CGT Azopardo: Para pasar el verano
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El Congreso de la CGT Azopardo pasó desapercibido, no digamos para el movimiento obrero, sino incluso para los medios de prensa. Más que un Congreso, fue un trámite administrativo, que “reeligió” a Saúl Ubaldini y pasó a “archivo”. En el “mayor organismo” de la CGT no se discutió el polvorín de luchas del interior del país ni los centenares de conflictos que recorren fábricas y barrios. Ninguna cuestión de interés de la clase obrera tuvo cabida en dicho Congreso.
Con esta actitud, la burocracia ubaldinista ratificó su línea de cómplice en la división de tareas con sus pares de la CGT de Andreoni en la colaboración y sostenimiento del régimen menemista. Ubaldini respeta las jurisdicciones de Andreoni y no ha establecido ninguna política para socavar a esta burocracia y unificar al movimiento obrero.
Un acto de crisis
El acto del 17 de octubre fue un bochorno en los propios términos de la burocracia. Hasta último momento, los ubaldinistas de “los 8” polemizaron con Ubaldini sobre el lugar del acto y sus características. Finalmente, arribaron a una transacción y los 8 se avinieron a concurrir a Independencia y Paseo Colón a cambio del compromiso de Ubaldini de anunciar una “jornada” de “lucha”. Si se tiene en cuenta que los 8 aportaron una porción importante de la concurrencia, la negociación de la jornada fue el recurso extremo de Ubaldini por salvar un acto que iba camino al naufragio total.
Pero el “incidente” ilumina el carácter de la jornada que Ubaldini ha fijado para el 15 de noviembre. Ni las movilizaciones en Chubut, Santa Fe, de estatales provinciales en Jujuy, Salta y Tucumán alteraron el calendario de la burocracia que se tomó un largo mes para la realización de una “jornada” cuyas características, modalidades, reivindicaciones y consignas guarda con doble cerrojo.
Con el correr de los días, quedó completamente en claro que no habrá paro sino un acto por la tarde. No existen directivas de movilización, sino de desmovilización y ya se ha resuelto que no habrá paro de transporte. No es casual que sectores ubaldinistas estén señalando que esa “jornada” tiene más inconvenientes que ventajas.
Resulta claro que lo resuelto por la CGT no responde a la necesidad de unificar las protestas populares sino distraer a la clase trabajadora y permitirle a la burocracia ubaldinista seguir con el palabrerío hueco. Es una radiografía de la completa bancarrota política y sindical de la burocracia de Azopardo.
Esta política desmoralizadora se complementa en el interior, en especial en las provincias con grandes protestas populares, con la estrategia de constituir regionales de la CGT Azopardo. Frente a las poderosas tendencias unitarias y de lucha de los trabajadores, la formación de CGTs ubaldinistas es claramente divisionista, y su propósito no es otro que actuar como un redil para contener la evolución política y sindical de los trabajadores. Lo que está presente en todas esas luchas es la necesidad de expulsar a la burocracia de los sindicatos, a través de congresos de delegados de fábricas y talleres y de asambleas provinciales que unifiquen a toda la población. La política del ubaldinismo es consagrar la división del movimiento obrero y “respetar” las zonas de influencia del andreonismo.
Pasar el verano
La “jornada” del 15 de noviembre tiene la perspectiva de un saludo anticipado de fin de año que “ayude” al ubaldinismo a pasar el verano, para luego justificar su total parálisis en el inicio de la campaña electoral de 1991.
El Partido Obrero propone a los delegados y activistas del movimiento obrero que denuncien la parálisis y sabotaje del ubaldinismo a las luchas obreras y populares y contrapongan a esta tregua, el llamado a formar coordinadoras de base, la realización de plenarios que voten un programa de defensa del movimiento obrero y de apoyo resuelto a la formación de asambleas populares en todas las localidades para unificar la protesta obrera y popular. Chubut, Jujuy, Santa Fe… marcan el camino.