Políticas

13/8/1998|596

Carta a los Argentinos Exportadores

De la lectura de la Carta a los Argentinos, que la Alianza dio a conocer el lunes pasado, la conclusión que emerge es que los ‘argentinos’ hemos quedado reducidos a muy poca gente. El vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, por ejemplo, opinó que la Carta “coincide casi exactamente con las demandas que están realizando los industriales” (La Nación, 11/8). El columnista, agrega, de su lado, que “las medidas económicas de la Alianza parecen haber sido extraídas de las exposiciones que realizó José Luis Machinea durante la cuarta Conferencia Industrial Argentina”, cuando “Machinea tocó la música que los industriales querían escuchar”. Más que la ‘música’, la Carta es un disco compacto completo.


Esta Carta a los Argentinos Industriales no contempla, claro, aumentos salariales, seguramente porque lo deja al cuidado de negociaciones laborales ‘descentralizadas’, o sea que liquida de paso los convenios por industria y fuerza al trabajador a aceptar contratos por empresa o individuales. Después de 9 años de congelamiento salarial, es una verdadera ‘hazaña’ dejar intactos los salarios del menemismo y encima colocarse como superadores del ‘modelo’menemista. Cuando habla de la “modernización de las relaciones laborales”, la Carta dice que “procurará la elevación de la productividad”, es decir, que tiene por objetivo una mayor ‘flexibilidad’ y una mayor superexplotación, pero de manera alguna aumentar los salarios.


La Carta a los Argentinos Industriales tampoco habla de aumento de las jubilaciones, lo cual es otra ‘hazaña’, pero dedica amplio espacio al tema de la evasión de los aportes patronales a las Afjp. Esto significa que la Alianza descarga el porvenir de las jubilaciones en el sistema privado, cuyos primeros retiros ocurrirán recién dentro de 30 años, si es que antes las Afjp no son barridas por los derrumbes bursátiles y monetarios.


La Carta a los Argentinos Industriales no estima el período de tiempo que le llevará cumplir con la promesa de bajar la desocupación al 10%; probablemente prevea que le llevará más de los cuatro años de mandato de gobierno. Pero como en la Argentina el índice de desocupación es el doble del oficial, ya que los subocupados se cuenta por separado, lo que la Alianza promete para el 2003 es un 12% de desocupación, o sea un millón y medio de desocupados. La Carta ni siquiera contempla la posibilidad de un seguro al desempleado; sólo habla de su”reentrenamiento”. A este macaneo del ‘reentrenamiento’ han recurrido recientemente Clinton, Blair y Jospin para justificar el intento de acabar con la seguridad social en sus respectivos países, con el argumento de que de este modo no se estimula la vagancia y el ocio!! Se debe dejar aclarado, sin embargo, que la Alianza pretende llegar a ese magro resultado, por medio de una política de subsidios para los patrones que tomen trabajadores, con lo que el costo de reducir el empleo lo cargan los propios trabajadores que deberán cubrir el déficit fiscal con mayores impuestos. Sin embargo, como lo demuestra la experiencia internacional, los patrones terminan quedándose con los subsidios sin tomar a nadie y sin alterar su política de superexplotación.


Donde la Carta sí es harto generosa y muy precisa es en los subsidios que anuncia para los exportadores, y en una lectura entrelíneas para el grupo Techint. Subsidios ‘a la brasileña’ para las inversiones en proyectos para exportaciones; desgravación de las ganancias de los subsidios a la exportación; garantía estatal para los riesgos de los proyectos de exportación; desgravación de las importaciones de bienes de capital que se destinen a inversiones para la exportación. Estamos, en realidad, ante una Carta a los Argentinos Exportadores los cuales no pasan de un centenar de pulpos.


Como el lector se habrá dado cuenta no hemos hablado hasta aquí de la deuda externa; la razón es que para la Carta a los Pulpos Exportadores esta deuda no existe. La muy ‘aggiornada’ Alianza aún no se ha notificado de que un número creciente de naciones del sudeste de Asia, de Europa Oriental y hasta de América Latina, ha entrado en cesación de pagos, o sea que no ha podido seguir pagando la deuda externa debido a la enormidad de la crisis económica capitalista mundial. La Carta a la Argentina Exportadora prefiere dejar para mañana y para pasado mañana todo aquello que es incapaz de resolver hoy.


La Carta a los Argentinos es un monumento al irrealismo. Mas allá de su servilismo político e intelectual hacia los pulpos exportadores, el documento fracasa en la caracterización de la situación histórica actual. Con una ignorancia sin fronteras afirma que “estamos en vísperas de la formación de un nuevo paradigma que subordine la especulación a la producción y al empleo”. Con este juicio interesado la Alianza siente que marcha por el rumbo de la historia; de que ella es la expresión conciente de los procesos inconcientes, por eso la Carta dice en su Introducción: “Sabemos administrar el camino hacia ese futuro”. La Alianza se ofrece de este modo como un equipo de gerentes. Lamentablemente para estos gerentes la profesión está entrando en una completa contradicción con la crisis mundial. El “paradigma del empleo y la producción” ha quedado simplemente pulverizado en los últimos países que aún lo mantenían como una pesada reliquia: Japón y los ‘tigres’ de Asia. El capitalismo mundial ha entrado en el ‘paradigma’ de la bancarrota. Sus Estados se ven forzados a asumir las carteras incobrables de los bancos y una hipoteca financiera sin precedentes que habrá de llevar al mundo a la barbarie si la sociedad no rompe antes con la camisa de fuerza del capitalismo.


La Carta a los Exportadores es otra demostración más de que los trabajadores no tenemos salida si la clase obrera no se organiza como alternativa política. En lo que hace a la Carta a los Exportadores, podemos asegurar que ella se convertirá en pieza de museo bastante antes de diciembre de 1999.