Caracterización de la crisis
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Que la Alianza marcha derechito a una declaración internacional de quiebra sobre la deuda externa, lo acaba de admitir el mismísimo presidente del Banco Central, Pedro Pon, en un artículo en el Financial Times donde pronostica “un aterrizaje forzoso para los países emergentes”, Pon desnuda, al mismo tiempo, la inutilidad de toda la ‘terapia’ fiscal con la que la Alianza quiere resolver la cesación de pagos de la Argentina, al señalar que una sobretasa de 800 puntos en los intereses de la deuda, como se venía pagando antes de los últimos acontecimientos, equivalía al 1,5% del FBI, o sea unos 4.500 millones de dólares, lo cual duplica el déficit previsto en el presupuesto del 2001. Pero desde hace tres semanas esa sobretasa subió a un rango de 800 a 1.000 puntos, con un aumento potencial de la carga financiera por intereses de alrededor de nueve mil millones de dólares. Esto no lo arregla una elevación de la edad de jubilación para la mujer, ni mucho menos el cierre de la jubilación estatal para los que ingresen de aquí en más al mercado laboral, lo que incluso redundará en menos ingresos para las arcas públicas. Esa sobretasa es en sí misma una declaración de bancarrota y convierte a los que han defendido a ultranza el pago de la deuda en los responsables de su repudio.
Pero que la Argentina venga desde hace mucho tiempo reciclando una deuda externa que no puede pagar, no es la causa más importante del estallido financiero de estos días, ni tampoco lo es el hecho de que el incremento de la deuda externa se haya acelerado en los últimos tres años, y que esto haya ocurrido cuando la producción y las inversiones han estado cayendo. Aunque todo esto sería harto suficiente para declarar la bancarrota de un país, la causa precipitante de la crisis es la generalizada situación de bancarrota de importantes pulpos de nivel internacional, que hoy están pagando por sus propias deudas una sobretasa de interés del mismo rango que los llamados ‘países emergentes’. De acuerdo al último informe del FMI, la sobretasa de los “bonos de riesgo” de las grandes empresas internacionales, como por ejemplo el pulpo Telekom de Alemania, pasó de 435 puntos a fines del ‘99 a 793 puntos en octubre último (Gazeta Mercantil, 13/11).
“Es la economía norteamericana, estúpido”
Al igual que la Argentina, el crecimiento de la deuda internacional de riesgo tampoco obedeció a un aumento de las inversiones productivas. Según el FMI, una parte importante del mayor endeudamiento capitalista fue usado para adquirir empresas rivales o recomprar todos los casos, de elevar los beneficios de los poseedores de acciones. Ahora, con la desaceleración económica en Estados Unidos, el aumento del precio del petróleo, el retroceso del euro y las caídas en Asia (quiebra de Daewoo y Hyundai), los prestamistas son renuentes a refinanciar a los grupos altamente endeudados. “El informe del FMI -comenta la Gazeta- confirma un escenario en que el factor fundamental no es la Argentina sino la economía norteamericana”.
Uno de los sectores más comprometidos con la crisis financiera es el de los bancos norteamericanos, que tomó una enorme deuda para especular con la suba de Wall Street y se encuentra ahora con una caída en picada de las acciones que cotizan en Bolsa (el lunes pasado, la Bolsa de valores tecnológicos de Estados Unidos cayó por debajo de los 3.000 puntos, un 40% de desvalorización sobre los 5.000 de principios de año). En los últimos días, ha trascendido la posibilidad de la quiebra de la financiera norteamericana Finova, que tiene una cartera de activos de 13 mil millones dólares y que amenaza con dejar impagos unos 7 mil millones de deuda, en lo que sería “el mayor incumplimiento de pagos desde la Depresión de los años ‘30” (The New York Times, 2/11). La deuda de Finova se está cotizando al 55% de su valor, por debajo incluso de la deuda argentina. Esta situación ha creado una amenaza de crac financiero para el conjunto de la Unión Europea, que ha sido la principal fuente de financiamiento de la deuda norteamericana en los últimos dos años y la razón de la devaluación de su moneda, el euro.
