Políticas

29/5/2021

escándalo

Con 15.000 contagios diarios en la provincia de Buenos Aires, se patinan 46.000 millones de pesos

Las “minigobernaciones” truchas de Kicillof.

Foto de archivo

En la misma semana que la provincia de Buenos Aires trepó a 15.000 contagios diarios con una ocupación de camas de terapia del 77% promedio, Kicillof aceleró las licitaciones para construir las “minigobernaciones” en los 134 municipios bonaerenses. El valor de estos edificios va de 146 a 180 millones de pesos (cada uno) con una “inversión” de 12 mil millones para este año hasta totalizar un gasto de 46 mil millones de pesos en los años subsiguientes. El levantamiento del “confinamiento” anunciado por el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, agiganta el contraste entre estas sumas millonarias, y la catástrofe sanitaria en pleno pico ascendente de la segunda ola.

Estas “minigobernaciones” de Kicillof forman parte del despliegue territorial del kirchnerismo con vista a las elecciones legislativas, para untar a intendentes propios y esmerilar a competidores en la previa de la “lapicera electoral”. Si bien la derecha aparece encabezando demagógicamente el rechazo, y Juntos por el Cambio presentó un “pedido de informes” en la cámara de senadores bonaerense, el pataleo es pura espuma. El Frente de Todos había incluido las 134 “Casas de la Provincia”, de las que se exceptúa a la ciudad de La Plata, en el presupuesto de ajuste 2021 pactado con la oposición derechista en la legislatura bonaerense, y votado por todos los bloques salvo el Frente de Izquierda.

El “sello de gestión” trucho del trío Kicillof- Máximo-Massa apunta también a la interna del Partido Justicialista y contra los intendentes “rebeldes” que mantienen formalmente las riendas del peronismo provincial hasta fin de año. Máximo Kirchner y el kirchnerismo tendrán que afrontar las elecciones de “medio término” sin haber podido imponer la asunción del jefe de la Cámpora al frente del PJ bonaerense. Estos enclaves kirchneristas van en paralelo con otro despliegue, el de Sergio Berni, un cristinista con ambiciones propias, quien se valió del aparato de la Bonaerense para deglutirse a las “policías comunales” controladas por los intendentes.

El creciente protagonismo de Massa, subido al “tren sanitario” de Kicillof que recorrerá distintas localidades para “hisopar” y “vacunar contra la gripe”, forma parte de esta disputa territorial en la estratégica provincia de Buenos Aires. El presidente de la Cámara de Diputados no oculta sus ambiciones de ser el “nuevo Alberto” de los Kirchner y está tejiendo su propia alianza con el kirchnerismo. Está por verse qué sucede con la candidatura de Scioli, otro derechista abocado a reconstruir el aparato del PJ provincial .

Con el rechazo de Consenso Federal a las “casas de Kicillof”, Roberto Lavagna también mete las uñas en la interna del peronismo provincial. Su aliado Randazzo, promotor de la reforma laboral, hizo pública la intención de resucitar la “vereda del medio” agrupando a la “disidencia” del PJ bonaerense, y de ser posible a la “pata peronista” de Juntos por el Cambio si esta queda huérfana de una candidatura “competitiva” con Vidal.

Kicillof copió una estructura similar montada en el 2014 y 2015 por el macrismo en el territorio bonaerense. Curándose en salud, la ministra Teresa García defendió las “Casas de la Provincia” en cada municipio “para desburocratizar la atención al vecino” oponiéndolas al “electoralismo del Pro”. Lo cierto es que los 12 mil millones en el 2021 y los 46.000 en total estarían destinados a financiar la construcción de 100 edificios nuevos pero también a “acondicionar” edificios ya existentes. Es decir, manipulación de “fondos frescos” para alinear y disciplinar a los intendentes mientras se arman las candidaturas.

Denunciamos este operativo del kirchnerismo con los recursos del Estado provincial cuando la pobreza supera el 50% en el Conurbano y el Gran Buenos Aires encabeza el ránking de desocupación. Kicillof dilapida los fondos que deben ir a los hospitales, vacunas, nombramientos de personal, construcción y refacción de escuelas, y a garantizar los equipos y conectividad para estudiantes y docentes.

Para el Frente de Izquierda Unidad el rechazo a la estafa de las “minigobernaciones”, a precio de escándalo y sujeta a negociados con la patria contratista, va unido a un programa y salida de los trabajadores: el no pago de la deuda externa y la centralización y aumento del presupuesto para salud pública. El Congreso del Frente de Izquierda Unidad, que impulsa el Partido Obrero, es una herramienta unitaria y de movilización política por una alternativa obrera y socialista, y candidaturas obreras contra los ajustadores “nacionales y populares” y “neoliberales”.