Políticas

18/4/2017

Carta del 24° Congreso del Partido Obrero a los partidos del Frente de Izquierda

Por listas comunes en los distritos y un Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda.


Compañeros:


 


Dirigimos esta carta desde el 24º Congreso del Partido Obrero, y a pocos días de un mes de marzo en el que más de un millón de trabajadores ganaron las calles –entre las huelgas y marchas docentes, la marcha de la CGT que culminó con un reclamo masivo por un paro general y el propio paro que la izquierda aseguró con piquetes y marchas. Esta saga, que fue iniciada por la combativa ocupación de AGR Clarín, incluye a la masiva movilización del 24 de marzo, así como a la jornada de paros y marchas por el día internacional de la mujer trabajadora.


 


Asistimos a una nueva etapa del gobierno macrista, caracterizada por una irrupción de luchas como respuesta a la tentativa de imponerle a los trabajadores un retroceso de carácter histórico. Macri ejecuta este mandato en nombre del conjunto de la gran burguesía y el capital internacional. Pero por eso mismo, las diferentes expresiones de la oposición de cuño capitalista –como el massismo o el pejota-kirchnerismo– sostienen, desde las gobernaciones y el parlamento, esta orientación antiobrera. Argentina es gobernada por una ´coalición del ajuste´, que ha agravado en sólo un año la hipoteca de la deuda en 80.000 millones de dólares, habilitó tarifazos masivos y resolvió un indulto generalizado sobre la clase capitalista –blanqueo– respecto de sus capitales fugados del país.


 


A término, y como ya se expresa en las contradicciones explosivas de este plan, los ajustadores marchan a una nueva quiebra nacional. Pero por encima de sus divergencias, la clase capitalista apoya a un régimen que ha declarado la guerra a los trabajadores. La perspectiva de luchas, de cara a las paritarias y “reestructuraciones” antiobreras, cruzará toda esta etapa política.


 


Las elecciones


 


La escalada de huelgas y movilizaciones ha colocado en un impasse a los planes electorales de los candidatos capitalistas. Los Massa y compañía se llaman a silencio: no quieren hacer demagogia con luchas a las que ellos y sus financistas empresarios condenan visceralmente, ni tampoco exponer ese rechazo ante la opinión popular. Ninguno de los partidos del régimen, de los gobernadores y fuerzas parlamentarias del PJ, FpV y el FR se opone a la orientación de fondo del macrismo. Por eso, van a las elecciones con dos objetivos centrales. Por un lado, los Massa y el pejota-kirchnerismo –pero también los Carrió o Lousteau– van a servirse del voto para discutir con el macrismo qué parte les toca en el plan de recolonización económica y degradación de los trabajadores. Por el otro, quieren explotar a las elecciones como un gran factor de desvío respecto de la inquietud popular y la tendencia a la lucha. “Dejemos la calle, usemos la urna” es el mensaje de todos ellos. Las maniobras y fracturas políticas de este período preelectoral son, en este sentido, reveladoras: en todo el país, el kirchnerismo y su jefa convocan a listas de unidad con los gobernadores e intendentes pejotistas que cogestionan con Macri la aplicación del ajuste. Si Cristina Kirchner se presenta, será un mascarón de proa de todos ellos. Si no lo hace, será para filtrar al kirchnerismo en las listas de esos mismos ajustadores. El kirchnerismo, que ha gobernado para los capitalistas durante una década, y que inauguró él mismo el ajuste y el reendeudamiento, sólo saldrá a la palestra como recurso del capital, nunca contra él. La masacre social que se está ejecutando en Santa Cruz bajo la batuta de los K da cuenta de esta política.


 


El empantanamiento y las contradicciones internas que atraviesa la operación de rescate a los capitalistas con cargo a los trabajadores, y la fragmentación política que recorre a los ajustadores y sus socios le brindan al Frente de Izquierda una oportunidad política. El FIT podría explotarla, a condición de que actúe como un bloque común en todos los frentes de lucha, y presente un programa y un plan de acción en directa conexión con la lucha de clases y sus protagonistas.


 


La necesidad de un viraje


 


El FIT, sin embargo, no ha funcionado como un frente único obrero y de izquierda siquiera en las conquistas que obtuvo, como es el caso de las bancas parlamentarias. La decisión del PTS de escindir los bloques legislativos –y recientemente de IS en el Congreso– quebró el principio de la gestión colectiva de las bancas, de un debate y una acción común en este plano. Esta división, que fue denunciada por nosotros desde un principio, bloquea la posibilidad de que el FIT se transforme en alternativa política, y ni qué decir de poder. Aunque fue presentada como una cuestión de orden práctico, pronto se vio que fue la vía para que el PTS apoye en Diputados proyectos de colaboración de clases, como ocurriera con una mentirosa `paridad de género` que encubre la hostilidad visceral de los partidos del régimen a las reivindicaciones de la mujer. El faccionalismo, al dividir el frente único de clase, termina siempre en posiciones seguidistas a la burguesía. Es el caso de la decisión del PTS de romper el acto del primero de mayo, en aras de un acto afín a los kirchneristas brasileños; o el faccionalismo en los frentes obreros, que siempre sirve a la burocracia y sus alas; en el parlamento, la ausencia de un debate y de un principio de acción común abrió paso a votaciones, por parte del PTS, que avalaron la demagogia kirchnerista en el debate del pago a los fondos buitre. El faccionalismo y el seguidismo a los partidos de Estado es incompatible con un frente que procure actuar como polo de los trabajadores y explotados en pos de su independencia de clase.


