Políticas

22/6/2017|1463

Centrales nucleares y parques solares

¿Qué intereses juegan en un caso u otro?


Los acuerdos del gobierno con China incluyen la construcción de dos centrales nucleares -Atucha III, en Zárate, provincia de Buenos Aires, Río Negro- y un Parque Solar en la Puna de Jujuy, que se presenta como un emprendimiento ecológico y renovable, opuesto a la depredación ambiental que supondría, por caso, la energía nuclear.


 


En el caso de Río Negro, se ha iniciado una movilización popular contra la instalación de la planta nuclear (que se prevé inaugurar en 2020), lo que ha llevado al gobernador Alberto Weretilneck a considerar la posibilidad de una consulta popular en la zona de impacto y lanzar una campaña de propaganda tratando de explicar “lo limpia que es la energía nuclear”. En el caso de Jujuy, que el gobierno de Cambiemos promociona como la “provincia verde”, no se registra oposición, salvo la del Partido Obrero.


 


Así las cosas, estarían claros los campos. De un lado, los depredadores que proponen la energía nuclear. Del otro, los ambientalistas, entre los que nos incluimos, que habrían ganado una partida.


 


 


Rarezas que no son tales


 


El tema comienza a complicarse al ver quiénes están en uno u otro campo. Nada menos que La Nación acaba de sacar un violento editorial contra la instalación de las plantas nucleares, oponiéndole la energía eólica y solar (un espaldarazo a lo que se intenta en Jujuy) y proponiendo una consulta nacional para definir qué matriz energética quiere la Argentina.


 


La pasión militante del diario La Nación en este punto sorprende, pero no tanto, si se aprecia el artículo publicado en The Economist (8/6) referido a los “aliados inesperados en la defensa de la energía limpia”. Plantea allí que la cuestión energética ha pegado un giro de 180 grados. Grandes empresas de todo el mundo apuestan a acuerdos de compra de energía solar y eólica, a través de contratos de largo plazo por la provisión de energía limpia proveniente de firmas que desarrollan explotaciones de energía solar y eólica a precios acordados, en vez de comprar energía a compañías eléctricas, que no pueden garantizarle un suministro “verde”. A raíz de una cierta inversión, los costos de producir energía limpia estarían cayendo más rápido. Esto hace que “algunos ambientalistas ven ahora a las empresas como aliadas, en vez de adversarias, en la lucha contra el calentamiento global…”. A la cabeza de este vuelco capitalista han estado firmas como Amazon y Google, que usan energía limpia para sus bancos de servicios o Anheuser- Busch inBev, la cervecera belga más grande del mundo. La tendencia ha llegado a China, donde las compañías eléctricas se han lanzado a disputar los acuerdos de compra de energía “limpia”.


 


 


Injertos


 


Como puede verse, China está en las dos puntas del negocio capitalista: vendiendo centrales nucleares y, a la vez, Parques Solares.


 


La oposición entre los “depredadores” de la energía nuclear y los “ambientalistas” de los Parques Solares debe ser abordada desde un lugar que, hasta ahora, no ha sido considerado. Las inversiones chinas son “injertos”, tanto en Río Negro, la provincia de Buenos Aires o Jujuy, concebidos desde la oferta de inversiones que interesa a China y atadas al endeudamiento de ese país y no desde el punto de vista de un desarrollo industrial de conjunto y en las provincias que esté dictado por el interés de la mayoría nacional -que no son otros que trabajadores. El debate actual gira en torno de opciones que parten del punto de vista de los intereses del capital y van de la mano del reclamo de subsidios, exención de impuestos y desregulación del mercado laboral, tanto de las corporaciones chinas como de la patria “contratista” que le provee -que son grandes grupos de la burguesía industrial o constructora. Un proyecto genuino de industrialización y de energía que la sustente es, en principio, nacional, y el concepto es que desarrolle las fuerzas productivas, ocupe la totalidad de la mano de obra y la califique, lo que exige concentrar el ahorro nacional, que hoy está volcado a la especulación financiera, mediante la nacionalización de la banca y del comercio exterior. 


 


Supone, en el caso de Río Negro, abordar la concentración del negocio frutícola exportador, de una banca estatal única bajo control de los trabajadores, la reapertura de galpones y chacras cerradas por el Estado y bajo control de los trabajadores, la supresión de todo subsidio a los grandes grupos económicos y de todo impuesto que suponga una confiscación al salario -el Estado debe mantenerse sobre la base del impuesto a las Ganancias, a la renta del suelo y a las grandes fortunas; un salario igual al costo de la canasta familiar y el cese de la tercerización. Lo mismo vale para Jujuy, donde la explotación del litio, sólo como ejemplo, sigue la misma ruta del saqueo de las mineras. En ausencia de un planteo de industrialización bajo la iniciativa y el protagonismo de los trabajadores, los debates sobre qué energía utilizar tienden a ser unilaterales.


 


 


Qué plantear


 


La oposición a la central nuclear en Río Negro o Atucha debe ir de la mano de que son emprendimientos que responden a los intereses capitalistas de las corporaciones chinas y la burguesía argentina, y no a los de la mayoría trabajadora. Nuestra denuncia del negociado en Jujuy con la excusa de la energía limpia, va en la misma dirección. El crédito a Jujuy está garantizado por la venta de energía a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa), estatal, a un precio de 59,75 dólares el MW durante veinte años, lo que supone continuar el saqueo al pueblo por esta vía.


 


El impulso a una consulta popular en Río Negro (como una campaña de denuncia que podría abrir el mismo camino sobre lo que se propone en Jujuy) permitiría rechazar la planta nuclear y, a la vez, abrir un estado asambleario sobre el modelo de industrialización y energético que corresponde a la nación y a la provincia. Cierto que la consulta debe ser a toda la provincia -no en la “zona de impacto” como propone el gobernador- porque se trata de interesar a la clase obrera en el debate y esto supone llevarlo a los centros urbanos.