Chaco: La victoria de las 'colectoras'

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La victoria electoral de Capitanich en Chaco es un fenómeno político excepcional, porque echa luz sobre la crisis política nacional en su conjunto. Por un lado, lo que todo el mundo coincidió en caracterizar como ‘sorprendente’ debería resultar completamente natural, dado el enorme derrumbe social de la provincia — del cual la prensa se hizo eco en los últimos meses. Capitanich capitalizó una tendencia subterránea muy intensa, que no encontraba un cauce para su expresión. Puso al desnudo, de este modo, una crisis que superó las previsiones políticas de todo el mundo, incluso las del propio ganador, y por sobre todo de la izquierda y del Partido Obrero. No casualmente Capitanich había presentado simultáneamente su candidatura a senador en previsión de una derrota. Tampoco el gobierno nacional apostó a una derrota de Rozas, como lo demostró la ausencia de los Kirchner en la campaña electoral de Chaco; Capitanich no pertenece al núcleo duro del matrimonio presidencial.
La hendija por la cual se filtró su victoria fue la escisión que se creó entre el gobernador ‘rozista’, Nikisch, y su patrón, el propio Rozas. Nikisch ya había amagado lanzarse como candidato fogoneado por los intendentes del justicialismo. Sin embargo, durante la campaña electoral Nikisch participó de varios actos de los intendentes del PJ, a pesar de ser candidato a senador en la lista de Lavagna. Incluso Rozas tuvo un corte de boleta en contra de 4% (6 mil votos de diferencia, perdió la provincia por 2 mil) en Resistencia. La quiebra del monolitismo radical inaugura una etapa convulsiva para la provincia. Si, por un lado, es numéricamente cierto que Capitanich no habría podido ganar sin las ‘colectoras’ que pegó a su lista —desde Macri a Barrios de Pie—, el éxito de esta operación política anticipaba una posibilidad de derrotar al oficialismo. Las quiebras políticas como la que ha tenido lugar en Chaco se han manifestado ya en otros distritos —Tierra del Fuego, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires—, y pueden manifestarse en el futuro próximo en Santa Cruz, la provincia de la pareja oficial, y en Salta. Pero si se mira de conjunto, es lo que ocurrirá a nivel nacional, donde son manifiestas las divergencias entre los kirchneristas y los ex duhaldistas, e incluso entre la candidata a la Presidencia y el candidato a gobernar la Provincia de Buenos Aires. Con la perspectiva de los tarifazos y de la crisis económica internacional, estas fracturas anticipan crisis políticas aun mayores que las ya conocidas. Es totalmente cierto que la victoria de Capitanich sutura, en el corto plazo, la crisis que deja el derrumbe del rozismo, pero el nuevo gobierno chaqueño deberá enfrentar una situación convulsiva, que dejará al desnudo la precariedad de su andamiaje político oportunista e incluso corrupto. La ‘colectorización’ es una manifestación de la disgregación de los partidos políticos y de la crisis del régimen político en su conjunto.
Síganme, no los voy a defraudar
Capitanich, como Macri en Capital, hizo una campaña centrada en una fuerte demagogia social. Prometió crear cien mil puestos de trabajo privados, subsidios a los productores, obra pública (caminos, agua potable, defensa de las inundaciones, cloacas, etc.). Lo más importante fue, sin embargo, el apoyo de los gremios de la CTA —docentes y estatales—, y la CGT, de los dirigentes aborígenes del Idach, las ligas agrarias, Barrios de Pie, Frente Grande. Más allá de las listas colectoras, Capitanich montó una suerte de frente popular, al mismo tiempo que la mayor parte de los votos de las colectoras los aportaron los agrupamientos de derecha: PNC, PPR, Recrear-PRO. El giro político para la gobernación no se manifestó en los municipios, en los que fueron reelectos la mayoría de los intendentes, tanto del PJ como de la Alianza (UCR, PS, Acción Chaqueña). Carrió saludó la victoria de Capitanich como una derrota de la UCR lavagnista, a pesar de haber perdido la banca que tenía en la Legislatura de “su” provincia. Las colectoras y la demagogia social permitieron a Capitanich capitalizar a la oposición social al rozismo.
El PO
El PO hizo una intensa campaña política de afiches, pero débil en términos de propaganda y actos públicos, aunque se recorrieron como nunca los medios de comunicación. Los resultados electorales (0,4% a diputado provincial), implican un retroceso desde la última elección (0,72%). El retroceso del ARI indica que hubo una fuerte polarización (93% entre Rozas y Capitanich). El resultado electoral del PO pone al desnudo el retroceso del movimiento piquetero (la integración de un sector a Capitanich), así como nuestro relativo aislamiento dentro de un movimiento sindical que se encuentra en una gran crisis, en especial en la docencia. Crecimos significativamente en el movimiento universitario y formamos una agrupación de trabajadores estatales. Se destacó el resultado en Barranqueras: 1,21% a Concejal de nuestra líder piquetera, Graciela Narváez. En Resistencia sacamos 0,7%, que fue nivelado para abajo por el interior provincial. Ahora afrontamos la campaña nacional de octubre.