Cavallo entrega las reservas
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Cavallo lanzó un desesperado operativo de salvataje del sistema financiero en bancarrota. Este es el significado y el objetivo fundamental de la llamada “dolarización” ordenada por Cavallo desde Nueva York el pasado 11 de enero.
Bancarrota y salvataje
Desde bastante antes del derrumbe de México, los bancos venían sufriendo pérdidas como consecuencia de la caída de los títulos públicos y las acciones que tenían en su poder: ya en noviembre, un mes antes de la crisis mexicana, esta pérdida superaba los 2.000 millones de dólares, un cuadro agravado por la creciente morosidad de sus carteras de préstamos. Con el derrumbe de México se aceleró la caída de los títulos y las acciones y la fuga de depósitos. En pocas horas cayeron el banco Extrader y dos grandes operadores bursátiles y más de una treintena de bancos, incluso de los grandes, se encontraron en una situación “muy comprometida”. Las medidas de Cavallo son un intento desesperado de evitar la bancarrota bancaria y financiera en ciernes.
Mediante una simple resolución —la reducción de los depósitos que los bancos deben mantener en el BCRA (encajes)— Cavallo le entregó a la banca 2.900 millones “frescos”. Con tasas interbancarias que, antes de la reducción de los encajes, llegaron al 25%, la entrega de casi 3.000 millones a tasa cero constituye un fenomenal subsidio para que la banca tape los “agujeros” provocados por la fuga de depósitos y la caída de los títulos.
Cavallo, además, autorizó a los bancos a convertir en dólares, sin costo alguno, sus depósitos en pesos en el BCRA. En un solo día los bancos se apoderaron de 3.200 millones de dólares de las reservas del BCRA (Clarín, 17/1). De un plumazo y mediante un acto despótico, Menem-Cavallo entregaron el 25% de las reservas a la banca, en lo que constituye la mayor corrida cambiaria de la historia argentina …
Al mismo tiempo, el BCRA dejó de informar sobre sus ventas diarias de dólares … lo que significa que el gobierno va a seguir entregando las reservas. Sin ingresos de capitales externos ni superávit fiscal, “en el primer trimestre deberán salir cerca de 2.300-2.500 millones de las reservas en concepto de pago de la deuda externa pública … Aparece claro el porqué de la ‘desaparición’ de una buena parte de la información sobre las reservas …” (El Cronista, 19/1). Al cabo del primer trimestre, Cavallo le habrá entregado 5.500 millones de las reservas a la banca, lo que significa una reducción de hasta el 45% del “respaldo” del peso.
Estamos en presencia de una “conspiración de silencio” para ocultar la violación sistemática de la ley (precisamente, la ley de “convertibilidad”) y la entrega de las reservas al gran capital financiero. Tan espesa es la conspiración que el FMI ha enviado una inspección para realizar un “arqueo de las reservas” , pues teme que, como en México, las informaciones oficiales estén truchadas.
La entrega de las reservas ordenada por Cavallo constituye un virtual “golpe de Estado” económico de una magnitud comparable a la estatización de la deuda externa (1982) y el “plan Bonex” de 1990, que confiscó los depósitos bancarios.
Fracaso
No fueron Cavallo ni el gobierno argentino, sino los propios banqueros los que ordenaron la entrega de las reservas: la llamada “dolarización” fue anunciada por Cavallo en Nueva York y sólo al cabo de una reunión con los grandes banqueros. Pocas veces ha quedado tan claro que el gobierno nacional y el conjunto de las instituciones del Estado —incluido el parlamento, es decir, la oposición patronal— son un rehén del capital financiero internacional.
