Políticas

20/11/2003|826

Comunas: ¿qué comunas?

El 1° de octubre pasado, unas 100 personas se concentraron frente a la Legislatura para reclamar – con un “tortazo” – la implementación de las comunas establecidas en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.


La cantidad de agrupaciones que integran el conglomerado “pro-comunas” es un poco menor que la cantidad de personas que forman parte de este reclamo; también agrupa planteos y experiencias hasta opuestas, incluso medran – para volver a acomodarse en las “comunas” – viejos punteros barriales desplazados. En el Cevepar, por ejemplo – una de las agrupaciones más activas – está el ex director de un CGP del gobierno delarruista.


La acción que llevan adelante la mayoría de estas agrupaciones consiste, sobre todo, en pasillear la Legislatura. En general esto no lleva a ninguna parte – ¡el tortazo fue para conmemorar los 2 años de vencimiento de los plazos legales para implementar las comunas!- o termina en el apoyo – cuando no empieza así – a algún proyecto oficial.


Comunas truchas


Los proyectos sobre comunas hoy en danza en la Legislatura muestran que el objetivo – común – es, en todo caso, legislar el funcionamiento actual de los CGP transformados en “comunas”.


Los CGP funcionan de manera tal que con la “participación vecinal” el que decide es el jefe de Gobierno de la Ciudad. El “presupuesto participativo” – uno de los puntales de la “participación” – es una ficción. Por ejemplo, en el CGP 14 Oeste participaron, sumando todas las instancias (o sea, incluyen a todo el que fue una vez, vio que era una porquería, y no volvió más), según informe de las autoridades, unas 700 personas sobre las 200 mil de su área en todo el año. Por otra parte, estas reuniones, al ser consultivas, proponen un a serie de “prioridades presupuestarias” sobre las cuales luego decide el gobierno. Este año, por ejemplo, se propuso desalojar al Canal 9 de los terrenos que usurpa en la zona llamada “Nuevo Colegiales”, y el delegado del gobierno opina que “no se puede”, es decir, que no lo cumplirá (ni está “obligado por ley” a hacerlo).


Los “consejos” de todo tipo que funcionan en los CGPs son también consultivos y tienen un régimen de reunión mensual, con lo cual en general no intervienen sobre nada. En su momento – al inicio de la experiencia cgpista – tuvimos que renunciar a integrar estos consejos porque “no se puede como Partido Obrero”. Los partidos se llaman, por ejemplo, “El patio de los vecinos”. Además, por el mecanismo de aceptación de los miembros de los consejos, los integran una cantidad de agrupaciones fantasma pero que cumplen con todos los requisitos. En Palermo, uno de los miembros destacados es un inmobiliario, colaborador de la Policía, que cuenta con un local, una personería jurídica y demás, aunque no haya un solo miembro de su “agrupación”. Estas condiciones de ingreso se siguen manteniendo en los proyectos que circulan.


Desde la inclusión de los artículos sobre comunas en la Constitución, hicimos el Argentinazo, del cual surgieron las asambleas populares en los barrios. Las comunas planteadas por los proyectos mayoritarios son la antítesis de las asambleas. A las asambleas las integran todo el que quiera, con la excepción de agentes de la policía y/o del gobierno. Se reúnen todas las semanas como mínimo, o las veces que requiera resolver un problema. No hay una separación de poderes, todos opinan, resuelven y ejecutan. No hay mandatos irrevocables.


Un proyecto de ley de comunas hoy tiene que tener a la asamblea como centro de decisión y ejecución. En el momento del auge de las asambleas, no funcionaban como una agrupación barrial más (como se plantea en el proyecto de ley más “benevolente”). Las agrupaciones barriales de lucha concurrían a las asambleas con sus planteos y reivindicaciones para unificar y extender sus reclamos: los desocupados, los defensores de las tierras públicas, los estudiantes secundarios, los sin techo… La asamblea resolvía un curso de acción común y se transformaba así en la auténtica representación del barrio.


No se trata de reclamar a la Legislatura la implementación ya de la ley sin impugnar los proyectos regimentadores en danza. Para las asambleas puede resultar un tiro por la culata: surgimos con el “que se vayan todos” …¿y hoy le vamos a pedir a los todos que se quedaron que nos echen a nosotros? Elaboremos un proyecto comunal asambleario que signifique un paso adelante en nuestra organización. En Palermo-Colegiales comenzaremos a debatir esta cuestión en el ámbito de las asambleas que estamos luchando en defensa de las tierras públicas de “Nuevo Colegiales”.