Políticas

10/6/1999|630

Cada elección un fraude

Lo peor que hicieron los diarios del lunes pasado no fue valerse de la ‘boca de urna’ para informar sobre las elecciones en Tucumán.


Peor todavía fue que se esmeraron en ‘interpretarlas’. Fue así que calificaron lo que parecía una victoria de Bussi como otra manifestación más del ‘enano fascista’ que se esconde en el pueblo argentino. ‘Tenemos los gobernantes que nos merecemos’, opinaron de nuevo con indisimulada satisfacción los plumíferos. No hay que cambiar entonces de gobierno sino de pueblo —como ironizó hace mucho un dramaturgo alemán.


El martes nos enteramos de que no había ganado el ‘proceso’ sino la democracia. Para celebrarlo se fue a Tucumán el cantante de Bussi durante el “proceso”, Palito Ortega. Junto con varios coimeros, en las infinitas listas del PJ ‘democrático’ ganador, iba el bussista Bulacio reciclado como candidato justicialista a intendente. Los ‘procesistas’ poblaron también las listas de la Alianza, como ya ocurriera en Salta y en San Juan. Incluso Pueblo Unido de Parajón llevaba un represor, Carlos Imbaud, en sus listas.


Ahora sabemos que las ‘bocas de urnas’ son un criadero de ‘bocones’. Pero sabemos más: que ahora que ganaron los ‘demócratas’, los ‘procesistas’ están tan seguros como antes. Y los banqueros, y la oligarquía, y el imperialismo.


No se trata solamente entonces de cambiar de gobierno sino de acabar con el sistema.


Porque, en definitiva, lo de Tucumán fue un gigantesco fraude. Mil sublemas, 25.000 candidatos, derroche de publicidad, corrupción en gran escala, sustracción de votos, mesas adulteradas. Es decir, un sistema podrido que se pudre cada vez más.


Es éste el sistema que debe encarar la crisis económica, la recesión, la fuga de capitales, el quebranto de los grandes pulpos, el crecimiento de los despidos y de la desocupación, el derrumbe del campo, la caída de los salarios. La crisis capitalista mundial, en fin.


Solamente el Banco Nación tiene hipotecadas a su nombre el 44% de las tierras con aptitud agrícola (La Nación Revista, 6/6); si se suma a la banca privada resulta que el campo argentino es una dependencia del capital financiero. Pero el Banco Nación es, a su vez, esquilmado por Soldati, Alpargatas, Piedra del Aguila, el grupo Güemes —que se refinancian a costa de la banca estatal, es decir del presupuesto nacional.


Es el sistema de los Moneta, prófugo por fraude bancario, un hombre del Citibank y de los fondos de inversión más importantes de Wall Street.


Es el sistema de un Estado que, a fines del ‘99, llegará a una deuda externa de 170.000 millones de dólares y de provincias que ya no pueden pagar la propia.


En oposición al fraude democrático y a las elecciones viciadas y truchas, los chacareros y los camioneros cortan las rutas de norte a sur del país; los estudiantes y los docentes ocupan las plazas; los obreros de la metalúrgica Corni, de la plástica Faplac y del cordón industrial de San Lorenzo salen a la lucha.


La contradicción entre este régimen político y su base capitalista; entre el gobierno y sus partidos con el pueblo; entre el saqueo de la patronal y el hambre popular; ésta es la contradicción fundamental, que tiene que ser superada.


Por eso planteamos la huelga general contra los despidos; por la reincorporación al trabajo de los desocupados; por un aumento salarial y de las jubilaciones; por la triplicación de los presupuestos de educación, salud y vivienda bajo control obrero; por el fin de la flexibilidad laboral (jornada de ocho horas, semana de 44).


Que las organizaciones sindicales, populares y vecinales rompan con las patronales y sus partidos para luchar por un gobierno de trabajadores.