 


La lucha del Partido Obrero contra esta orientación disolutoria del FIT ha sido sistemática. En el gran acto de Atlanta de noviembre pasado, nuestro compañero Néstor Pitrola señaló la parálisis del FIT, y llamó a reconstituir una acción común en todos los planos, y sobre esta base, establecer una lista común para concentrar todos los cañones en la batalla contra los partidos del régimen. Este planteo lo reiteramos en dos manifiestos posteriores, con un método y una iniciativa para integrar a la vanguardia obrera y a sus luchadores en la batalla por desarrollar una alternativa política: nos referimos a la convocatoria a un Congreso del movimiento obrero y la izquierda. De más está decir que esta propuesta ha ganado una actualidad enorme con la emergencia de las luchas actuales, que tiene al activismo de izquierda como el animador principal. Un Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda convocado por el Frente de Izquierda le daría a la participación electoral un sentido estratégico, al colocarla como medio para la lucha por una nueva dirección de la clase obrera.


 


A despecho de estos planteos, la orientación escisionista y faccional en el FIT se ha acentuado: el PTS proclamó tempranamente sus candidatos y, en el caso de Nicolás del Caño, trasladó su candidatura a la provincia de Buenos Aires. Además de abandonar la lucha por renovar la banca del FIT en Mendoza, esta decisión implica forzar al FIT a una lucha interna por las candidaturas de la provincia de Buenos Aires. El llamado a “listas comunes” que el PTS acaba de proclamar es contradictorio con esa proclamación divisionista.


 


El Partido Obrero, reunido en su 24 Congreso, le reclama a los partidos del Frente de Izquierda un viraje de fondo, para resolver un plan de acción que coloque al FIT como alternativa política. Planteamos, para eso:


 


1.-Establecer listas comunes en todos los distritos del país. La base para ello es clara: los resultados alcanzados en las PASO de agosto de 2015 en cada provincia. El Congreso del Partido Obrero ha proclamado, entre otros, a Néstor Pitrola y Marcelo Ramal como candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires y Capital, distritos donde resultamos primeros en aquellas PASO; y a Gabriel Solano y Guillermo Kane para sus legislaturas.


 


2.-Un acuerdo de listas debe dar lugar, también, a un debate y una resolución que reconstituya bloques comunes del FIT y la gestión colectiva de las bancas en el Congreso y en todas las legislaturas del país.


 


3.-Es necesario debatir un programa, el cual no es un recetario de reivindicaciones aisladas, sino que debe partir de una caracterización de la etapa en el cual se inscriben esas reivindicaciones. El FIT debe servirse de la agitación electoral para promover, en las fábricas y reparticiones, planteos enérgicos dirigidos a la acción directa de los trabajadores ocupados y desocupados: por paritarias libres y sin techo, con representantes electos; por una política de ocupación de fábricas que cierren o despidan; por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; por el frente único del clasismo por la expulsión de la burocracia de los sindicatos.


 


Junto a planteos de fondo y movilizadores en el plano de la educación, la lucha contra el tarifazo, la hipoteca de la deuda y otras cuestiones, el Frente de Izquierda debe empeñarse muy particularmente en presentarle un programa y un plan de acción al movimiento de la mujer trabajadora. La izquierda obrera y socialista debe luchar contra las tendencias que procuran alejar a la lucha de la mujer de la clase obrera y su organización como tal.


 


Nuestra lucha política debe ser particularmente precisa en relación al feminismo “anticapitalista” (no socialista), que critica aspectos de la opresión de la mujer sin plantear la abolición del régimen y el Estado que llevan adelante esa opresión. El sujeto que debe llevar adelante esa tarea que es la clase obrera, como cabeza de todos los sectores explotados Sobre esta base, nuestro acuerdo debería incorporar la decisión de luchar en común contra la tentativa de los agentes del clero y los partidos capitalistas de sustraer al próximo encuentro del centro político del país. En oposición a ello, luchemos por defender el Encuentro en Buenos Aires, para que tenga lugar un pronunciamiento gigantesco por la responsabilidad del Estado y del régimen social vigente en la violencia a la mujer.


