“Carta abierta” y las elecciones de la Ciudad
Apoya la lista del Pedraza-Tomada, de Filmus-Inadi y de la privatización de la costa
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La nueva carta de “Carta Abierta”, publicada días atrás, quiere apuntalar a la fórmula Filmus-Tomada en la Ciudad. Con un largo introito tanguero, la carta llama a la “reconquista del derecho a la Ciudad”. Supone, por lo tanto, que ese derecho ya ha existido en el pasado. No se sabe si aluden a Aníbal Ibarra, quien estaba acompañado por Filmus y la mayoría de los actuales kirchneristas, o quizás a Carlos Grosso, quien también gozaba de la asistencia de ambos. Uno, dejó las escuelas shoppings. El otro, la masacre de Cromañón.
Cuándo empezaron los “gerentes”
Para esta dudosa “reconquista”, “Carta Abierta” nos propone que “concluya un ciclo de deterioro, reconversión excluyente y despojo”, así como la “banalización de la política en manos de los gerentes empresarios y los gabinetes de marketing”. La Buenos Aires “gerencial”, sin embargo, no comenzó con Macri, ni es gobernada hoy solamente por el PRO. Para que existan “gerentes” en vez de funcionarios, una buena parte de sus recursos debieron transformarse antes en empresas. En esto, Macri no inventó nada. Esa transformación fue iniciada con Grosso y Dominguez, y completada por Aníbal Ibarra y Telerman. Nos referimos a la creación de la Corporación Puerto Madero y Buenos Aires Sur, que transfirieron el suelo público a empresas autónomas de carácter mixto; de la empresa de Autopistas, que hizo de los peajes otro feudo en beneficio del transporte privado y sus proveedores; de la captura de los recursos del Banco Ciudad en favor de los especuladores de la deuda pública y de grupos empresarios. “Carta Abierta” rechaza a los gerentes, pero no a la política y la orientación social que los parió. Tampoco le propone a Filmus y a Tomada que aborden una reorganización de la Ciudad para terminar con las cajas paralelas y sus gerentes. Claro que no podrían hacerlo, puesto que el actual proceso de privatización de la Ciudad es co-gerenciado con el kirchnerismo. La Corporación Puerto Madero era presidida, hasta hace muy poco, por uno de los principales dirigentes de “La Cámpora”. O sea que la “juventud militante” se ha integrado a la Buenos Aires gerencial que los cartistas dicen denostar. Los sesudos cartistas tampoco repararon en que la privatización del Estado porteño no habría podido prosperar sin el concurso de los dirigentes sindicales, o sea, sin su conversión de sindicalistas a “gerentes”. La “schoklenderización” del presupuesto porteño ha corrido en paralelo a la integración de la burocracia sindical al Estado. ¿O los fondos que no se presupuestan para el Instituto para la Vivienda no son gerenciados por ésta luego que pasaron por la privadísima ONG de la Madres de Schoklender y su universo de empresas constructoras? Pero ¿cómo podrían los cartistas advertirlo y, al mismo tiempo, apoyar a Filmus-Tomada? El vicejefe elegido por Cristina es un compinche del mayor de los burócratas empresarios, José Pedraza, como lo revelaron las escuchas telefónicas de la causa por el crimen de Mariano Ferreyra. Por otra parte, su lista de legisladores lleva en el quinto lugar al burócrata municipal Alejandro Amor, uno de los mayores socios de los gerentes macristas.
El rescate de una lista
Mientras la nueva “Carta Abierta” abogaba “contra la privatización de la costa del río”, su gobierno reprimía a quienes manifestaban contra el Vial Costero -la expresión más burda de esa privatización. Más que una carta, los intelectos kirchneristas han parido otro buzón.
La carta de “Carta Abierta” llega en un momento preciso de la elección en la Ciudad. El escándalo del Inadi ha convertido a Rachid en una “desaparecida” en vida para los propios oficialistas. El caso Schoklender, por su lado, ha delatado que la adscripción tardia a la “memoria” era sólo un recurso para la cooptación política y los negociados. La furiosa campaña en favor de Cabandié no alcanza para compensar estos golpes a la lista porteña de los K. Los que aseguraron juntar suficiente poder para “derrotar a la derecha” se están consumiendo en una furiosa lucha de camarillas, allí donde se suponían que iban a enfrentar a Macri.
Los “cartistas” no firmaron su carta con nombre y apellido. Sería bueno conocer quiénes y cuántos de ellos siguen subidos al barco, y quiénes, en cambio, están reexaminando los problemas. En cualquier caso, el “derecho a la Ciudad” exige una orientación social transformadora y no el plato recalentado de Filmus-Tomada.