Cavallo se vio obligado a entregar las reservas como consecuencia del completo fracaso de la política con que enfrentó inicialmente el estallido de la crisis bancaria y del derrumbe mexicano. Para evitar una corrida contra el peso, impulsó una fenomenal suba de las tasas de interés; para mantener el valor de los títulos públicos, vetó las partidas presupuestarias asignadas por el Congreso para salud y educación, suspendió por decreto los juicios de los jubilados y anunció que los adjudicatarios de la privatización de las centrales hidroeléctricas y atómicas podrían entregar la totalidad de su cotización en títulos públicos; para evitar la bancarrota bancaria, anunció la formación de una “red de seguridad” privada, sin la intervención del BCRA … pero con fondos provistos por éste.
Nada de esto, sin embargo, logró frenar la corrida contra el peso, la fuga de los depósitos o el derrumbe de los títulos y las acciones. La jornada del 10 de enero, en la cual la caída de las acciones y los títulos batió un récord histórico apenas pocos minutos después de que el ministro “explicó” a los “capitanes de la industria” la “fortaleza del plan”, testimonia el fracaso de Cavallo.
La crisis continúa
A pesar de este inmenso salvataje, la crisis bancaria se ha ido agudizando con el correr de los días. Esto porque los activos de los bancos se desvalorizaron (usaron sus depósitos o tomaron créditos para comprar títulos y acciones que hoy valen un 20% menos) y porque sus deudores son crecientemente insolventes. Según el propio Banco Central, los préstamos atrasados superaron en setiembre los 14.200 millones de dólares, un total equivalente al 20% del total de los préstamos, al 100% del patrimonio propio de los bancos y aun superior a las propias reservas del BCRA.
El corte del ingreso de capitales externos —que bajo el “plan Cavallo” financiaron el consumo y la reactivación— y el aumento de las tasas de interés, provocarán una recesión que tendrá un efecto devastador sobre la crisis bancaria, porque llevarán a una masiva quiebra industrial y comercial, abultando todavía más la masa de créditos incobrables.
Frente a este cuadro de descapitalización (bancarrota) del sistema financiero, las “redes de seguridad” montadas por los bancos privados no “aseguran” nada: son, apenas, un intento de financiar con el dinero del BCRA el salvataje de los grandes bancos y la absorción por éstos de las carteras de crédito más rentables de los bancos chicos.
Esto explica que El Cronista (16/1) advierta que “no se ha eliminado el riesgo del default (cesación de pagos)” y que Cavallo se haya comprometido ante los banqueros a usar incluso los recursos fiscales —que se les niegan a los jubilados, a los maestros y a las provincias— para garantizar que “no se va a caer ningún banco”.
Ellos o nosotros
La burguesía se ha unificado detrás de Menem-Cavallo no por la “fortaleza” —inexistente— del “plan”, sino porque levantan un programa de guerra contra los trabajadores, del cual la “flexibilización” en las Pymes, los despidos en las provincias, los recortes en el gasto educativo y de salud y la prohibición definitiva —por ley— de los juicios de los jubilados son, apenas, el primer paso. “Si antes de febrero no aprueban la ley (de suspensión definitiva de los juicios) —les reclamó Cavallo a los diputados— se derrumba todo” (Clarín, 20/1). Este es su programa.
¡Pero éste es el programa que han venido aplicando desde hace ya muchísimo tiempo! La burguesía y el imperialismo ya han aplicado hasta el hartazgo su programa para superar la crisis capitalista y el resultado es que hoy nos amenaza una catástrofe aún superior a la que pretendían remediar: la deuda externa, la miseria social, la subordinación al imperialismo y las perspectivas de un derrumbe económico generalizado son, ahora, mayores que nunca. La burguesía ha mostrado, así, su enésimo fracaso.
Su salida es la entrega de las reservas, las riquezas nacionales y las fuerzas vitales de la población trabajadora a la voracidad de los grandes pulpos capitalistas. Los trabajadores debemos preparar una salida propia, nuestra, quitándoles a los capitalistas los grandes medios de producción y la banca y poniéndolos a funcionar bajo el control de quienes producen la riqueza nacional, los trabajadores. El derrumbe del “plan