Políticas

25/11/2010|1156

Barcelona: del humor negro a la prensa amarilla

En la pasada edición de Prensa Obrera comentábamos el pasaje al oficialismo de Pablo Marchetti, director de la revista Barcelona, que se exacerbó luego de la muerte de Kirchner. El último ejemplar de la revista (Nº 200, del 19/11) no solamente da un paso más en esa dirección: encubre un crimen político perpetrado por la santísima trinidad de la burocracia sindical, la policía y los capitales contratistas subsidiados del Estado. En esta ocasión, cuando se cumplía un mes del asesinato de Mariano Ferreyra y los responsables políticos del asesinato no están siquiera imputados, la nota de Barcelona no se refiere a este encubrimiento. Con el pretexto del humor negro da legitimidad a la tesis del poder y de sus escribas, para quienes el asesinato de Mariano es ‘funcional’, ‘sirve’ o ‘es aprovechado’ por sus compañeros, o sea el Partido Obrero. En el caso de Barcelona, la figura de Mariano sería un regalo del cielo para la izquierda, pues quizás la ayude a formar un frente electoral. Esta verdadera ‘sirvergüenzada’ es largada cuando asistimos a una gigantesca manipulación mediática con la figura del fallecido ex Presidente y con una viudez explotada en clave de encuestas electorales, y hasta de deformación histórica -que presenta al pagador serial de la deuda externa fraudulenta como un guerrillero de la lucha contra la flota anglofrancesa que pretendió imponer la internacionalización de los ríos interiores; más o menos lo que está procurando obtener la IV Flota de Estados Unidos, con la cual el ejército argentino acaba de realizar maniobras conjuntas para ‘proteger’ el canal de Panamá.

Barcelona habla de “marianoferreyramanía” y la vincula con los “apetitos electorales” de la izquierda, algo simplemente bochornoso en quien se ha convertido al kirchnerismo y no denuncia la manipulación escandalosa del cadáver de su jefe. ¿Los asesinos somos entonces nosotros, como escriben los plumíferos del oficialismo? Imaginamos por anticipado a los olfas del gobierno sonriendo por nuestra incapacidad para apreciar el ‘humor negro’ de Barcelona y reprochándonos nuestra reacción contra la libertad de expresión que defendemos. Se equivocan: el humor es negro cuando ataca al poder y a los poderosos, cuando sirve para poner trazos gruesos a su ignominia. Cuando en cambio se ensaña contra los luchadores y sus partidos para encubrir al poder, el negro se convierte en amarillo, y la prensa que esgrimía el humor para cuestionar se convierte en prensa amarilla. El asesinato de Mariano -obrero, estudiante, luchador, amigo y camarada- ha suscitado una inmensa pasión en el país: la pasión de un pueblo y de una clase obrera que dice basta a la burocracia sindical que sirve a este gobierno como antes sirvió a otros y a sus bandas asesinas, y la pasión enferma de los que comen de la mano de ese mismo poder. Ha reforzado la pasión por la lucha y el odio de los explotadores. Los ‘industriales’ no reclamaron, en la Conferencia de la UIA, por el juicio y castigo a todos los culpables sino por el mantenimiento a rajatablas de la tercerización. Lo mismo hizo la Presidenta al firmar el ‘pacto social’ con los pulpos petroleros, de un lado, y la burocracia sindical de petroleros y de la construcción, del otro.

La tapa de la edición de Barcelona que se refiere en los términos señalados al asesinato, no está consagrada a Mariano Ferreyra -como sí lo hace Carlitos Tevez con su mensaje video enviado a todo el país desde el exterior. Está dedicada a Carrió, Majul y otros periodistas derechistas sin ninguna relevancia en el proceso político actual, pero que sí ocupan, por eso mismo, por su fatal relevancia, el centro de la crítica oficial. ¿Y Pedraza? ¿Y Roggio o Cirigliano? ¿Y la Barrick? ¿Y la deuda? ¿No hubiera pasado mejor a la posteridad una tapa con Cristina abrazada al jefe de la Barrick -con la bandera de Argentina y del pulpo minero cruzadas? Barcelona se ha transformado en una revista para-estatal -lo cual no causa ninguna gracia. El humor negro se llama así porque le da una expresión feroz a la denuncia del poder, no cuando es su alcahuete; incluso si trata de disimularlo. Los dueños de Barcelona pueden cambiar de opinión y hacerse oficialistas, pero en ese caso transfieran la revista a otros -no sin antes pagarles las indemnizaciones correspondientes a los cambios de firma.

El humor negro, para ser tal, debe jugar un papel crítico hacia el poder, hacia el statu quo, hacia los opresores. El humor negro es subversivo: en Colombia, los paramilitares asesinaron a un humorista negro que gozaba de la simpatía de los colombianos. La ironía y el sarcasmo son lujos de la inteligencia porque critican lo que no está bien visto criticar o aquello que sólo puede responder con actos de poder -no con sarcasmo o ironía. En muchas ocasiones, a lo largo de la historia, ese humor fue tal porque se convirtió en una de las principales formas de resistencia y rebeldía. ¿Es ‘negro’ el humor que no está al servicio de la resistencia y de la rebelión? Barcelona supo desarrollar a pleno su creatividad y su capacidad crítica en la medida en que fue independiente de los poderes de turno y una herramienta para desenmascarar a los que tienen la sartén por el mango. Ahora debería estar al servicio de la lucha contra el encubrimiento: una mesa que muestre, por ejemplo, a los firmantes de un pacto social para asegurar la tercerización, como una cita de cuervos. Como dice el tango: “Ya no sos mi Barcelona, ahora te llaman Borocotó”. Lamentablemente, debemos admitir que fuimos lentos en llegar a todas estas conclusiones: en ocasión de la masacre de Cromañón, hace cinco años, el “humor negro” de la Barcelona sirvió al encubrimiento del ibarrismo.

No es cierto, por otra parte, que los de Barcelona “se tomen todo en broma” o que “no tengan límites”: Barcelona se burla de la “marianoferreyramanía”, pero se conmueve con la “Kirchnermanía”; sus directores se suman a los actos del PJ (¡otro hallazgo de la ley de medios!). En las respuestas al correo de lectores de este número llegan a decir que el actual “es el mejor gobierno de la historia argentina”, y que hay que estar a la izquierda del gobierno “pero desde el campo que nos propone el kirchnerismo” (esto demuestra que incluso la estupidez puede ser muy negra). Marchetti se alegra de vivir “en una etapa de contradicciones”: no parece, porque no toma partido por Mariano y por los luchadores contra la burocracia sindical. ¿”Alegría”? ¿Qué “alegría”? La oportunidad que ofrecen las contradicciones a la felicidad humana es la oportunidad de luchar -no la de navegar entre dos mares. El “rey de la transgresión” se ha terminado aburriendo de su oficio. No hay humor en defender a los súbditos del Club de París, mientras los chicos misioneros, jujeños, chaqueños, santiagueños y bonaerenses se mueren por desnutrición.