Carta Abierta a la izquierda y a los luchadores
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Comité Nacional del Partido Obrero
El “Seminario por el reagrupamiento de los luchadores, las fuerzas populares y la izquierda” no pudo arribar al final de las deliberaciones debido al retiro unilateral de un grupo de tres o cuatro tendencias y personas, encabezado por el MST-Alternativa Socialista. Esto ocurrió cuando se estaba, exactamente, ante la posibilidad de coronar un acuerdo político para proseguir el debate, de aquí en más con la participación de las bases y de los militantes, y para organizar una acción común de todos los que participaban en el Seminario en los diversos terrenos de la lucha de clases. Veintidós organizaciones habían presentado al Seminario documentos escritos para la discusión — un hecho probablemente inédito en la izquierda, incluso a nivel internacional. Pero la quiebra unilateral del Seminario, cuando se iban logrando acuerdos políticos generales, que tenían el propósito de profundizar el trabajo iniciado, puso de manifiesto que para el puñado de organizaciones e individuos que abandonaron el Seminario, el debate planteado era sólo un “trámite” para camuflar un operativo político de otro orden, previamente establecido, esencialmente en función de acuerdos y candidaturas para 2007. Un Seminario convocado nada menos que para superar lo que fue caracterizado, indistintamente, por los que luego romperían el Seminario, como “fragmentación”, “retroceso”, “crisis” y hasta “derrumbe” de la izquierda, terminó en forma abrupta debido a una maniobra de cuarta categoría. Hasta ese momento, el debate entre los participantes había sido vigoroso e incluso desmedido y faccional, pero respaldado por textos que exponían las distintas posiciones en forma seria e inequívoca.
Un paso adelante, dos atrás
Para quien estuvo en el Seminario y para quien no estuvo, las propuestas presentadas para servir como declaración final del Seminario, o comunicado de prensa, son un testimonio elocuente. La primera versión presentada por el bloque del MST-Alternativa Socialista, que, disgresión aparte, se arrogó el monopolio de dirección del Seminario, aunque hacía un llamamiento a la continuidad del debate, pero sin precisar el método ni el alcance, estaba dirigida con exclusividad a aquellos que eran partidarios de poner en pie un movimiento pluralista que cobijara posiciones programáticas diferentes, incluso completamente contradictorias. La propuesta ignoraba las delimitaciones políticas que se habían puesto de manifiesto en el Seminario, para otorgar un privilegio faccional a los que ya habían acordado, antes del Seminario, un armado electoral. En toda la etapa previa al Seminario, el MST-AS comenzó a plantear la urgencia de una “candidatura única de la izquierda” para 2007.
Nosotros, los del Partido Obrero, propusimos: a) fijar una fecha a un segundo Seminario, tentativamente en tres meses (septiembre), y que éste tuviera características abiertas y no restringidas a una delegación; b) organizar la edición de un boletín de discusión entre todas las organizaciones y militantes presentes en el Seminario y de quienes quisieran sumarse (se publicarían de inmediato los materiales ya presentados y todas las posiciones y ponencias que se hicieron en el debate); c) reservar una página de los periódicos y publicaciones de las distintas organizaciones para desarrollar esta discusión; d) integrar una mesa de trabajo para organizar este debate y la intervención en común en la lucha de clases en todos los escenarios. En apoyo del sentido general de esta propuesta se pronunciaron el MAS, el MST-El Socialista y otras organizaciones.
El bloque encabezado por el MST-Alternativa Socialista, que había ofrecido en sus documentos una solución movimientista y plural a lo que caracterizaba como “dispersión” de la izquierda, terminaba proponiendo una mayor dosis de fragmentación al dividir al Seminario entre quienes coincidían con su planteo y quienes no, pero por sobre todo entre quienes eran funcionales y quienes no a una maniobra electoral para 2007, que sin embargo no explicitó. Además, los partidarios de la ‘pluralidad’ recurrían sin escrúpulos al ultimátum.
Delimitación programática
El debate en el Seminario puso de manifiesto, en realidad, una delimitación de posiciones por completo diferente, que la propuesta ultimatista y rupturista esconde. Desde el punto de vista programático, se desarrolló una delimitación entre quienes defienden, con mayor o menor determinación, y los que rechazan explícitamente, la tradición programática del marxismo y del socialismo revolucionario sobre el partido de acción y no electorero o charlatanesco; sobre la dictadura del proletariado, como el método de destrucción del Estado burgués; sobre la lucha de clases como base de la acción política y no la colaboración de clases (sea centroizquierdista, frente populista o nacionalista). Incluso en el marco de estas divergencias, los del Partido Obrero no recurrimos al ultimátum sino a proseguir la discusión y a hacerlo con métodos democráticos establecidos de común acuerdo. El MST-El Socialista, por su lado, subrayó como elemento determinante en la crisis de la izquierda el “oportunismo” que lleva al frente popular y el reformismo, sin desconocer el “faccionalismo” o el “sectarismo”. (No contamos con el espacio para detallar todas las posiciones que se hicieron conocer.)
Las reacciones negativas que produjo la propuesta de declaración del bloque del MST-Alternativa Socialista estuvieron muy lejos de limitarse al PO. Ante el rechazo, hubo una segunda propuesta del mismo bloque, que insistía en no poner fecha a un segundo encuentro y rechazaba la organización de un boletín de debate por la publicación por única vez de lo presentado al Seminario. También rechazaba la propuesta de una mesa de trabajo para organizar el debate y la acción en común, reemplazándola por un hipotético “espacio”. Incluso el título del texto —“se realizó el Seminario…” planteaba el cierre y no la apertura de un proceso político de debate y acción en común. Un conjunto de organizaciones reiteramos nuestro punto de vista. Ante esto el bloque de fuerzas liderado por el MST-AS decidió retirarse, denunciando que las organizaciones que cuestionaban el comunicado presentado querían “correr el arco”. En palabras de uno de sus portavoces: “El Seminario se levanta sin declaración ni conclusión alguna”, dicho lo cual comenzó la retirada.
