Políticas

13/4/2000|662

Cimbronazo político en la Capital Federal

La aparición de una encuesta de Equipos de Investigación Social (Equis), que dirige el sociólogo Artemio López, ha servido para poner al desnudo la enorme manipulación electoral de la opinión pública en la que está empeñado el conjunto de las encuestadoras tradicionales. Para difundir la versión interesada de una polarización en las elecciones de la Capital, estas encuestadoras evitan dar a conocer las intenciones de voto del electorado en lo que hace a los legisladores de la ciudad. Con este procedimiento pretenden encerrar al electorado en una camisa de fuerza de opciones políticas, que en verdad resultan opuestas a las reales tendencias políticas del electorado.


Despolarización


Las intenciones de voto para la Legislatura, relevados por Equis, muestran un panorama completamente diferente al de una polarización electoral. Entre la lista que encabeza Olivera, de la Alianza, con el 34.2%, y la de Oyhanarte, que corresponde a Cavallo, con el 14.6%, apenas suman el 48.8% de las intenciones de voto; esto contra la suma del 72.3% que alcanzan entre las dos en la elección de jefe de gobierno. Es decir que aliancistas y cavallistas sufren un verdadero derrumbe de 25 puntos porcentuales para legisladores, lo que equivale a una emigración de más de medio millón de votos. Se deduce de aquí que, aún con un 13% de indecisos, alrededor de la mitad del electorado repudia simultáneamente las listas de la Alianza y Cavallo.


No hace falta decir que la tendencia a la despolarización sería más acentuada aun si la ciudadanía tuviera una información adecuada de lo que está ocurriendo. El silencio informativo, llamativamente concertado, obedece claramente al temor que inspira la difusión de una fuerte tendencia a la quiebra del monopolio político de los partidos tradicionales. Esta quiebra responde a un proceso más general de derrumbe político de estos partidos, pues la UCR no habría llegado al gobierno sin el auxilio del Frepaso, ni Cavallo (que a su vez tuvo que recurrir a Beliz) ni el peronismo estarían hoy disputando el segundo puesto sin la alianza que han venido tejiendo entre los dos desde el apoyo de Cavallo a Ruckauf en la elección pasada. Subraya claramente esta crisis el hecho de que la Alianza estará muy lejos, en caso de ganar la elección ejecutiva, de tener una mayoría parlamentaria, en tanto que Cavallo, en caso de perder, desaparecerá al mismo tiempo del panorama político, dado el raquitismo del número de sus legisladores que saldrá de las urnas. Los lectores de Prensa Obrera recordarán que en varias oportunidades caracterizamos, desde estas páginas, la inconsistencia de la polarización electoral que se pretendía armar en la Capital.


La elección legislativa, y no la ejecutiva, es la que refleja más adecuadamente los desplazamientos y las tendencias políticas del electorado. La elección ejecutiva tiene características plebiscitarias, es decir que fuerza al electorado a una opción entre alternativas que podrían resultarle ajenas. En una elección parlamentaria, rigurosamente proporcional, ocurre lo contrario, pues cada elector puede expresar su propia tendencia sin ningún riesgo de ‘perder’ el voto. Las tendencias de la elección ejecutiva están adulteradas; las de la elección legislativa son mucho más genuinas.


Crisis del peronismo


Una expresión de la crisis del peronismo en las elecciones porteñas, lo representa la intención de voto por Irma Roy, que con el 6.2% supera a Granillo Ocampo en la elección para jefe de gobierno, y con el 16.7% se ubica en el segundo lugar para legisladores. La lista de Irma Roy cuenta con el apoyo del MTA, pero en los últimas días se registró también el de Gerardo Martínez de la Uocra y hasta el de Felipe Solá, acérrimo cavallista, para la Legislatura. La intención de voto legislativa para Irma Roy llega al 23.3% en la zona sur de la ciudad, donde supera incluso a la Alianza y a Cavallo-Beliz. Estos datos describen una situación catastrófica para las llamadas opciones ‘mayoritarias’ en los distritos más golpeados por la crisis y entre los trabajadores más explotados. La alternativa neo-liberal, clerical y videlista de Cavallo-Beliz tiene un campo orégano en la ‘ilustrada’ zona norte; en el sur pobre y ‘sin educación’ su penetración es nula. El baluarte de la democracia se encuentra en las barriadas populares.


