Carta abierta a los sectores progresistas de la Universidad
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El voto de los universitarios porteños que se identifican con la oposición al menemismo, puede concretarse según dos posibilidades.
La primera, elegir al candidato de “yo sé cómo administrar”, “puedo garantizar una gestión transparente”, “soy honesto” (a pesar del Hogar Obrero), bla, bla, bla… El discurso de un político municipal que finge que el gobierno nacional no existe o puede ser colocado bajo un paraguas (como Malvinas), mientras el ‘incorruptible’ rellena los baches, coloca semáforos y resuelve los principales problemas de la ciudad.
El modelo de esta política es un sociólogo brasileño progresista que ha llegado a la presidencia de su país, reafirmando ni más ni menos su credo ‘socialista’ y que pretende hacerlo compatible con el negociado de las privatizaciones, el seguro nacional a la banca usuraria, la explotación sin límites del capital financiero y la miseria social sin precedentes.
Así es: el universitario progresista, atrapado por la sencillez y el realismo de semejante ‘discurso’, ahí lo tiene a La Porta, o De la Rúa, los autoproclamados paladines de la lucha contra la corrupción.
Pero el voto progresista también tiene una posibilidad auténticamente progresista: negarse al verso del discurso vacío y la política cómplice con el menemismo, la de los que aceptan todos los condicionamientos del gobierno y pretenden ‘administrar’ la ciudad —reconociendo la deuda millonaria del pasado—, la de los que convocan a gobernar el municipio mediante un pacto con la UCR y el PJ (conforme declaraciones de Fernández Meijide).
Sí, el voto progresista tiene una posibilidad: la de convocar a hacer de la Capital un bastión de lucha contra el menemismo. La de no engañar sobre la posibilidad de una política municipal compatible con los Menem-Cavallo a nivel nacional. La de una plataforma que plantea, entonces, las reivindicaciones de los trabajadores y la ciudadanía progresista (que los demás ‘progresistas’ ignoran o combaten).
Es nuestra plataforma: Anulación de la reaccionaria Ley de Educación Superior: que no se aplique en los establecimientos porteños; salario igual a la canasta familiar para docentes y trabajadores; anulación de todos los negociados y contratos de la ‘privatización’ municipal.
El voto progresista, el voto de izquierda:
FUT-PARTIDO OBRERO