Nacionalismo y marxismo
Los textos presentados y el propio debate pusieron de manifiesto un extendido apoyo al chavismo en la izquierda argentina, al extremo de que hubo una oposición a cualquier crítica socialista a los procesos y movimientos nacionales. Muchos de los que habían repudiado el apoyo electoral del Partido Obrero a Evo Morales y el MAS, se niegan ahora a señalar los límites de las nacionalizaciones bolivianas y la necesidad de la independencia de clase. En algunas tendencias se planteó una suerte de revolución permanente bajo la dirección de Hugo Chávez, lo cual sería un tránsito al ‘socialismo del siglo XXI’. Sorprendentemente para un Seminario integrado por corrientes formalmente marxistas, se rechazó la caracterización del nacionalismo como un intento de ampliar la base del desarrollo capitalista de los países atrasados.
En conexión con la cuestión de la defensa del nacionalismo se manifestó la oposición a la dictadura del proletariado (gobierno de trabajadores) como la forma de poder que se adapta a las condiciones sociales de las masas y sus objetivos históricos de una sociedad sin clases (Comuna de París, Soviets, Consejos Obreros). (Esto significa, digamos, que se concibe a la Asamblea Popular como una tertulia política, no como órgano potencial de poder.) Hubo quien dijo (Praxis) que la “dictadura del proletariado” correspondía a la etapa del obrero “fordista” (siglo XX), como si el Manifiesto no hubiese sido escrito en 1848 y la Comuna establecida en 1871. Consecuentemente, se cuestionó que la clase obrera sea el sujeto histórico de la revolución, y que debería ser reemplazada por el “sujeto pueblo”. Todas estas delimitaciones programáticas fundamentales son ignoradas por el grupo rupturista, que prefiere dividir a la izquierda entre, digamos, los humildes, de un lado, y los que se auto-proclaman, del otro. (El único caso conocido de auto-proclamación lo protagonizó el MAS, el 1 o de Mayo de 1991, cuando le propuso a una Plaza plural “Hacer grande al MAS” —el cual poco después se despedazó.)
Defendamos la tradición teórica marxista
En un Seminario convocado en nombre del “reagrupamiento” de los luchadores y de la izquierda este punto expresó más matices que ninguno. Varias agrupaciones del bloque ultimatista denunciaron al centralismo democrático como poco menos que un ‘gulag’ y no como el método histórico de organización de la vanguardia obrera. Se le opuso el movimiento o partido de tendencias como si no consistiera en eso precisamente la forma de organización de los partidos patronales, que se delimitan en ‘sensibilidades’, clanes, listas o camarillas. La democracia no puede ser un fin en sí mismo, y nunca lo ha sido, debe servir para organizar la acción. Es llamativo que se declararan partidarias de aplicar los vicios del parlamentarismo burgués a la izquierda, corrientes que hasta hace relativamente poco denunciaban a cosas semejantes como “charcas discutidoras”. En una época de catástrofes se necesita aun más una organización con capacidad para luchar por el poder.
Con antelación al Seminario, el MST-AS hizo una campaña a favor del “partido de tendencias”, que colocaba al PSOL de Brasil como un “modelo”. En el texto que presentamos sobre la situación latinoamericana decimos que “el PSOL es un resultado empírico de la crisis del PT, es, objetivamente una reunión, necesariamente episódica, de distintas tendencias y hasta modalidades e individuos, que emergen o reaccionan al derrumbe del PT como organización de izquierda” y, por lo tanto, “no es una construcción política sino un terreno para discutir esa construcción política”. En este punto, el MAS y del MST-El Socialista destacaron los límites políticos del PSOL y la lucha en su interior a partir del peso dominante que tienen los que están interesados en hacer del PSOL una “cooperativa electoral”.
El PCT, escisión del PC, defendió la dictadura del proletariado, la lucha por un partido centralista democrático y la convocatoria, sobre esta base programática, de un Congreso para fundar un partido de la clase obrera.
Las posiciones del bloque rupturista se caracterizan por la falta de consecuencia. Es que mientras arremete furibundo contra el centralismo democrático y a favor del movimientismo, cobija organizaciones, como por ejemplo el MST-AS, que a pesar de su nombre funciona como partido y aplica el centralismo. Pero un movimiento con partidos es una contradicción lógica. En el Seminario se expresó una delimitación programática y política compleja, que los ultimatistas intentan ignorar para sus fines de maniobra electoral, reemplazándola por la división entre ‘humildes’ y ‘soberbios’.
Defendamos lo realizado
Cualquiera puede advertir el esfuerzo de discusión que se manifestó en este Seminario, a pesar de que se trataba de un debate bloqueado por parte un sector que no tuvo el menor interés en debatir y que finalmente quebró el Seminario con posiciones ultimatistas y soberbias.
Condenamos el ultimatismo y el retiro unilateral, defendemos un debate con la participación de las bases de todas las organizaciones, e impulsamos la unidad en la acción —como la campaña por la defensa de la nacionalización boliviana contra Bush-Enron, Lula-Petrobras y Kirchner-Repsol; por la nacionalización sin pago de los hidrocarburos y la gestión obrera en Argentina y América Latina; una acción común en los sindicatos; y un frente de izquierda. Frente a la crisis revolucionaria que se incuba en América Latina, a la acción opresora del imperialismo y a la tentativa del nacionalismo burgués de contener el proceso en los marcos capitalistas, proponemos una Conferencia Latinoamérica por la Unidad Socialista de América Latina.
30 de mayo de 2006