Cómo los pulpos automotrices saquean al fisco
20.000 millones de dólares de subsidios a la exportación y a la importación
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Los planteamientos de Macri en Bariloche despertaron un cierto eco entre las restantes patronales automotrices. Aunque sin referirse a los acuerdos del Mercosur —del cual algunas de ellas son las grandes beneficiarías—, las terminales también encontraron motivos para atacar la política del gobierno.
Horacio Losoviz, titular de la cámara que agrupa a las terminales (Adefa), criticó “el cambio de reglas de juego para la inversión” (Clarín, 27/10), mientras que “Mercedes Benz volvió a criticar la decisión del Ejecutivo de gravar a los autos gasoleros” (El Cronista, 25/10).
La cuestión del impuesto — del 10%— a los gasoleros ´cero kilómetro´ establecido en el último ‘paquetazo´ de Roque Fernández, se ha convertido en uno de los principales motivos de choque entre las terminales y el gobierno. Sucede que “la mayoría de las terminales está desarrollando en forma agresiva programas de inversión para incrementar la oferta de unidades gasoleras” (El Economista, 30/8). Para algunas terminales, “las ventas de estos vehículos representan el 40% del total”… con el agravante de que no pueden ser exportados al Brasil (ya que allí está prohibida la fabricación de autos propulsados por gas oil). Las patronales automotrices también protestan por la reducción de los reembolsos a las exportaciones y la suspensión del subsidio del 10% que gozaban los bienes de capital de producción nacional (entre los que se consideran a los camiones), también establecidos en el ‘paquetazo´ de Fernández.
Las terminales estiman que a causa de estas medidas, la venta de camiones caerá en un 30% y la de automóviles en un 10% (ídem). En consecuencia, en 1996 la producción podría caer por debajo de los niveles de 1995, cuando “el mercado sufrió una caída del orden del 40%” (ídem). A esto hay que agregarle que, después de haber marcado un récord en julio, las exportaciones de autos comenzaron a caer a partir de agosto.
Quienes ven en los reclamos dé las terminales, sino una defensa de la industria “naciónal’, cuando menos una defensa de la industria ‘radicada en el país’, olvidan que las terminales son las principales importadoras de automóviles. De los autos importados en los primeros ocho meses de este año, el 86% fue traído directamente por las fábricas; estas unidades importadas representan el 42% del mercado automotriz argentino. En otras palabras, “las fábricas se han convertido en un 58% en productoras y en un 42% en importadoras” (El Cronista, 29/10) y esto sin contar el elevadísimo componente de autopartes importadas que utilizan los autos ´nacionales’. Todo esto con el beneficio de que los aranceles que pagan son sustancialmente menores que los del resto de los importadores. En efecto, las terminales importan autos pagando el 7,4% de arancel (si se comprometen a ‘compensar’ esas importaciones con exportaciones) o el 20% (si no terminan realizando esa ‘compensación´). Los importadores particulares o comerciales deben pagar un arancel del 30%.
Salta a la vista, entonces, que la ‘crema´ del ‘negocio´ de importación y exportación de las terminales pasa por los ‘incentivos fiscales´. Un representante de los importadores calcula que el monto de estos ‘incentivos’ alcanza a 1.500 millones de dólares anuales… lo que equivale a un total de 7.500 millones desde 1992 cuando se puso en vigencia el ‘régimen automotriz´ (El Cronista, 29/ 10)… Pero como Macri importa más de lo que exporta, es uno de los mayores deudores del fisco, por la diferencia entre el 7,4% de arancel que pagó para importar y el 20% que debería pagar por no haber compensado las importaciones con exportaciones. En cambio, “las que tienen los pies en los dos países (Argentina y Brasil) pueden compensar importaciones exportando a sus hermanas brasileñas, pero las que no tienen hermanas en nuestro socio del Mercosur se encuentran con que tienen que penetrar en Brasil o en cualquier otro mercado del mundo, con productos y precios competitivos, que no siempre disponen” (El Cronista, 29/10).
Al saqueo fiscal hay que agregarle el incremento de la deuda externa, que implica la importación de unos 120.000 vehículos anuales a un costo promedio de 20.000 dólares cada uno: nada menos que 2.400 millones de dólares por año. Es evidente el mecanismo parasitario que ha engordado los superbeneficios de las terminales automotrices, presentadas como el ‘mascaron de proa´ de la ‘modernización industrial´ menemista.