El “retiro espiritual” de Macri y su gabinete en Chapadmalal fue un retiro bajo el signo de la crisis. Según ilustró el periodista Edgardo Alfano, “en la foto grupal y en la presentación ante los periodistas abundaron las sonrisas, pero en el seno del gobierno hay preocupación por la marcha de la economía” (TN, 3/12).

Pese a los balbuceos del secretario de producción Francisco Cabrera acerca de un aumento en los despachos de cemento, los datos son demoledores. Según el Indec, la industria y la construcción cayeron en octubre un 8 y un 19 por ciento, respectivamente, con respecto al mismo período del año anterior. El famoso “segundo semestre” ha arrojado una profundización de la recesión.

A esto debe añadirse la crisis de la política de endeudamiento: las tasas superiores al 25% en la colocación de letras a corto plazo son una bomba de tiempo que ha llevado la deuda del Central a 750 mil millones de pesos. A la vez, el aumento en las tasas de interés que traería aparejado el triunfo de Trump encarecen el endeudamiento internacional.

Para contener el impacto del deterioro del poder adquisitivo del salario, del aumento del desempleo y las suspensiones y de una pobreza que asciende al 32%, el gobierno debió apelar a la burocracia de la CGT y las organizaciones del “triunvirato piquetero” que firmaron la paz social a cambio de paliativos y prebendas para sus aparatos.

La situación económica está en la base de la crisis política que llevó al jefe de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, a reclamar cambios en el gabinete y la incorporación de figuras del peronismo al gobierno.

Sobre este punto, el gobierno aparece dividido. Y Macri, en la conferencia de prensa que dio cierre al “retiro espiritual”, no fue concluyente al respecto. Aunque dijo que no comparte la visión de Monzó,  aseguró que Cambiemos es  “un espacio abierto” y que “cualquier incorporación tiene que compartir nuestros valores” (Télam, 3/12).

Por lo pronto, Vidal ha reforzado en la provincia de Buenos Aires al ala pejotista y clerical de su gabinete.

Sí, en cambio, ensayó Macri una defensa de la detención de Milagro Sala, en momentos en que los reclamos de organismos internacionales por su liberación han partido también al gobierno.

Los ejes que el gobierno debatió en Chapadmalal (“estabilidad macroeconómica”, “fortalecimiento institucional”, “seguridad y narcotráfico” e “inserción inteligente en el mundo”) son una confesión de los severos problemas que enfrenta.

El debilitamiento del gobierno constituye un límite a su política de ataque contra los trabajadores, que Macri ensaya bajo recurrentes llamados en estos días a reformular los convenios de trabajo y aumentar la productividad.

Por iniciativa del recuperado Sindicato del Neumático (Sutna), el clasismo impulsa para este 20 de diciembre una gran movilización a Plaza de Mayo, a quince años del Argentinazo, para quebrar el ajuste de Macri y los gobernadores.

Es una gran oportunidad para desarrollar una intervención política del movimiento obrero ante la crisis.

 

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