco planteó ninguna clase de reunión al comité nacional, actuando por medio de decisiones unilaterales y hechos consumados. Por eso, es natural que entre muchos compañeros, los resultados de una reunión convocada formalmente, con organizaciones de larga relación con el PO, generara una importante expectativa.


Nuestro planteo


La exposición de las divergencias políticas en el partido había sido hecha por la llamada minoría en su documento fundacional, y por el Comité Nacional en su respuesta. Las divergencias han sido explicitadas. Por lo tanto, nuestro planteo se concentró, inicialmente, en el compromiso asumido por Altamira en el discurso de cierre del Congreso donde éste sostuvo que, luego del Congreso, el Partido debía salir a pelear como un solo puño, poniendo a prueba las consignas y caracterizaciones votadas por el Congreso frente a los nuevos desarrollos políticos y los resultados de su implementación. Ningún miembro de la llamada minoría impugnó el congreso del Partido. Sin embargo, inmediatamente luego de terminadas las deliberaciones del XXVI Congreso, recomenzó una actividad faccional y de ruptura que tuvo diferentes escenarios, primero con el lanzamiento público de Jorge Altamira de acusaciones infundadas contra las campañas electorales del PO en diferentes comités, luego con el abandono de los organismos de dirección por parte de Altamira y Ramal, con la retención de aportes y cotizaciones montando una estructura de finanzas paralela, con la puesta en pie de una dirección fraccional clandestina, y finalmente con la convocatoria a una asamblea clandestina de militantes que votó realizar una campaña electoral dividida sobre la base de sus propias caracterizaciones y con sus propias consignas, o sea una campaña electoral paralela. La dirección del Partido tomó nota de que estas decisiones implicaban, en los hechos, una ruptura del Partido Obrero. La escalada rupturista continuó en los medios de comunicación, en los cuales Altamira atacó el Congreso del Partido (algo que no hizo durante el propio Congreso) y a los candidatos del Partido Obrero (acusó, por ejemplo, a Romina Del Plá y los otros candidatos centrales, de hechos de “extorsión” y otros inventos que hasta el día de hoy no se ha preocupado ni de ilustrar con la fabricación de un relato). Concurrimos a la reunión mostrando, con un dossier, el carácter rupturista de esta actividad y reclamando el cese de la misma, para restablecer la unidad de acción del Partido. Mostramos que, en vista del propio discurso de Jorge Altamira en el Congreso, esta actividad no responde a ninguna base política real sino que muestra la voluntad de llevar adelante una escisión.


La delegación de la llamada minoría pretendió fundar esta acción rupturista en un abandono de los métodos y el programa del Partido Obrero por parte del Comité Nacional, una posición que fue contestada punto por punto por la delegación de compañeros del CN. Se abordaron una enorme gama de problemas: una caracterización de la situación nacional, un balance de la acción del partido, de sus bancadas parlamentarias, de las bases políticas de nuestra acción en el movimiento de mujeres, frente a la opresión a la comunidad LGTBI+, el desarrollo de la crisis capitalista mundial, y hasta la posición del partido frente a las drogas. Vale aclarar sobre este último punto, que el tema no fue abordado ni planteado por los integrantes de la llamada minoría en los documentos y debate precongresal ni han dicho palabra alguna en estos últimos años en que se desató la crisis.


Entre los planteos de las organizaciones internacionales, el DIP destacó su rechazo al principio expresado por Jorge Altamira, contrario a basar la agitación política en una caracterización del estado de ánimo de las masas (“el oído pegado a las masas”), caracterizando esta posición como contraria al marxismo. Este debate ya viene desarrollándose al interior del PO mucho antes del Congreso y por supuesto, constituyó un eje también del mismo. Un partido revolucionario debe integrar a la hora de formular sus planteamientos y consignas las condiciones objetivas pero también, fundamental, las subjetivas.Una orientación no puede formularse con prescindencia de un balance de la lucha de clases y de la propia intervención del partido en ella. De lo contrario, está condenado a transformarse en una secta propagandística.


