Políticas

11/7/1995|455

Cavallo subsidia con 92 millones a capitalistas-estafadores de Córdoba

Después de tres meses de “suspensión”, el BCRA ha ordenado la quiebra del Banco Feigin. La quiebra del Feigin viene a poner en evidencia el carácter fraudulento de los “salvatajes”  bancarios montados por Cavallo.


El Feigin comenzó a perder depósitos en diciembre pasado pero, cuando la fuga se hizo aguda en enero, la “red de seguridad” montada por Cavallo y el BCRA le “prestó” 60 millones de dólares, aceptando como garantía activos ya utilizados para otros préstamos —según dice haber descubierto ahora el BCRA. Los fondos provistos por la “red de seguridad” en enero para devolver los depósitos, se usaron para “otorgar nuevos créditos a ignotas empresas … que llegaron a acumular el 12% de la cartera total” (Página/12, 5/7), según todas las evidencias, a los directores del propio banco. El “caso Feigin” viene a confirmar lo que denunciamos más de una vez en Prensa Obrera: que la “red de seguridad” y el “salvataje” cavalliano de los bancos es un instrumento para financiar la fuga de fondos del sistema financiero.


Los dueños y accionistas del Feigin se “comieron” también 32 millones de dólares que recibieron del Ansaal … precisamente el día que el banco había sido excluido de la Cámara Compensadora por no poder cumplir sus compromisos (ídem). El “regalo” del Ansaal a un banco que en ese momento ya estaba quebrado se explica porque el Feigin es socio de la burocracia de Luz y Fuerza en la privatizada Transnoa (Transportadora de Electricidad del Noroeste) y porque uno de los principales accionistas –aunque no figura como tal– es Angel Moyano Padilla, “empresario amigo de varios funcionarios menemistas” (ídem).


El Feigin le debe 60 millones a la “red de seguridad” y 90 millones a sus depositantes, una cifra muy superior a los 66 millones ofertados por la compra de trece de sus catorce sucursales y por su participación accionaria en Transnoa. El hundimiento es todavía mayor si se considera que la mayoría de las ofertas de compra de sucursales provino del Banco Nación, según precisas instrucciones de Cavallo para impedir el fracaso del “salvataje” (El Cronista, 5/7).


Trabajadores a la calle, depositantes esquilmados y accionistas con los bolsillos llenos: éste es el resultado inevitable del “salvataje” capitalista de los bancos en quiebra.