La escalada inflacionaria, especialmente en alimentos, no tiene techo. El poder adquisitivo de todas las clases populares cae en picada. Así debutó la “nueva etapa de estabilidad”, tras la aprobación del pacto con el FMI.

No es casual que se impuso con los votos de macristas y radicales junto a los peronistas. Se trata de más deuda y un programa económico a su servicio, que descarga la crisis sobre los trabajadores.

El impacto de la guerra en Ucrania resulta leña al fuego en la Argentina. Porque los grupos exportadores dominan el comercio exterior, porque el petróleo y el gas son explotados por los monopolios internacionales, porque la fuga de capitales se ha llevado afuera un monto equivalente a toda la deuda pública.

El pataleo del kirchnerismo es para salvar su propia responsabilidad en la crisis. Ellos avalaron todo lo que precedió al pacto ruinoso con el Fondo: el ajuste en estos dos años, reconocer y pagar hasta el último centavo de una deuda usuraria.

El estallido inflacionario actual expresa el fracaso del gobierno y de la burocracia sindical que lo sostiene.

Hay mucho para hacer frente a la estampida de precios.

Ante todo llevar salarios y jubilaciones al valor de una canasta familiar. Al mismo tiempo, todos los ingresos de la población trabajadora se tienen que actualizar por inflación automáticamente.

El 80% de la montaña de deuda en pesos del Estado está indexada, los salarios no.

Los topes paritarios impuestos por Guzmán son de hambre: 40% anual en cuotas cuando la inflación marcha al 65% anual, según los dos primeros meses del año.

Impulsemos la deliberación más amplia en los lugares de trabajo, sindicalizados y no sindicalizados, para quebrar la integración de la CGT y las CTAs al gobierno.

El movimiento de desocupados independiente del gobierno ha marcado un camino con el acampe y movilización del 15 y 16 de marzo, reclamando duplicación del salario mínimo.

Al desconocimiento e investigación de la usuraria y fraudulenta deuda externa, hay que acompañarlo con el control soberano del comercio exterior y la estatización de los puertos, así como la nacionalización del comercio exterior, de la banca y los recursos estratégicos.

A la miseria social creciente oponemos la lucha por las reivindicaciones y un plan económico de los trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas.

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