Las propuestas


Llegado a un punto, en el tercer día de reunión y teniendo en cuenta los desarrollos por escrito y las exposiciones de cada sector, los compañeros de la CRCI consideraron necesario hacer una propuesta para evitar la ruptura. El DIP, el EEK y el MTL de Finlandia hicieron una propuesta, realizando un enorme esfuerzo y mostrando un alto compromiso en abordar positivamente la situación en el partido. La base del planteo era un compromiso (titularon el borrador “El armisticio de Atenas”) para defender la unidad del partido y desarrollar un debate de las divergencias hacia el XXVII Congreso, con la conciencia de que no iba a resolver las bases políticas de la situación que atravesamos, pero sí evitar que la misma se procesara a través de una ruptura liquidacionista de alcance internacional. En segundo lugar, el texto propuesto se colocaba en el marco de la defensa del centralismo democrático, proponiendo la reintegración de todos los compañeros a sus organismos correspondientes, y la defensa de una acción común, sobre la base del reconocimiento del derecho de fracción y un debate ordenado entre el Comité Nacional y la llamada minoría sobre las modalidades de su expresión pública. La propuesta de los compañeros de la CRCI, planteaba ni más ni menos lo que venimos reclamando: el cese de una campaña electoral paralela y de los ataques públicos al Partido Obrero. Además, las organizaciones acordaron proponer la disolución de las organizaciones de masas paralelas del Partido (Polo Obrero, UJS, Plenario de Trabajadoras, etc) que están impulsando Altamira y Ramal.Con respecto al problema de Tucumán, las organizaciones de la CRCI propusieron el levantamiento mutuo de todas las medidas legales y el nombramiento de apoderados comunes. Sobre las denuncias de espionaje, acordaron que el punto se trate en la comisión de control del Partido Obrero y luego, como “instancia de apelación”, frente a las organizaciones internacionales. Sobre las finanzas, el texto proponía la regularización de las mismas ingresando los aportes al Partido. Los compañeros propusieron, sobre la base de estos compromisos, participar en el trabajo de convocatoria para el próximo Congreso.


La delegación del Comité Nacional consideró el borrador de los compañeros como una base positiva para un acuerdo. Aún con puntos que debían ser modificados para que la podamos suscribir, explicamos que teníamos un mandato para firmar el acuerdo en el curso de esa misma reunión. Preparamos una serie de propuestas de enmienda, importantes, pero sin afectar el sentido global de la propuesta. Propusimos explicitar en el texto el reconocimiento del XXVI Congreso como marco de una acción común y explicamos la necesidad de incorporar también la defensa del estatuto del partido como marco de resolución de las divergencias. Apoyamos la moción sobre la investigación de las denuncias de espionaje de Marcelo, planteando la integración de observadores designados por la minoría, que la investigación debía ser integral e incorporar también las denuncias contra el trabajo clandestino en el partido. Acordamos que las resoluciones se giran a la CRCI para que también pueda fijar posición, resguardando el hecho de que la resolución sobre estos puntos debía quedar finalmente en manos del próximo congreso del partido. Propusimos, para el comité de Tucumán, el cese de la intervención colocando dos apoderados para la regional, uno por la mayoría y uno por la minoría (ver propuesta del Comité Nacional).


La delegación de la minoría, en una primera ronda de debate, aceptó utilizar el borrador como base para discutir la unificación. Sin embargo, contradictoriamente, planteaba realizar una propuesta por escrito luego de la reunión. Frente al planteo del DIP y el Comité Nacional de agotar el debate para cerrar un acuerdo en la propia reunión, la delegación de la llamada minoría aceptó discutir punto por punto y se pasó a un cuarto intermedio para preparar el debate de enmiendas. Sin embargo, luego de un largo cuarto intermedio, en el cual se produjo una consulta a Buenos Aires, la delegación de la minoría retiró su disposición a debatir sobre la base del texto elaborado por las organizaciones, dando por concluida la reunión y diciendo que enviarían su posición luego de la reunión por escrito. Luego de las 16 horas que duró el tercer día consecutivo de debate, lo cual testimonia en sí mismo el esfuerzo hecho por todas las delegaciones para intentar avanzar, una instrucción desde Buenos Aires dio por terminada la posibilidad de llegar a un acuerdo.