A la luz de esto se explica que el Financial Times opine que “un incumplimiento de pagos (de la Argentina) sería desastroso para la región” (10/11). En Brasil se siente ya el cierre del mercado internacional de crédito, aunque un director de banco opina que la principal amenaza no viene de la Argentina sino de “las empresas norteamericanas de segunda línea que están pagando sobretasas de 600 puntos” (Gazeta Mercantil, 6/11). La moneda brasileña, el real, ha vuelto a cotizar a dos dólares, una devaluación del 10%. “Pero si los problemas se intensifican -dice el Financial Times (10/11)- los países del este de Europa y de Asia podrían también verse afectados por una reducción de la demanda de los inversores”. De acuerdo al diario británico, ha comenzado una especulación contra el peso, el cual, en contratos a un año, pasó de 1,02 por dólar hace dos semanas a 1,10 por dólar la semana pasada. Del otro lado del hemisferio, en Sudáfrica, ha comenzado también una acelerada devaluación de la moneda por las mismas razones que se alegan para la Argentina -falta de crecimiento económico (The New York Times, 13/11).
Primero la quiebra, después el rescate
“La deuda argentina representa entre un cuarto y un quinto de toda la deuda comercializable de los países emergentes (…). Si Argentina no cumpliera con sus obligaciones, el efecto resultante puede eclipsar incluso el pánico financiero producido por la cesación de pagos de Rusia hace dos años”. Esto es lo que opinan dos especialistas que escriben en el Financial Times (10/11), agregando que una bancarrota argentina “pondría fin a los mercados emergentes tal como los conocemos ahora”. Un economista del ABN Amro apunta que “la vulnerabilidad de la Argentina en mercado de renta fija es enorme relativamente a lo que era en Rusia”.
El carácter internacional de la bancarrota argentina está diciendo claramente que no puede ser superada por un rescate financiero preventivo, porque incluso en el mejor de los casos dejaría en pie todos los factores fundamentales de la crisis, en especial la tendencia a la cesación de pagos de numerosos pulpos capitalistas y de otras naciones altamente endeudadas. Esto explica que el nuevo paquete de ‘ayuda’ que se anuncia desde el FMI no termine de definirse. “Una fuente del FMI” le dijo a la corresponsal de Clarín en Washington que “la misión del FMI no iría a la Argentina antes… del 23 de diciembre… la cifra final tampoco se definiría… Esto no está suficientemente maduro”. El ministro de Economía de España, por su lado, opinó que el rescate tendría que ser “contingente”, o sea que se usaría en caso de un estallido, como lo sería una fuga de capitales, y de ningún modo para prevenirlo (Clarín, 12/11). Para Juan Alemann, por otro lado, “falta aclarar en qué condiciones el Estado argentino tendrá acceso a dichos fondos… y cuál es la tasa límite para la colocación de títulos” antes de poder recurrir al FMI (La Razón, 13/11). Pero el solo hecho de que se espere que el FMI salga a poner un techo a las tasas de interés que reclaman los especuladores, es decir que compita con sus mandantes, revela la completa inconsistencia del llamado ‘rescate preventivo’. Los que abogan por la acción preventiva pretenden suspender la vigencia de la ley del valor, o sea lograr que la Argentina capitalista se cotice indefinidamente más allá de lo que vale relativamente a todos los otros capitalistas y a las otras naciones capitalistas. La Argentina, por otra parte, ya tiene ‘blindajes’ de todo tipo, como reservas de liquidez y un crédito abierto del propio FMI, que no han servido para evitar la quiebra. Por último, parece haberse olvidado muy rápidamente que el ‘paquete preventivo’ con el que el FMI intentó ‘rescatar’ a Brasil a fines de 1998 concluyó en la devaluación brasileña de principios del ‘99, y que el crédito a Rusia, a fines de julio del ‘98, terminó en la debacle de agosto de ese año. Por eso, el ‘rescate preventivo’ para la Argentina, de parte del FMI, es según el Financial Times “un asunto espinoso” (10/11).
