Políticas

14/7/2005|908

Cavallo y el Chacho: los muertos vivos

Uno quiere volver por la puerta, el otro por la ventana, pero los dos son una muestra de la escasez de recursos políticos de la ‘burguesía nacional’. Que el Chacho sea el suplente que Kirchner tiene asignado al lugar de Bielsa, es un síntoma de bancarrota. Políticamente, el Chacho representa el punto de vista de los yanquis frente al proceso venezolano.


El caso Cavallo es también patético porque retorna con el argumento de que el corralito fue una protección de los ahorros. Cavallo tiene una especialidad en economía, que es el manejo de las quiebras, donde enseñan precisamente cómo quedarse con la plata de los demás. Es lo que hizo el ‘pelao’ en tres ocasiones: 1982, 1989 y 2001.


Cavallo, curiosamente, reivindica el default de Rodríguez Saá. Dice que pretendió evitar la devaluación y que daba tiempo para reestructurar la deuda externa. Cavallo apoya la salida monetaria que había propuesto el puntano, de emitir una moneda inflacionaria para salarios, el argentino, y otra para capitales, el peso, éste en paridad con el dólar. Cavallo no dice en que hubiera consistido la reestructuración de la deuda, pero, hipotéticamente, no habría pasado de una modificación de los plazos. El hombre fabula. La bomba habría estallado de cualquier modo.


Lo más interesante es que Cavallo sigue sin entender que el corralito provocó la disolución de las relaciones comerciales y que esta disolución fue el detonante de la rebelión popular. Insiste en que el corralito incentivaba a los que tenían ahorros a comprar bienes, pero olvida que del otro lado no había nadie que habría querido vender a cambio de un cheque cautivo.


Cavallo se quedó afuera del país y callado, mientras en la burguesía prevalecía la euforia devaluacionista, que licuó el 75% de las deudas de los grandes industriales, una desvalorización financiada con emisión monetaria del Central. Ahora que el endeudamiento es historia y que los capitalistas especulan a favor de la revaluación del peso, el gran estafador vuelve para pontificar sobre la ventaja de una moneda fuerte.


En 2001, apenas meses después de su renuncia a la vicepresidencia, Chacho aceptó la propuesta de Cavallo de convertirse en jefe de Gabinete de De la Rúa. La ciclotimia del hombre es de película. ¿Adónde nos llevará un arribista depresivo en la Cancillería?


De todos modos, Chacho y Cavallo pueden esgrimir antecedentes. ¿O acaso no volvió Patricia Bullrich, del grupo Sushi, pollita de Santibáñez? ¿O López Murphy? ¿O tantos otros aliancistas sueltos como Alicia Castro o duhaldistas como Mario Cafiero? A empujones cada uno quiere salvar su silla.


Del álbum de los recuerdos