 


4.-Por último y sobre la base de lo anterior, es necesario que involucremos a la vanguardia obrera y a sus luchadores en la batalla electoral –es decir, que hagamos del proceso electoral un peldaño en la lucha por fusionar al movimiento obrero con la izquierda. Convoquemos a un Congreso del Movimiento Obrero y de la Izquierda, que proclame candidatos, programa y un plan para desarrollar una intervención del FIT en todos los planos de la lucha de clases.


 


5.-En esa línea, planteamos que el FIT convoque a un Primero de Mayo de lucha, internacionalista, obrero y socialista, con eje en las grandes luchas del período y sus protagonistas.


 


Estrategia política


 


Compañeros: la convulsiva transición argentina se inscribe en una transición continental, caracterizada por el derrumbe de los gobiernos nacionalistas o centroizquierdistas y la emergencia de regímenes de ofensiva directa contra los explotados. El gobierno de Macri aún deberá demostrar si cuenta con los recursos para la tarea de trasladarles a los trabajadores la factura de la crisis. En estas condiciones, y siguiendo la ruta de lo que ocurriera bajo el menemismo, el desafío fundamental al gobierno parte de la clase obrera y de los trabajadores. Ello quedó demostrado, en forma definitiva, en los últimos cien días.


 


Pero esta transición continental, a su turno, se inscribe en una crisis mundial capitalista de características inéditas, que ha pasado de la quiebra del capital a la de los Estados; y de allí, a la de regímenes políticos y a la desintegración del orden internacional de la postguerra, como se ha revelado en el Brexit y la crisis de la Unión Europea.


 


Tomamos nota de la propuesta realizada por el Congreso del PTS para realizar una convención para actualizar el programa del Frente de Izquierda. Advertimos, sin embargo, que una reunión de ese tipo reafirmaría la línea de confinamiento del Frente de Izquierda a una intervención meramente electoral. Desde ya, anticipamos nuestro rechazo a la consigna “nuestra vida vale más que sus ganancias”, copiada de grupos centristas de Europa, o a sustituir un programa de transición contra el Estado y el capital, que debe plantear la acción directa por el reparto de las horas de trabajo y la ocupación de fábricas que cierren o despidan, por planteos de reforma parlamentaria como la jornada de 6 horas por un salario igual a la canasta familiar, los cuales llevarían al FIT a reemplazar la lucha contra el capitalismo por un programa distribucionista, clásico de la fracasada centroizquierda. El carácter electoral de la campaña que debemos enfrentar no habilita, de ningún modo, a ceñir a las reivindicaciones obreras al marco estrecho del parlamentarismo. Ninguna reforma parlamentaria, en la etapa histórica de declinación del capitalismo, va a combatir la convivencia de la supereexlotación con el desempleo, que el capital necesita como extorsión sobre toda la clase obrera. De seguir ese curso, la llamada `actualización programática´ no sería otra cosa que una regresión estratégica de proporciones, que retrotraería al FIT al nivel de Podemos o el Partido Anticapitalista de Francia. Cumplimos en advertir que el llamado `anticapitalismo` conduce al abandono de la estrategia de la IV Internacional, y a su reemplazo por `internacionales amplias`, que abrevan en el movimientismo y el populismo.


 


Todo debate programático debe tener por propósito preparar a los trabajadores y a la izquierda para intervenir en las convulsiones económicas y políticas de esta etapa. La cuestión es si esa izquierda se adapta a las tendencias y presiones que apuntan a convertirla en el último eslabón de la burguesía y la pequeña burguesía que buscan rescatar a un régimen en definitiva declinación, o si defiende la estrategia de la abolición del Estado que lo sostiene por parte de un gobierno de trabajadores.


 


La bancarrota capitalista de esta década ha dado lugar a expresiones de radicalización política que, sin embargo –como ocurre con Podemos o Syriza–, han terminado caucionando o incluso gerenciando las políticas de rescate capitalista a costa de las masas. La sustitución de una caracterización adecuada de la crisis capitalista y sus consecuencias revolucionarias por una crisis de representación –cuya resultante es la reforma del Estado actual y la crítica a la “casta política”; la política de renunciar a unir a la clase obrera detrás de la lucha por una salida y un gobierno propios, y servirse de sus reivindicaciones parciales –de género, juveniles o multirraciales– para escindir a los trabajadores y abandonar aquella lucha estratégica, convierte a la izquierda, incluso si se dice revolucionaria, en el último bastión de las políticas capitalistas. En Argentina, el Frente de Izquierda se constituyó en oposición a un largo derrotero de adaptación de la izquierda al nacionalismo burgués o pequeño burgués, lo que se expresó en diferentes frentes oportunistas. Defender ese principio del FIT, después de un largo período de parálisis faccional, entraña un viraje político de fondo. El acto de Atlanta, hecho episódico en el marco de esta parálisis, muestra la potencialidad del FIT.


 


Este es nuestro planteo. Con saludos socialistas,


 


24º Congreso del Partido Obrero


 


16 de abril de 2017


 


 


 


Foto: Nacho Smith