Políticas

29/10/2013|1291

Ciudad de Buenos Aires: una derrota parcial dentro del ascenso

El domingo pasado, el Frente de Izquierda registró en la Ciudad de Buenos Aires un incremento del 40% de los votos respecto de las Paso, lo cual permitió que metamos a Marcelo Ramal en la Legislatura porteña. Sin embargo, por un par de décimas de punto no ingresó Jorge Altamira como diputado nacional. Dado que Jorge ha liderado, desde 2011, la campaña del Frente a nivel nacional, el revés significa una derrota dentro del marco de un formidable ascenso de la izquierda revolucionaria. Así fue sentido por gran parte de la militancia del Frente de Izquierda y amplios sectores del electorado.


Desde el punto de vista de la contabilidad electoral, el resultado puede ser imputado con facilidad a la competencia de la izquierda democratizante en la Ciudad, en especial de Zamora, ausente en el resto del país. Quedó confirmado el acierto de la propuesta de unidad electoral a Zamora y el carácter contrarrevolucionario del rechazo, sin principios, de esa unidad por parte de Zamora. De todos modos, este lado de la historia es anecdótico.


Los resultados obtenidos por el conjunto de las fuerzas políticas que se presentaron en la Ciudad demuestran que nuestra derrota relativa obedece a que en la Ciudad hay un retraso en lo que tiene que ver con la respuesta popular a la crisis de conjunto de la economía y el régimen político nacionales. Esto se manifiesta en una consistencia superior de las fuerzas pro-capitalistas en el distrito, en especial cuando se trata de una batalla en las urnas. En Argentina se ha invertido, por el momento, la tesis de que la metrópoli porteña es mucho más progresista que el interior. Hoy, la situación es manifiestamente diferente y así lo prueban las crisis y luchas populares en la Patagonia y el norte argentinos. El desfasaje, de todos modos, no se registra por primera vez (recordemos los cordobazos y rosariazos) y no se mantendrá tampoco por mucho tiempo.


Otra contradicción significativa es que, al menos en el caso del Partido Obrero, el crecimiento militante en toda la zona metropolitana -Ciudad y Gran Buenos Aires- es superior al del resto del país que la superó en porcentual de votos. Esto indica claramente que el retraso relativo durará lo que un suspiro. Después de todo no sorprende que las fuerzas que dominan el centro político y administrativo de la nación resista con mayor tenacidad el ascenso de una izquierda revolucionaria. Menos que nunca debemos analizar los resultados electorales al margen de los problemas que plantea la transición política creada por una nueva crisis de poder y la marcha acelerada de una crisis económica.


Lo que cuenta, por sobre todo, es que el impacto político de los resultados del domingo será mayor en las concentraciones industriales, universitarias y educativas de la zona metropolitana, y lo mismo en Córdoba (donde aún disputamos el ingreso de Liliana Olivero), y las zonas mineras, petroleras y azucareras del norte y del sur. Caracterizar un revés, en especial cuando se hace en un contexto adecuado, ayuda inconmensurablemente a acelerar las condiciones de la victoria.