Políticas

1/11/2007|1015

Capital: La licuación del macrismo

La diferenciación con el 'progresismo'

Los resultados electorales de la Ciudad de Buenos Aires mostraron la inconsistencia del macrismo, que retrocedió del 45% de los votos al 4%, en solamente cuatro meses. Los votos macristas emigraron a Carrió y a Lavagna; una parte se fue al oficialismo. La ‘derechización’ de la Capital o el ‘gorilaje porteño’ quedaron relegados a la fantasía. Macri deberá gobernar ahora con Carrió y con el kirchnerismo. Es lo que acaba de hacer con el impuestazo en el ABL. Las disputas en torno de la transferencia de la Policía, el botín económico de los puertos, el juego, la obra pública, las “industrias culturales” y el turismo estarán a la orden del día.


La candidatura de Pino Solanas logró un 4% de los votos, que se elevó al 7% con el corte de boleta a favor de Claudio Lozano. Solanas se llevó la mitad de los votos que había cosechado Walsh en la elección de julio. Una buena parte de la base electoral de la “nueva izquierda” terminó haciendo lo que los dirigentes del MST no se atrevieron a consumar.


Nosotros retrocedimos un 33%, de 15.500 a 10.400 votos, en los cargos ejecutivos, en el marco de un fabuloso retroceso de la izquierda (el frente PTS-MAS-IS obtuvo 5.800 votos a Presidente frente a los 17.000 que habían sacado por separado hace tres meses).


Durante la campaña electoral, intervinimos en numerosas luchas, algunas de carácter encarnizado. Es el caso del conflicto del Subte, donde los trabajadores enfrentaron la triple presión del Estado, la patronal y las patotas de la UTA. En las calles, en los talleres y estaciones, desplegamos una agitación pública sin dobleces en favor de los trabajadores de Metrovías, cuando arreciaba una ofensiva mediática contra el Cuerpo de Delegados y, también, contra nuestro Partido. En ese lapso, Lozano, el candidato de una parte de la CTA, hizo silencio de radio.


En plena campaña presidencial, defendimos las posiciones de lucha en la mayoría de los centros de estudiantes de la UBA y en los colegios universitarios, mientras éramos atacados por esto por la gran prensa. Libramos una gran batalla antiburocrática en la Unión de Trabajadores de Prensa. El Polo Obrero protagonizó importantes batallas por la vivienda, acaudillando a otras organizaciones que batallan por el techo. Frente a esta situación, incluso una parte de los luchadores prefirieron votar por el binomio Solanas-Lozano, el ‘progresismo’, y su verso de redistribuir la riqueza sin necesidad de huelgas, cortes de calle o luchas. En las vísperas de los comicios la gente que sigue a Lozano pactó un acuerdo con el gobierno, una tregua con relación al IndeK.


Las elecciones no atenuaron sino que acentuaron las divisorias y trincheras políticas con el progresismo y los democratizantes.