Pero este derrumbe del peronismo, cuyos gobernadores apoyan a Cavallo en tanto que Menem y su clan lo hacen por Granillo Ocampo, expresa también la crisis de la Alianza, que no habría ganado el pasado 24 de octubre sin el aporte de centenas de miles de votos peronistas. Con respecto a las últimas elecciones, la encuesta revela, por lo tanto, una masiva emigración de votos del peronismo y de la Alianza.


Pero la crisis del peronismo no es institucional o de aparato, no es una mera crisis de clanes, sino que es la manifestación de una larga y ultramadurada crisis histórica. La candidatura de Irma Roy puede servir de consuelo, de protesta o de escape para muchos votantes, pero no es una salida; no es casual que no tenga programa. Pero es precisamente con relación a la cuestión de la salida que las tendencias electorales en la ciudad de Buenos Aires revelan síntomas extraordinarios.


El Partido Obrero agrupa


El dato más importante de la encuesta es, por lejos, la intención de voto para legisladores al Partido Obrero. De acuerdo con el relevamiento de Equis, el PO tendría una intención promedio de voto del 5.2%, que equivale a unos 110.000 sufragios, pero que en la zona sur como un todo llega al 9.6%.


El valor supremo, si se puede decir así, de estos datos es que cualquiera sea el resultado final, en más o en menos, pone en números una tendencia efectivamente existente, que tiene que ver con la necesidad histórica de la clase obrera de superar al peronismo, el cual ha pasado de haber sido un movimiento de concesiones sociales a un movimiento de genocidio de las conquistas obreras. Más del 90% de estos votos vienen del electorado obrero del peronismo, como lo destaca su distribución geográfica (en la zona norte el PO sólo llega al 2%). La encuesta revela un cordón umbilical entre el voto obrero al peronismo y al PO; donde el primero sube, bajamos; donde aquél baja, subimos. Hasta ahora el peronismo perdía votos en favor de otro partido tradicional y viceversa.


La encuesta también revela que si bien un respetable 1.8% de los electores que ganan menos de 500 pesos vota al PO, la cifra sube al 6.9% entre quienes ganan de 500 a 1.000 pesos y al 6.7%, entre los que van de 1000 a 2.000, y más allá de esta franja de ingresos vuelve a descender. Es decir que se trata de un voto de la zona sur de quienes ganan entre 500 y 1.500 pesos, o sea de la clase obrera y de los asalariados políticamente interesados o activos. Por su geografía y nivel de ingresos se trata de un voto marcadamente clasista. También según la encuesta, el voto al PO se concentra entre los varones de 18 a 30 años y llega a ser mínimo luego de los 60 años.


La información es un arma de lucha


La encuesta de Equis tuvo lugar entre el 1 y 3 de abril. Pero ya el 5 de abril, Ambito Financiero informaba que Beliz fue encargado de la tarea de recuperar al peronismo de la zona sur para su lista con Cavallo, de recomponer la red de punteros peronistas y hasta de reabrir (grandes sumas de dinero mediante) unidades básicas que habían sido cerradas por la deserción de los militantes justicialistas. Granillo Ocampo se largó a una campaña similar.


Es decir que se ha abierto una campaña para torcer la manifestación electoral de esta tendencia revolucionaria que anida en una parte de los trabajadores. Al mismo tiempo, sin embargo, la divulgación de que el Partido Obrero podría entrar a la Legislatura, y no con uno sino con varios legisladores, desató un movimiento adicional a votar al PO por parte de quienes empezaron a ver que hacerlo no es perder un voto sino ganar una bancada. Difundir todos estos datos se ha transformado en algo tan importante como la propia propaganda del programa del PO, o más aún incluso, porque esos datos hacen conciente una situación política real, que necesita todavía consolidarse y profundizarse, y que para eso reclama una mayor actividad política, incluida el arma de la información.


Es lo que resume nuestro nuevo slogan de campaña: Venite compañero, que el Partido Obrero está sumando.