La megaofensiva antiobrera del gobierno de Javier Milei, concentrada en el DNU presidencial, ha desatado cacerolazos y manifestaciones de trabajadores en muchas regiones del país. Es que implica, entre otras cosas, el establecimiento de una reforma laboral que barre con la jornada de 8 horas y facilita los despidos.

Los cacerolazos comenzaron a desarrollarse durante la noche del miércoles 20 de diciembre, luego de que el Presidente anunciara su DNU a través de una conferencia de prensa y tras la enorme jornada de lucha convocada por el Frente de Lucha Piquetero y por distintas organizaciones sindicales, de derechos humanos y políticas, que terminó con un acto en Plaza de Mayo.

Tuvieron lugar en distintos barrios porteños, en el conurbano bonaerense y en diversos puntos del país. Uno de sus epicentros fue Congreso, donde se congregaron miles de personas en rechazo a la política del gobierno.

Las jornadas de lucha se extendieron durante los días subsiguientes. El jueves 21 se reprodujeron otros cacerolazos en Congreso. Almagro, San Telmo, Boedo, Constitución y Recoleta fueron algunos de los barrios que se sumaron a la movida. Antes de ello, el Sutna (sindicato del neumático) se movilizó a Congreso para manifestarse contra el DNU presidencial y para exigir que la CGT convoque a un paro activo nacional.

Los manifestantes golpearon sus cacerolas en otras provincias como Santa Fe y Córdoba. En esta última, el 20 de diciembre se movilizaron más de 20 mil personas en el marco de la jornada de lucha piquetera. El gobierno de Martín Llaryora reprimió los cacerolazos del jueves 21 y detuvo manifestantes.

En Rosario, una multitudinaria manifestación, de la que participaron organizaciones políticas y piqueteras, confluyó en el Monumento a la Bandera. Asimismo, hubo cacerolazos en Bariloche (Río Negro) y Puerto Madryn (Chubut), con movilizaciones y cortes.

En la provincia de Buenos Aires, miles de personas movilizaron en la ciudad de La Plata. Asimismo, tuvieron lugar cacerolazos en localidades como Pilar, Quilmes, Lomas de Zamora y Almirante Brown, entre otras.

Los cacerolazos continúan desarrollándose y muchos de sus impulsores se han sumado a la marcha que convocó la CGT este miércoles 27 en Tribunales para exigirle que convoque un paro general.

Las protestas han venido desafiando el protocolo inconstitucional con el que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich pretende eliminar el derecho a la protesta y reforzar la represión contra la clase obrera.

La situación reproduce, a su modo, algunos de los rasgos del cuadro político que primaba en 2001. Argentina está asistiendo a un colapso económico y social de gran envergadura. Los índices de pobreza son similares a los de esa época. Y parte del personal político de De la Rúa integra hoy el gobierno de Milei.

Y, al igual que diciembre de 2001, las cacerolas se unen a los piquetes para protestar contra una política de ataque contra los trabajadores y de entrega en toda la línea al capital imperialista.

Resta ver qué pasará en los tiempos por venir. Los trabajadores tenemos el desafío de salir a las calles masivamente para derrotar al gobierno de Milei. Impulsemos instancias de deliberación en los lugares de trabajo, en los barrios y en los lugares de estudio para organizar la lucha por todas nuestras reivindicaciones. La CGT y las CTAs deben convocar a un paro activo nacional.

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