“Golpe de Estado”
La Nación (12/11) le sacó a Felipe Solá, el vicegobernador de Buenos Aires, una declaración imperdible. “Hay una voracidad de los acreedores externos y de la banca -dijo- que no se satisface con los enunciados… Si los dejaran, también pondrían al presidente”. Según otro entrevistado, el presidente de la Transportadora de Gas del Norte, “hace veinte años, con un cuartel cerca, esto habría sido un golpe de Estado”. No son meras palabras, pues según Joaquín Morales Solá, el periodista que detonó el ‘Senado-gate’, Ruckauf le habría dicho que el presidente del Citibank, William Rhodes, vino a la Argentina para “pedir una oportunidad para De la Rúa” (La Nación, 12/11). Fue lo que Ruckauf también le dijo a Página/12: “De la Rúa está al borde del precipicio” (12/11).
Las tendencias al golpe y a la cesación de pagos están vinculadas como hermanos siameses. Es que la crisis ha abierto una lucha a muerte entre los principales grupos capitalistas. Mientras que el llamado “grupo productivo” encabezado por Techint creía haber impuesto su posición de que la plata de las AFJP y de préstamos internacionales fueran a financiar su llamado “plan de infraestructura”, “algunos bancos extranjeros quieren que los préstamos… sean sólo para respaldar el pago de la deuda” {Ambito Financiero, 10/11). De aquí resulta que el ‘rescate preventivo’, que incluye dinero de las AFJP, no es más que una maniobra para matar en la raíz el planteo fundamental que había hecho ‘la patria contratista’ de la Unión Industrial. En efecto, el nuevo planteo del gobierno de autorizar a las AFJP a comprar más títulos del Estado para respaldar el pago de la deuda externa, liquida desde el nacimiento el planteo de reactivación de los grupos industriales. Los buitres ya se han visto gastando dos veces la plata de los aportes jubilatorios privatizados aun antes de haber sido autorizados a ello. Ámbito Financiero da cuenta de una reunión de los buitres de ambos campos en el Hilton, en donde no habían logrado ponerse de acuerdo. Varios empresarios calificaron de fracaso la reunión patronal de Mar del Plata. Es decir que cuando los diarios dicen que la crisis es “política” antes que económica, están aludiendo a una división dentro del gobierno y del justicialismo que refleja la división del conjunto de la patronal local, tanto nacional como extranjera.
A la luz de esto se entiende que el paquete lanzado por De la Rúa-Colombo-Machinea no tenga nada que ver con bajar el déficit fiscal -incluso prevé violar la ley de solvencia fiscal y llevar la previsión del déficit de 4.500 a 6.300 millones de pesos-. A lo que apunta es a entregar el gerenciamiento del Pami a los bancos; a privatizar la recaudación, también en beneficio de los bancos; a reemplazar a la ANSeS por las AFJP en el control de inscripción de aportistas -es decir que son medidas que entregan nuevos resortes de control político-económico a los agentes de los acreedores internacionales-. Esto, lejos de atenuar la crisis, habrá de agravarla.
“Las condiciones políticas”
Pero el problema más serio que tienen por delante los explotadores capitalistas va más allá de una crisis financiera terminal y de la fractura mortal que los divide entre sí. En cualquiera de los casos, están forzados a golpear nuevamente a los trabajadores en momentos en que emerge como nunca la “Argentina piquetera” -calificativo que no sólo hace referencia a los cortes de ruta sino a que el piquete se ha transformado en el protagonista fundamental de toda lucha popular-. “Nuestro problema -le habría dicho hace poco Santibañes a su compinche De la Rúa- es que las políticas económicas necesarias son contrarias a las condiciones políticas actuales”. Comentando esta opinión, La Nación (12/11) agrega que “Santibañes propicia un cambio de las condiciones políticas”.
