Políticas

8/9/1994|427

Cenando con el enemigo

Chacho Alvarez visitará la provincia de Córdoba el próximo jueves 8 y, según una nota aparecida en Clarín  del 3/9/94, su agenda incluye una cena con empresarios, donde no sólo estarán “los representantes de las Pymes. Esta vez los frentistas serán más osados. Se invitará, por lo menos, a dos pesos pesados del mundo de los negocios: Luis Pagani (Arcor) y Aldo Roggio (cabeza del poderoso holding identificado con su apellido)”.


El desembarco chachista en Córdoba no admite desperdicios. Después de haber impuesto una junta promotora adicta con el ex (?) demócrata progresista Rébora (ex rector de la UNC y ladero del radicalismo), Alvarez se plantea dar un paso en grande, porque “‘No se trata sólo de juntar votos sino también de espantar algunos fantasmas que se agitan para asustar a quienes toman decisiones económicas’, explicó un frentista cordobés” (ídem).


¿Existe una mejor y más clara definición política que ésta, de los reales alcances de la política del Frente Grande? Estos dos empresarios son los padrinos de Cavallo y quienes montaron la Fundación Mediterránea. Benito Roggio es el actual dueño del Ferrocarril Urquiza y de los subterráneos de Buenos Aires, del peaje en la Ruta 9, entre otras privatizaciones, pero además es uno de los dueños de Córdoba, beneficiado hasta el hartazgo por el gobierno de Angeloz para que se apoderara de la obra pública. Benito Roggio ha recibido exenciones impositivas a rolete y créditos baratos del Banco de la Provincia. Es uno de los más grandes parásitos que han engordado con los recursos del Estado.


Con esta cena, el Frente Grande cordobés está dando la espalda a la lucha de los trabajadores cordobeses contra las privatizaciones. Benito Roggio está prendido (a través de Aguas Mediterráneas) en la privatización del agua potable de Córdoba y el saneamiento del lago San Roque, que implicará aumentos de tarifas del 70%. Arcor quiere “morder” en la privatización de EPEC (ya ha construido una usina propia). Los sindicalistas del Frente Grande, con papeles dirigentes en los sindicatos afectados por las privatizaciones, como Bazán, tienen aquí la indicación de qué es lo que deben hacer para “espantar los fantasmas”.


No está demás agregar que estas empresas se harto beneficiaron con la superexplotación obrera, liquidación de conquistas y congelamiento salarial mediante.


Los dirigentes del Frente Grande cordobés no vacilan en afirmar, ante cuanto micrófono le pongan delante, que el eje de su campaña electoral va a ser la “lucha contra la corrupción angelocista”. Pero Roggio es uno de los más favorecidos con la corrupción angelocista; llueven las denuncias sobre irregularidades en sus contratos.


El Frente Grande ha hecho una carrera meteórica al servicio del gran capital, de los privatizadores y del clero reaccionario. No intenta disimularlo; claramente deja entrever para quién y para qué intereses piensa gobernar. Para los trabajadores, para los activistas y para todos aquellos que se consideran de izquierda, la alternativa es construir un frente de izquierda que adopte una orientación de independencia política del Estado y la patronal, y lleve a los explotados a la conquista del poder político.