Políticas

31/8/1988|239

Acerca del planteo del PTS

Comenzó el debate del Frente de Izquierda

El Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS) ha hecho un llamado al PC, al Mas y al Partido Obrero a “conformar un Frente de Trabajadores y de Izquierda para las elecciones presidenciales de 1989.» con un programa obrero cuyo ordenador serla la consigna de gobierno obrero y popular” (Avanzada Socialista, N° 6, 24/8).

El mismo PTS se encarga de remarcar que se opone al reflotamiento del extinto Frente del Pueblo. También se diferencia del Frepu y del Fral por cuanto el Frente de Trabajadores y de Izquierda tendría “una fórmula de gobierno y la consigna del socialismo".

¿Estamos entonces en presencia de un acercamiento a las posiciones políticas del Partido Obrero? En medio del debate frentista que se ha abierto a pesar de la izquierda democratizante que lo rechaza, es necesario clarificar esta cuestión.

Ayer, hoy y mañana

A diferencia del PO, que se opuso al Frepu desde su misma formación por su carácter democratizante y oportunista, el PTS se opone a un reflotamiento del FP en base a una apreciación puramente coyuntural. Es decir que lo reivindica en sus principios.

Para el PTS, el FP fue correcto y progresivo en 1985 porque entonces “existía la hipótesis de que sectores peronistas podrían romper con el PJ”. Pretende que ese frente de la “democracia con Justicia social”, de la “tercera lista peronista” y "frente peronista Independiente” era al mismo tiempo un frente de Independencia de clase”. Defiende al FP por razones coyunturales y deforma sus planteos oportunistas.

Como “esa hipótesis (ruptura del PJ) hoy no existe ya que las Ilusiones en Menem predominan", y lo que queda como resaca de aquella posibilidad son organizaciones genéricamente definidas como "socialistas" o “marxistas”, el frente que se debe formar hoy debe ser, necesariamente, "socialista".

Para el PTS todo es cuestión de oportunidad. Ayer sí, hoy no, mañana tal vez. Entre coyuntura y coyuntura, camufla su propia línea estratégica.

Morenismo

Lamentablemente para el PTS, su adaptación a la coyuntura no le sirve de nada, porque las organizaciones genéricamente “socialistas” no coinciden con las nuevas “hipótesis" y conjeturas del PTS. En tanto algunas piensan (Mas) que esa ruptura del peronismo se dará inevitablemente en el futuro, por lo cual hay que tender los puentes ahora con un frente de las características del Frepu, otras piensan (PC) que mientras se espera la ruptura del peronismo no sería un mal negocio cosechar ahora el distanciamiento ocasional con el alfonsinismo de algunos alfonsinistas como Molinas o Verbitsky, o el de cafieristas democristianos como Auyero con el cafierismo. En conjunto, estas organizaciones no creen en absoluto en el socialismo que les reivindica gratuitamente el PTS, y mucho menos si se les reclama que lo levanten como bandera con el argumento de que las masas, que deberán imponer el socialismo, no rompen con el partido nacionalista patronal.

El PTS adopta una metodología seguidista porque acomoda sus planteos a una de las tendencias que cree percibir en las masas y en la situación política, sin interesarse por determinar cuál es, de todas ellas, la tendencia revolucionaria que procura abrirse paso en el seno de los trabajadores. Es así que a partir de una “hipótesis” de ruptura con el peronismo concluye que hay que impulsar un frente democratizante como el FP, un frente que sostiene el régimen político burgués por la izquierda, estrangulando así la tendencia revolucionaria que pudiera existir entre los trabajadores. Es así que el PTS es llevado a considerar inadecuada la consigna de gobierno obrero y popular, entendida como una consigna dé: ruptura con el régimen político democrático, para un frente de "independencia de clase" a pesar de que fue elaborada por la lll° y IV° Internacional, precisamente como una consigna política de independencia del proletariado. Y sostiene que esta consigna es sólo adecuada para un “frente socialista” obviando así la dictadura del proletariado. Pero el socialismo sin la dictadura del proletariado es un viejo engañabobos.

El PTS es protagonista de una terrible confusión: sostiene teóricamente la progresividad de frentes de contenidos diferentes y hasta antagónicos en el espacio de un mismo periodo histórico.

Con los democratizantes y nacionalistas, frente democratizante y nacionalista ("democracia con Justicia social”); con los socialistas, frente socialista ("gobierno obrero y popular") y así hasta el infinito, según sea la personalidad política de los firmantes del frente. Esto y el seguidismo o la adaptación a ciegas son la misma cosa.

Tanto para el Mas como para el PTS la táctica frentista se reduce a elegir cuál de esos distintos -y antagónicos- frentes pueden usarse hoy, de la misma manera que un hombre se para frente a una ventana para ver si debe salir con sobretodo o con camisa.

Pero en política la posibilidad de cambiar la camisa tiene más limitaciones que en la vida cotidiana, porque es evidente que en el orden estratégico de los distintos frentes el destino del frente “socialista" es disolverse, oportunamente, en el frente democrático, mientras por el momento, marca el paso hasta que maduren las condiciones políticas favorables a ese frente democrático o frente popular. Con el PO un “frente revolucionarlo”, con el PC un “frente obrero”, con el peronismo un “frente antiimperialista** y hasta con la iglesia un “frente por la paz" (como ocurriera en 1978 en ocasión de la crisis del Beagle); todo esto constituye una forma sinuosa y pérfida de llevar a la vanguardia de la clase obrera al remolque da la burguesía nacional.

