Chacho fue promotor de la ley Banelco
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Chacho Alvarez no renunció a la Vicepresidencia por las coimas en el Senado, como pretende hacer creer ahora que ha vuelto a la TV. El motivo de su renuncia fue su enfrentamiento con el banquero De Santibañes, por entonces jefe de la Side, por la difusión pública de conversaciones privadas del Chacho. El cambio de gabinete, a principios de octubre de 2000, confirmaba a De Santibañes al frente de la Side. La reforma Banelco-Techint se había aprobado, bajo la presión favorable de Alvarez, seis meses antes de su renuncia.
La ley laboral de la coima fue aprobada por Diputados en febrero. El día de su tratamiento, Alvarez recorría los pasillos de la Cámara para forzar a los diputados frepasistas a votar a favor o, al menos, ausentarse del recinto a la hora de la votación.
Dos meses después, en abril, la ley fue aprobada por el Senado. Ya para entonces eran públicas las denuncias de Moyano sobre la “Banelco” de Flamarique, que además de ministro de Trabajo era miembro del Frepaso. En los cuatro meses que pasaron hasta que las denuncias se hicieron públicas, Alvarez defendió a capa y espada a Flamarique. Antonio Cafiero cuenta ahora que cuando fue a ver a Alvarez con la información de la coima, Chacho le respondió: “No es mi problema” (Clarín, 16/12).
Alvarez ya tenía experiencia en eso que hoy abomina – el financiamiento de la política – . Durante la campaña electoral, el Frepaso había recibido una “donación” de 100.000 dólares de la constructora norteamericana Ogden, asociada con la Rural en la reconversión del predio de Palermo. Un negocio que sigue ahí bajo la intendencia de Ibarra.
En agosto, cuatro meses después de la aprobación de la ley, estalló el escándalo. En ese mismo momento, Alvarez denunciaba que la Side había pinchado su teléfono y había hecho públicas sus conversaciones privadas. Pa ra “reforzar” su denuncia contra De Santibañes, jefe de la Side, Chacho “sugirió” que la Side estaba metida en el escándalo del Senado. Es decir que se valió de un tema que había ocultado, las coimas, para un ajuste de cuentas con un rival que quería voltearlo. Durante cuatro meses, Santibañes, Flamarique y el propio Alvarez fueron íntimos asociados en la pugna por imponer la ley antiobrera.
Pero todavía seguía defendiendo a Flamarique. Su principal “operador político”, Darío D’Alessandro, declaraba entonces que “quienes piensan que la solución es la remoción del ministro de Trabajo, no deben olvidar que él fue el negociador político (…) Si hubo algo raro, deberán rodar otras cabezas” (Página/12, 2/9). Los frepasistas amenazaban con “represalias” si no se “dejaba tranquilo” a “su hombre”. Por orden de Alvarez, los diputados del Frepaso rechazaron el pedido de juicio político contra Flamarique… ¡presentado por el peronismo!
Alvarez se dio tiempo también para impulsar la sanción de una “ley de fueros” – cuya autora intelectual fue la Carrió – como una salida para que el Senado pudiera volver a funcionar, a pesar de las denuncias y de la investigación judicial. Necesitaban que los coimeros de la ley laboral votaran leyes exigidas por el FMI, y principalmente el presupuesto 2001. Alvarez se opuso a la investigación judicial defendiendo la “sanción política”.
Alvarez renunció en octubre, pero sin aludir a los coimeros. La renuncia fue “un recurso de emergencia para viabilizar la continuidad del gobierno y su política” (Prensa Obrera, 12/10/00). Meses después intentaría volver como jefe de Gabinete y con Cavallo en Economía. Pocos días después de su renuncia concurrió a Olivos a garantizarle a De la Rúa que los diputados del Frepaso votarían disciplinadamente el presupuesto reclamado por el FMI. Al mismo tiempo, todos los funcionarios del Frepaso seguían en sus puestos en el gobierno de los coimeros. Como tituló en su tapa entonces Prensa Obrera, “Chacho se va para que De la Rúa siga” (Prensa Obrera, 12/10/00).
Este es el hombre que reivindican Kirchner e Ibarra.