Políticas

28/6/2023|1671

EDITORIAL

Candidaturas derechistas y pueblos que se rebelan

Escribe Eduardo Salas

Movilización en Jujuy

El peronismo se unificó detrás de un candidato cuyo mayor mérito es haber logrado que en 10 meses haya más de 3.300.000 nuevos pobres. El dato no es menor y lo de mérito no es una chicana, porque los nuevos pobres surgen de haber aplicado un ajuste a rajatablas: solo en los primeros cinco meses del año, el gasto primario real cayó 6,4% en términos interanuales, las jubilaciones un 5,4%, las asignaciones familiares el 30% y la prestación Alimentar el 8,4%. A esto debe sumarse: la caída del salario de los trabajadores formales como resultado de acuerdos que quedan por debajo de la inflación; el crecimiento de la informalidad laboral y, obviamente, la inflación que golpea más fuertemente a los productos de la canasta básica -o sea, la alimentación.

Estos logros no los consiguió solo y eso tampoco es menor. Todo ello es lo que lo convierte en un candidato del FMI y de los capitalistas que operan en el país. Contó con la colaboración de la burocracia de los sindicatos, de las organizaciones sociales y de los movimientos populares que en diversos ámbitos fueron asociándose al Estado. También, de un recrudecimiento de la represión a las protestas, con un aumento de la criminalización y la acción directa de los gobiernos provinciales. Esto tampoco es menor.

La decisión de Cristina Fernández de Kirchner de bajar a “Wado” de Pedro, el candidato que “entusiasmaba a la militancia”, para entronar a Massa no debería sorprender. Cristina es fiel a la línea que trazó cuando lo designó por tuit a Alberto Fernández como su candidato, porque era “potable” para los buitres y el FMI. La orientación del kirchnerismo fue llegar a un acuerdo con el Fondo para asumir la “deuda criminal” de Macri de entrada. Con la asunción de Massa como ministro de Economía, el kirchnerismo cerró filas con él; de hecho, ha sido el cogobierno entre el tigrense y la “jefa”. Entre los funcionarios K en Energía, que viabilizaron los tarifazos, el acompañamiento de Máximo al ministro a China y el aporte de las organizaciones afines, el kirchnerismo le facilitó el ajuste que produjo 3.300.000 nuevos pobres. Mientras, Cristina retaba a los “pibes para la liberación” para que ciegos, sordos y mudos peleen votos para el hombre de la embajada norteamericana, de los grandes capitalistas nacionales, de las megamineras (a las que le acaba de ofrecer como una “torta” la cordillera para generar los dólares para pagarle al Fondo -sic).

La candidatura de Grabois es parte de este proceso de contención. El amigo del Papa metió a los suyos junto a la ministra del hambre, Tolosa Paz, la misma que le niega la comida a los comedores populares. Grabois junta votos de los desencantados para después llevarlos a votar a Massa en las generales y ni qué decir si este entra al balotaje. En las acciones mueren las palabras. Grabois no rompe con Massa, solo busca impedir que la izquierda capitalice el descontento, un trabajo sucio al cual se ha prestado con imposturas y mucha hipocresía.

La noticia de la candidatura de Massa fue bien recibida por el “mercado”, con suba de acciones y una baja (modestísima) del dólar blue. Pero duró poco, el martes, el Central tuvo que vender 123 millones de dólares. Es que la candidatura del ministro no alcanza por ahora para asegurar que el FMI largue el adelanto que pide el gobierno para hacer frente a la crisis de reservas sin proceder a una devaluación. El camino al 13 de agosto está plagado de obstáculos y la posibilidad de que los mercados terminen de ejecutar la devaluación que el gobierno trata de evitar está latente.

Una carrera de obstáculos

Por la tanto, la crisis económica dominará todo el proceso electoral. Pero más grave aún es la expresión política de esa crisis, ambas tienen un carácter sistémico; es decir, no expresan un problema coyuntural sino el fracaso del régimen político puesto en marcha hace 40 años, incapaz de resolver la crisis de deuda que produjo la dictadura genocida, el atraso y la dependencia semicolonial: la crisis es aún superior y la democracia (capitalista) viabilizó a los partidos que avanzaron sobre las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población -o sea, los trabajadores- para una mayor penetración del imperialismo y del capital financiero, y para producir un retroceso general de la Argentina en todos los aspectos. La burguesía y sus políticos son los responsables.

Pero no ha sido ni es gratis. El proceso electoral ha puesto de manifiesto un grado elevado de disgregación de las fuerzas políticas capitalistas. La fórmula única del oficialismo no lo niega; por el contrario, se trata de una medida desesperada para preservar intendencias, gobernaciones, etc. La crónica que hizo Cristina con el avión de la muerte atrás y Massa al lado deschavando la crisis para parir la fórmula única nos exime de mayores pruebas. El peronismo se enfrenta a la posibilidad concreta de una derrota en las urnas, que supere a la de 2015, frente al fracaso estrepitoso de su gobierno, que será recordado por el aumento de la pobreza, de la inflación, de la entrega. Y algo más, bastante más. El kirchnerismo se repliega a la provincia de Buenos Aires, desaparece de la fórmula presidencial por primera vez en 20 años. Entró en default la tentativa de reciclar al peronismo por la vía del kirchnerismo.

La oposición de Juntos por el Cambio tiene dificultades para capitalizar esta debacle por su propia división, que es la suma de las divisiones de los partidos que la integran, en especial el PRO. Y es la consecuencia del fracaso del gobierno de Macri. Por último, ni él ni CFK se animaron a presentarse como candidatos, conscientes que serían derrotados.