El método clasificatorio de los frentes por parte del PTS, y que ha distinguido toda la vida al Mas, delata una clara filiación electoral. En los campos Aparentemente definidos de las próximas elecciones, el “frente socialista" debe ocupar su propio “espacio”. La izquierda debe desempeñar el rol que ya le ha sido asignado por la todopoderosa “opinión pública”. Todo esto demuestra el carácter insalvablemente conservador de un frente que se concibe en términos puramente electorales. En realidad, hay que arrancar a las masas peronistas del menemismo, esta es la función de un frente de izquierda, para lo cual debe desenmascarar en todos los planos a la burguesía y organizar la luchada las masas contra ella.

El planteo de un frente democratizante está concebido a la medida de los trabajadores peronistas que rompan con el PJ, en conformidad con ‘hipótesis” que les son extrañas. Esto desnaturaliza esa ruptura. El trabajador que rompe con un partido patronal está rompiendo potencialmente con el Estado burgués y se está orientando a la revolución socialista. Proponerle un frente, el FP, que reivindica la explotación democrática de la clase obrera o “una política exterior de paz con los pueblos que luchan”, y que se opone al repudio de la deuda externa, significa sabotear política-mente a los trabajadores que se van formando una conciencia de clase. La ruptura de los trabajadores con el peronismo es usada, nada menos, que para justificar la capitulación de la izquierda ante el régimen patronal y como una razón para abandonar los planteamientos revolucionarios.

El frente de hoy

Descartado el frente “con los sectores peronistas en ruptura”, que no ganó a ningún sector peronista “en ruptura” pero que, si empujó a algunos “disidentes” al redil del PJ, el PTS propone un frente "socialista” como “premio consuelo". En el cuadro de los “frentes de ocasión”, esta propuesta es un remedo del Frente del Pueblo.

Para hacer más apetecible el "premio consuelo", el PTS propone agregarle al programa del Frepu las consignas de “gobierno obrero y popular” y “por el socialismo”, lo cual no cambia nada y más bien enturbia todo. De qué “gobierno obrero” hablamos? ¿De qué “socialismo"?

La táctica frentista tiene un contenido único. Darle un carácter múltiple significa, en última instancia, propugnar hasta el frente popular. Lo que indudablemente va variando es la forma del frente, el grado de desarrollo de sus definiciones y de su organización o el número de fuerzas que agrupa.

En todas las circunstancias, sin embargo, su carácter está determinado por su planteo de la expulsión del imperialismo mediante los métodos de la revolución proletaria Es decir que debe concretizar siempre la estrategia de la revolución permanente.

No se puede aceptar, bajo la rúbrica de un “frente socialista”, la formación de una estación inicial de un futuro frente democratizante, o de una estación de recambio de un frente democratizante ya abortado, cuya vigencia se postula contradictoriamente para cuando la situación sea realmente revolucionaria, a raíz de una ruptura políticamente expresiva de los trabajadores con el peronismo.

En las circunstancias actuales está planteando un frente de izquierda porque es en las organizaciones de izquierda donde se concentra el abanico de corrientes que expresan la tendencia de la clase obrera y de otros sectores explotados a romper con el monopolio político de los partidos patronales y a encabezar la lucha por la liberación nacional y social. En este aspecto, la cuestión no ha cambiado un ápice con respecto a 1985, más bien ha empeorado, porque el Frepu facilitó la evolución “centro-izquierdista” del partido comunista, luego de la crisis previa al XVI° congreso, y del Mas.

Por su carácter, el frente de izquierda debe delimitarse del nacionalismo burgués o pequeño burgués y del régimen político democratizante, señalando las limitaciones insalvables de éstos para consumar la liberación nacional, así como su inevitable tendencia a aplastar el movimiento independiente de los explotados. Por su política y por su organización, el frente de izquierda debe potenciar, los métodos propios de lucha de las masas, utilizando la participación en las instituciones del Estado burgués con esta finalidad.

El frente de izquierda no se podrá lograr de ninguna manera sin un llamado a la movilización frentista a la militancia de los partidos de izquierda y de los sindicatos.

El bloqueo a las posibilidades de un frente de izquierda por el avance de la política centroizquierdista en el PC y en el Mas, solo puede ser combatido mediante el llamado a la movilización de la militancia.

Un frente que no se base en la movilización de la militancia es naturalmente burocrático y nunca podría tener un carácter revolucionario. El debate entre la militancia y las direcciones de la izquierda determinará el grado de los acuerdos políticos al cual puede llegar un frente de izquierda. Así como no se puede construir un frente en la confusión y con franela, tampoco se lo puede construir con ultimátums, sean éstos la consigna de gobierno obrero y popular o de cualquier otro tipo. Pero es indudable que para luchar consecuentemente por un frente de izquierda es necesario despejar cualquier confusión sobre el carácter democratizante y potencialmente contrarrevolucionario del Frepu, Fral y sus varias imitaciones.