Chávez expulsa al embajador de Israel

Alegando la comisión de genocidio por parte del Estado de Israel, Venezuela expulsó al embajador sionista y a siete funcionarios, aunque sin romper las relaciones diplomáticas. No es la primera vez que un gobierno nacionalista, militar o civil, asume una posición de dignidad frente a los atropellos del imperialismo, expresando dentro de sus límites los sentimientos históricos de sus propios pueblos (del mismo modo han sido cómplices con el terrorismo de Estado más implacable cuando las masas amenazaban las posiciones del capital dentro de sus propios países).

Es muy probable que Chávez utilice esta expulsión como un arma en la campaña para conseguir el derecho a la reelección indefinida, pero en todo caso sería el único punto verdaderamente auténtico de delimitación política en esa campaña, que por todo lo demás es pura demagogia.

Sorprende que Chávez haya adoptado esta posición sin concertar con los países del Alba, el cual ha sido presentado como una configuración del mundo igualitario del futuro. Ocurre que es probable que nadie lo hubiera acompañado, en primer lugar Cuba. El gesto de dignidad del presidente venezolano ha dejado al descubierto la vacuidad de su proyecto político.

También deja al desnudo la vacuidad de la intención de formar una OEA latinoamericana; el Mercosur ha virtualmente justificado la agresión de Israel al colocar a las acciones de la resistencia palestina en un mismo plano con los crímenes de guerra del opresor sionista. Los gobiernos del Mercosur han firmado asimismo un tratado de libre comercio con Israel, que es particularmente agraviante porque legitima los asentamientos coloniales en territorios ocupados y la destrucción de la producción y de los cultivos palestinos.

Proponemos utilizar la decisión de Venezuela para reclamar la ruptura de relaciones diplomáticas de toda América Latina con Israel y el llamado a un boicot obrero internacional de mercaderías y servicios hasta que cese la agresión y las tropas israelíes abandonen Gaza.