El cambio que propicia el ex servicio apunta en definitiva a liquidar la resistencia popular, pero para ello necesita producir un cambio de gobierno e incluso un cambio de régimen político. Ya para imponer los nuevos ataques previsionales, la Alianza ha dicho que se salteará el Congreso y lo hará por decreto. La salida de los Santibañes es despedir a 600.000 empleados públicos (el 5% de la población económicamente activa, acaba de proponer en Mar del Plata el archirreaccionario Manuel Solanet) y fijar el mínimo salarial en el nivel de los planes Trabajar, o sea de 120 a 160 pesos -esto para estimular la ‘competitividad’ argentina.
No está a la vista, sin embargo, ninguna combinación política que haga viable un nuevo gabinete. El gobierno de camarilla fracasó con la renuncia de Santibañes; el gobierno de la Alianza está reducido a su mínima expresión; ninguna fracción peronista está en condiciones de pactar un co-go- biemo; los militares ni figuran. El cambio de las condiciones políticas, por lo tanto, requiere aún de un mayor agudizamiento de la crisis, en especial de que se produzca la bancarrota que permita que emerja la ‘salida salvadora’. Lo que sí está claro es que la Alianza es ya una cosa del pasado y que el propio peronismo acabará de ser consumido por la crisis. La alternativa que plantea esta crisis es un régimen de emergencia que gobierne por decreto o la convocatoria de una Asamblea Constituyente libre y soberana.
De los cortes de ruta a la huelga indefinida
Esta caracterización de la situación hace saltar de inmediato las limitaciones que deben superar las masas trabajadoras. Moyano y De Gennaro, por ejemplo, han decidido lanzar una huelga de 36 horas que coincide con el retroceso que sus aliados del ‘grupo productivo’ que dirige Techint han sufrido en las últimas horas. Pero más importante que esto es que el llamado a parar está apoyado en el planteo vago de “cambiar el modelo” y no en una estrategia política independiente de la clase obrera y las masas. Los trabajadores son convidados a hacer de furgón de cola de un supuesto nuevo ‘modelo’, cuyo contenido lo acabará fijando un sector de la gran patronal, y no a establecer un programa propio y una organización alternativa capaz de asegurar la unidad en la lucha y de ser, como consecuencia de esa lucha organizada sobre nuevas bases, una alternativa de poder. Las luchas de las últimas semanas han puesto de manifiesto la necesidad de una política de conjunto; el levantamiento del corte de la Ruta 3, desconociendo el impulso que había dado a otros numerosos cortes de ruta, dejó aislados a todos los demás y contribuyó para que el gobierno zafara de la emergencia. No se trata de proponer una escalada de cortes de ruta, unos aislados de los otros, con la sola reivindicación de planes ‘Trabajar’ (“por diez, mil Matanzas”, propone el Pcr- Ptp), sino de una política de conjunto: por un congreso nacional de desocupados y por un congreso obrero de bases, para impulsar la huelga general indefinida, un plan económico de conjunto de la clase obrera y el pasaje del gobierno a una Asamblea Constituyente libre y soberana.
El método que pone al desnudo la conexión de la bancarrota argentina con la tendencia a la bancarrota generalizada del capitalismo ‘global’ -en primer lugar del más desarrollado y parasitario, el norteamericano-, y de la actual etapa con aquellas que la precedieron, pone también de manifiesto el carácter histórico de la presente crisis, o sea que ella no responde a las limitaciones de una u otra modalidad del capital, que no se restringe a las particularidades de este o aquel país o de este o aquel régimen político, sino que es el resultado de la maduración del conjunto de las relaciones sociales, una maduración que toma ya la forma concreta de bancarrotas generalizadas, crisis políticas, luchas de masas e incluso guerras de alcance internacional.