El alto porcentaje de abstención que se va verificando en las elecciones provinciales, al igual que el aumento del voto en blanco, son muestras de un hastío y bronca. La aparición de Milei y el alto porcentaje que le dan las encuentras son una expresión de lo mismo. El facho está jaqueado por la desconfianza que provoca en la burguesía sus posibilidades de gobernar sin producir una explosión social de envergadura. Por eso lo han ido llenando de denuncias -que confirman las que venimos haciendo desde la izquierda- los mismos medios de comunicación que lo levantaron para empujar una derechización de todos los demás; por eso le renunciaron candidatos clave en puestos a ejecutivos, como la gobernación de Buenos Aires, y por eso la baja performance de sus aliados provinciales.

Los trabajadores se meten y la izquierda que se planta

Lo más grave, para los capitalistas y sus políticos, es que mientras ellos están enfrascados en sus propias peleas los trabajadores aparecen protagonizando verdaderas rebeliones, como la de Jujuy (que aún sigue), la de los docentes salteños o los paros docentes en 10 provincias, que estuvieron en el orden del día. Y, muy importante, el paro general con una movilización de 30.000 personas en Rosario contra el narco-Estado santafesino.

Lo de Jujuy (y también lo de Salta) ha revelado un problema serio: no alcanza con ganar holgadamente las elecciones para contener el rechazo popular al ajuste, la entrega y el avasallamiento de los derechos. Gerardo Morales pretendió, primero, negar un reclamo salarial de los docentes, y luego avanzar en tiempo exprés con una reforma constitucional que se basa en garantizar la entrega del litio y reprimir las protestas. Tuvo que ir cediendo con los docentes y con aspectos de su reforma frente a un pueblo levantado. Sáenz en Salta hizo concesiones a los docentes para contener una verdadera pueblada cuando vio que la feroz represión a la lucha de la docencia y la salud lejos de desactivarla, la impulsaba. Y Jujuy dejó otra lección enorme, el PJ le votó la reforma exprés a Morales. El peronismo tendría tantos “traidores” que terminó poniendo al traidor número uno al frente de la fórmula, recordemos la cercanísima relación de Massa con Morales. La cuestión de la ruptura con el peronismo se pone en el orden del día, contra todo oportunismo electorero.

Estos dos ejemplos van al centro de los problemas: quién tiene el capital político para imponer los que todos los candidatos capitalistas afirman que hay que hacer: un ajuste mayor, con devaluación, tarifazos, mayor entrega de recursos, liquidación del régimen previsional, mayor precariedad laboral, etc., etc. Las elecciones no parecen resolver por sí solas el dilema. La derechización de todas las fuerzas políticas, las amenazas represivas contra la protesta social, la apelación a dividir los trabajadores, la saña contra el movimiento piquetero que cala en un sector de los trabajadores, todo ello prefigura que la resolución de la crisis se va a dar en las calles. Tal vez por eso, Espert se cura en salud y pretende la expulsión de los diputados del Frente de Izquierda Unidad.

Prepararse para ello es el papel de la izquierda en el proceso electoral. Y esta es la diferencia central entre la lista que encabeza Gabriel Solano y la de Myriam Bregman. Bregman y su partido apuntan a recoger los heridos del kirchnerismo sobre la base de presentarse como una variante de izquierda de este; por otro lado, rechazan al movimiento piquetero al cual ni siquiera acompañan en sus luchas. En Jujuy, nuestro constituyente y diputado rotativo electo fue puesto preso mucho antes de la reforma constitucional. ¿Cómo prepararse para esa lucha sin contar con el movimiento que consecuentemente y en forma multitudinaria enfrenta el ajuste? ¿Cómo intervenir sin luchar por expulsar a la burocracia de los sindicatos y fortalecer al clasismo?

La lista del PO-MST que encabezan Solano y Ripoll tiene como objetivo la organización de los trabajadores, de la lucha ambiental, de la juventud, de la mujer, para intervenir en la lucha de clases. Por eso convocamos e hicimos el Plenario de la Izquierda y los luchadores, con 20 mil compañeros en Plaza Congreso el pasado 17: para resolver un programa, un plan de acción, una estrategia y los candidatos que tengan la tarea de exponerla en la campaña electoral. Otra diferencia central con el PTS e IS, en el plenario debatió la militancia y se incorporaron numerosas organizaciones de lucha y de la izquierda.

“La izquierda que se planta” no es un eslogan, porque es la izquierda que ya se plantó: con la lucha del neumático derrotando a Massa y las patronales; es la que jaquea con sus reclamos a los gobiernos, que ofrece resistencia al ajuste contra los más pobres; es la que se organiza en las barriadas obreras de todo el país; es la que participa en el movimiento ambiental y organiza la lucha de los jubilados; es la que está en cada lucha de la mujer y contra el gatillo fácil; es la que salió junto a la madre de Cecilia en el Chaco; es la que se delimita del kirchnerismo para que los trabajadores rompan con él, y es la que hace todo eso con el programa socialista y por un gobierno de los trabajadores.

Es la política y los métodos que pueden llevar a la izquierda a ser un factor fundamental en la liquidación de un régimen de hambre, entrega y miseria.

https://prensaobrera.com/movimiento-piquetero/corrientes-se-suma-con-todo-a-la-campana-de-la-izquierda-que-se-planta