“Boom de la bolsa”: Un golpe de estado de 5.000 millones de dólares
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Tan sólo 45 días atrás, la Bolsa de Comercio dio a publicidad los balances de las empresas que habían arrojado pérdidas al 30 de marzo último. La información señalaba en esta situación deficitaria a Acindar, Agrometal, Alpargatas, Aluar, Atanor, Bagley, Canale, Della Pena, Electroclor, Ferrum, Fabril, Grassi, Massuh, Molinos, Perkins, Química, Renault, Vasalli, Siderca... (El Economista, 12/7).
En ese mismo momento, sin embargo, comenzaba a gestarse el llamado “boom” de la Bolsa. El aumento promedio del precio de las acciones superó al 100% en tan sólo tres semanas. Las acciones de las empresas “en rojo” subían, incluso, por encima del promedio general.
Tamaño “milagro” no puede ser atribuido a la solidez de las empresas, pues si la situación de éstas pudo haber variado en los meses siguientes, están obligadas a enjugar las pérdidas pasadas antes de poder repartir los supuestos nuevos beneficios.
Tampoco se puede atribuir el “milagro” a la llamada “mayor confianza". Es que como lo señalaron incluso voceros oficialistas el plan de convertibilidad está jaqueado por un déficit fiscal que “supera los 200 millones de dólares mensuales’’ (Clarín, 22/8) y por una inminente renegociación de la deuda externa que obligará al pago de por lo menos el 15 al 25% de los intereses atrasados (1.500 a 2.500 millones de dólares).
La razón del “boom” bursátil tiene que ver con algo totalmente diferente y a la vez mucho más “concreto”: se trata de un nuevo paquete de medidas, como viene ocurriendo desde 1980, destinado a “licuar” deudas empresarias, subsidiar a pulpos en quiebra y valorizar los activos de los bancos en rojo. En la confección de estas medidas han intervenido en forma conspirativa el Ministerio de Economía, el Banco Central, el Banco Nación y la Comisión Nacional de Valores.
Golpe de Estado en la Bolsa
A mediados de julio, Cavallo dio un virtual golpe de estado al colocar a Martín Redrado como Presidente del Mercado de Valores, en violación de todas las disposiciones legales vigentes. Se repitió lo hecho por Menem con el Tribunal de Cuentas de la Nación, un organismo de control de la Tesorería, cuyos miembros fueron revocados mediante una resolución. Martín Redrado, administrador de un fondo de inversión bursátil en EE.UU. fue designado para superar la oposición de los anteriores funcionarios a violar los términos de la privatización de ENTel y entregar el grueso de las acciones que aún tiene el Estado a los grandes inversionistas en lugar de distribuirlas entre el gran público. Redrado, un especulador bursátil sincroniza las operaciones en la Bolsa argentina con los fondos extranjeros. Quedaba montada así una extraordinaria oportunidad de superbeneficios, dados los enormes rendimientos que se esperan de parte de la Telefónica y Telecom. Como un aspecto lateral pero harto significativo, este giro permitiría que la telefónica Bell de EE.UU. pudiera ingresar al negocio de las telecomunicaciones, algo que la embajada norteamericana está reclamando con creciente dureza. La cotización de las acciones residuales de ENTel aumentará el giro de la Bolsa en varios centenares de millones de dólares.
Una vez que fue establecida la política de impulsar la especulación en la Bolsa “emergente”, el Banco Central adecuó su política monetaria a este fin. Mediante la creación neta de dinero se provocó una caída abrupta de las tasas de interés, de modo que el dinero en lugar de ir a los bancos fuera a la Bolsa. Tasa de interés baja, dólar fijo y una orientación oficial de sostener la especulación bursátil, debían dar el resultado previsto. Para engrasar la maquinaria el gobierno anticipó reducciones de deudas de algunas empresas con el Estado, que sólo fueron licuadas oficialmente cuando el “boom” estuvo en marcha; por ejemplo con Celulosa (Citibank) Puerto Piray.
Una medida adicional de esta especulación concertada fue la decisión, que demoró mucho en trascender, de que el Banco Nación financiará el déficit de Tesorería para no hacer aparecer en esa función al Banco Central (Clarín, 22/8). La emisión monetaria prohibida por ley fue disimulada por los préstamos del banco que fundó Carlos Pellegrini. La especulación ha sido financiada con inflación, una inflación “reprimida" por el tipo de cambio fijo, el cual retrasa su traslado a los precios.
El segundo paso lo dio el Banco Central que resolvió aplicar una política de no absorción de los australes que emitiría de manera de provocar una baja de la tasa de interés e inducir el vuelco de la especulación hacia el circuito de la Bolsa.
Esta acción orquestada entre el gobierno, los fondos externos y los bancos explica la suba indiscriminada de las acciones, notablemente las de las empresas con pérdidas; no es la “confianza”, sino el fraude, lo que desató el “boom".
De allí que los primeros en comprar acciones fueron ciertos fondos extranjeros alertados de la “jugarreta "oficial.
El segundo golpe de Estado
El lunes 26 Martín Redrado reveló públicamente la finalidad de toda esta provocada euforia bursátil al anunciar que el Estado canjeará por acciones “a valor de mercado” la deuda y los avales caídos de las empresas con los bancos oficiales.
Resulta evidente entonces que el alza de las acciones estuvo dirigida a “licuar” la deuda de las empresas, las cuales podrán cancelar sus compromisos entregando unas pocas acciones. Esta “licuación” significa, claro está, una estatización parcial de las empresas del orden de los 5.000 millones de dólares (lista de deudores con el Banade). El Estado se compromete a no vender de inmediato esas acciones (Clarín, 27/8) para que estas no caigan en manos de la competencia, pero por sobre todo porque terminará revendiéndolas a la misma empresa a un precio inferior, lo que evidentemente redondea el negociado. La capitalización artificial en la Bolsa de empresas quebradas, tiene precisamente por finalidad rescatarlas a través de una orquestada intervención del Estado.
El Ministro Cavallo, quien en 1982 como presidente del Banco Central estatizó la deuda externa de las empresas privadas, ahora completa su labor estatizando la deuda interna de las empresas privadas con el Estado.
Que no se trata de moco de pavo lo revela el simple hecho de que las deudas empresarias con el BANADE superan, lo repetimos, los 5.000 millones de dólares, pero Redrado adelantó que también se incluirán las deudas empresarias con el Banco Nación.
El “complot” bursátil ha sido matemáticamente planeado, nada quedó librado al azar y mucho menos a las fuerzas “ciegas” del mercado. Por sus características conspirativas todo este operativo es un delito que debería ser inmediatamente investigado.
Crece la deuda nacional
Especulación bursátil y destrucción de la economía
Al atribuir el alza de la Bolsa a la afluencia de fondos externos, las “autoridades económicas" han pretendido justificar su opinión de que especulación bursátil es un síntoma del inicio de una corriente de inversiones extranjeras hacia Argentina. Pero cuando días más tarde decidieron ser más precisos, resultó que la plata venía de México y de Chile, adonde habían recalado nace poco más de un año, con la misma impresión de que habían llegado para quedarse por largo tiempo. Los movimientos erráticos de capitales de una Bolsa a otra y de un mercado especulativo a otro, describen un panorama diferente al que muestra el oficialismo: el de un capitalismo que no encuentra oportunidades de inversión productiva y que necesita, por eso motivo, valorizarse como tal a través de maniobras que arruinan los fundamentos económicos de los Estados Nacionales, mediante la inflación de la deuda pública nacional, incluso privada.