Los motivos del rechazo


El portazo, luego del cuarto intermedio, tiene motivos políticos de fondo. Las organizaciones de la CRCI se colocan en el marco de la defensa del centralismo democrático como método para un partido de combate. Desde este punto de vista, lo que prima es una defensa de la unidad de acción del partido, sobre el rupturismo liquidacionista. El debate puso de relieve hasta qué punto Altamira y Ramal han avanzado en una revisión de las posiciones históricas del Partido Obrero en este punto, que son posiciones que las organizaciones del CRCI comparten. En los textos previos de la llamada minoría esta revisión se eleva a doctrina: la libertad de las fracciones para llevar adelante una actividad propia se coloca por sobre la lucha común en el marco de la organización. Los compañeros explican esto diciendo que los criterios de organización revolucionaria del bolchevismo y la Internacional Comunista, que son el modelo político de los estatutos del PO no se corresponden a la actual etapa histórica. Un planteo que lleva por un tubo al movimientismo y los “partidos de tendencia” que encubren el pasaje de gran parte de la izquierda internacional al seguidismo a la centroizquierda. En su discurso fundamentando la retirada del acuerdo, Ramal llevó estas concepciones a fondo, defendiendo, por ejemplo, la “soberanía” de los comités locales por sobre el comité nacional, un principio que conduciría al Partido a ser una federación de comités provinciales. Mientras en la reunión tuvimos la crítica al nacional – trotskismo, expresando la necesidad de que todas las organizaciones demos una prioridad al trabajo de construcción revolucionaria internacional, ¡Ramal propuso una doctrina para el “provincial trotskismo”! Rechazó que los compañeros que se han colocado bajo la disciplina de Altamira se reincorporen a los organismos militantes en los que militaban previamente, reivindicando que cada compañero se reincorporara “donde quisiera” ¡Pero es elemental que un partido debe estructurar su militancia en base a los objetivos discutidos colectivamente! No era mas que una coartada para seguir con una organización paralela, o sea, la ruptura.


Viene al caso señalar que en vísperas de la reunión, conocimos un texto de Altamira dirigido al DIP en que se hace una reivindicación de este accionar paralelo, reivindicando actuar públicamente con consignas, orientación y actividades propias y ataca violentamente al DIP quien se pronunció en un documento reciente referido a la crisis del PO en defensa de la unidad de acción y de los principios del centralismo democrático. Altamira plantea en su réplica que no hay que hacer "fetichismo" de los Congresos, poniendo en tela de juicio la validez y legitimidad del 26º Congreso y justificando el desconocimiento de sus resoluciones y avanzando en su política secesionista.


La llamada minoría puso de manifiesto una enorme falta de solidez de los fundamentos políticos. Defendió con uñas y dientes una campaña electoral escindida, en momentos que abandona la consigna “Fuera Macri” que fue su caballito de batalla todo el Congreso, adoptando una consigna similar a la de la mayoría: Fuera el FMI. ¡Estamos frente a una diferencia de aparato, forzada, para llevar a la ruptura!


Como seguimos


La delegación del Comité Nacional presentó una propuesta para la reunificación del partido, en base a la presentada por los compañeros de la CRCI. Llamamos a toda la militancia a pronunciarse y apoyar esta propuesta. Cuando decimos toda la militancia, nos referimos a totalidad de los compañeros que se reivindican del Partido Obrero, los que integran la autodenominada “fracción pública”, los que han adherido a ella “democráticamente” en un intento de salvar la unidad del partido, los que se han retirado de la militancia como consecuencia de la crisis, a todas y todos.


Rechazamos el rupturismo de Altamira y Ramal, que será un enorme retroceso para la izquierda argentina, con alcance internacional.


El fracaso de la reunión es un golpe para todo el CRCI, pero ha sido clarificador. Quedó planteada en la reunión nuestra predisposición para dar pasos concretos y proseguir con una actividad internacional común en el marco de la CRCI.