Balza la metió en la bolsa
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“Fuerte corriente de apoyo al crítico documento de Balza”, tituló Clarín a la hora de resumir las posiciones del oficialismo, y en particular de la “oposición” centroizquierdista. El “fuerte apoyo político que provocó el reconocimiento del Ejército sobre la utilización de métodos ilegales”, estuvo encabezado, sigue Clarín, “por el presidente Carlos Menem y los candidatos opositores José Octavio Bordón y Horacio Massaccesi”(27/4). De nuevo, “los tres mosqueteros” dan pruebas de que están de acuerdo en lo fundamental.
Pero hay más que esto. Para el “Cavallo” Alvarez, “El mensaje es un paso importante… en el camino de la verdad.. ” Alvarez se supera aquí a sí mismo en grosería intelectual y rastrerismo político.
Para el “socialista” Bravo “…el mensaje de Balza en líneas generales es positivo…”, sin importarle que el militar pone débiles y tardios reparos a algunos aspectos de la represión criminal pero nunca a su fondo de clase, y que además tampoco toma ninguna medida para depurar a la fuerza armada.
Las organizaciones Línea Fundadora, Abuelas y Familiares llegaron al extremo de criticar a Hebe de Bonafini por no apoyar a Balza, asegurando que la posición de Madres “no concuerda con el pensamiento de la mayoría de la población”. Sin embargo, una encuesta oficial acaba de descubrir que “el 45% de los ciudadanos sostiene que los militares deben ser juzgados otra vez” (Página 12, 27/4).
La ironía de esta encuesta es que hace trizas la posición mojigata del “Cavallo” Alvarez, que siempre procura estar a tono con “las demandas de la sociedad”.
Corriéndonos un poco hacia “la izquierda”, descubrimos que Pino Solanas dice que el documento de Balza “Pone de manifiesto una premisa fundamental que siempre defendimos: la búsqueda de la verdad” (Río Negro, 27/4). Así caracteriza este verdadero “tronco” que encabeza la Alianza del Sur, el trabajo de ocultamiento de Balza y la pretensión de éste de retirar las denuncias de los arrepentidos del escenario público. La “verdad” de Balza apunta a evitar el juicio y castigo de los culpables, lo cual la convierte en monstruosa mentira, en primer lugar fáctica, en segundo lugar histórica y social. Con 20 años de demora, Solanas nos viene a confesar que él se encuentra del otro lado de la barricada, incluso si pretende empuñar en la defensa de esa trinchera explotadora el arma de la ley —como lo hizo cuando votó la intervención legal a Santiago del Estero.
(El partido comunista ha tenido que sacar una solicitada contra Balza para cubrirse sus espaldas ante la posición de su líder electoral).
Luis Zamora, siempre “positivo”, vio en el documento de Balza “la confesión pública de las torturas y asesinatos cometidos por la dictadura militar” (Diario Popular, 28/4), pero no la maniobra política fundamental de ese documento, que es el intento de sustraer del conocimiento público a los militares arrepentidos y sus denuncias. Zamora tampoco vio la doctrina que sienta ese documento acerca de que el ejército suplantó a la sociedad en la lucha contra el “terrorismo”, por medio de una suerte de representación, “mesiánica”, pero representación al fin, de esa sociedad.
La operación ocultamiento protagonizada por Balza ha servido para denunciar las limitaciones políticas, sociales, intelectuales e incluso morales del centroizquierdismo y del izquierdismo democratizante argentino.