Políticas

12/8/1999|637

¿Cómo ganó Reutemann?

Los análisis de las elecciones en Santa Fé coinciden en forma abrumadora. Los consideran una “victoria personal” de Reutemann, por su supuesta “equidistancia” entre el menemismo y el duhaldismo y por un sinnúmero de inimaginadas virtudes; “tipo austero, de vida recoleta y no fastuosa”, capaz de “acumular pocos rencores”, dice Página 12 (9/8). Semejantes opiniones olvidan el fracaso de la gestión anterior de Reutemann, que dejó a la provincia con centenares de miles de desocupados.


La victoria de Reutemann tiene otra raíz. No discrepaba con Usandizaga en que se debe privatizar la empresa de energía y reemplazar ingresos brutos y sellos por un IVA provincial (mayor carga sobre los consumidores). Nadie hizo más por la victoria de Reutemann que la propia oposición radical-frepasista. Usandizaga casi no se movió de Rosario. Que las intenciones de voto por Reutemann en la provincia se transfirieran en el orden nacional para De la Rúa, no para Duhalde, supone que los punteros justicialistas votan por el PJ en la provincia y por la Alianza en la presidencial. Quince días antes de la elección, un editorial de La Capital afirmaba: “seguramente, los encuestadores del reutemismo exageran, pero la increíble falta de voluntad de los candidatos aliancistas también aporta lo suyo” (22/7). Una semana antes, Federico Storani (UCR) declaró a ese diario: “Reutemann va a tener un triunfo importante”, lo que significó un llamado a dejar de militar por la candidatura de la Alianza (ídem, 5/8). Cuarenta y ocho horas antes del comicio, el propio Usandizaga se consideró a sí mismo un candidato “devaluado” (Clarín, 7/8). En este cuadro, las condiciones para el triunfo del PJ estuvieron dictadas por el trabajo de desmoralización propia ejecutado por su adversario.


Que la elección de Santa Fé es un capítulo de la crisis en el peronismo, lo prueba que nadie considere que pueda torcer el derrumbe del duhaldismo. El propio Reutemann, luego del comicio, desahució al candidato peronista: “a Duhalde podemos empujarlo, pero con eso no va a alcanzar” (ídem, 9/8)”. Duhalde, planteamos en PO Nº 636, enfrenta una contradicción que se presenta insuperable en el plazo de la campaña electoral. Por una parte, producir un giro demagógico hacia la izquierda para capitalizar la bronca con el menemismo y la evidencia del agotamiento político de éste; por otra parte, superar su asociación de una década con el menemismo y aún hoy buscar un acuerdo con éste para mantener unido al aparato oficial en apoyo a su candidatura”.


La votación de la izquierda


Entre el PJ y la Alianza sumaron el 93,66% de los votos y hubo un 5,42% de votos en blanco.


De todos modos, la elección ha sido ejemplificadora del nulo resultado conseguido por la izquierda democratizante como consecuencia de promover a un empresario como candidato a intendente de Rosario. UNIR agrupó a toda la izquierda con excepción del PO (PC, MST, CPL, las dos fracciones “pro PT” provenientes del MST) junto con la fracción del PSA que dirige la ex concejala Silvia Fernández León y un bloque significativo de desencantados del Frepaso. Las consignas de su programa eran “dificultar la corrupción”, “promoción de las exportaciones santafesinas”, o “auxilio a las pymes”, pero estaba ausente la derogación de la flexibilidad laboral. En la elección a diputados provinciales, UNIR obtuvo 6.345 votos (0,42%), una votación que ni siquiera puede considerarse en paridad con la del PO (5.155 votos, 0,34) que fue al comicio con la enorme desventaja de no presentar candidatura a gobernador (el PH obtuvo 5.033 votos 0,33%). Las cifras son homogéneas con los votos a gobernador e intendente de Rosario. En la elección a diputados nacionales de 1997, el PO obtuvo 11.927 votos (0,95% de ese padrón) y el MST, con el apoyo de la CPL, 8.142 (0,65%) (no participaron ni el PC ni el PH).


Los votos en blanco fueron 174.000 (16,5%) para diputados provinciales, pero caen al 5,42% en la elección a gobernador. A sólo 24 horas de la elección, es difícil hacer una apreciación política exacta de esta tendencia (en la elección del ‘97 los votos en blanco llegaron al 22%).