Políticas

1/6/2006|948

Con la frente marchita


"Volvimos”, dijo el Presidente el pasado 25 de Mayo.


 


¿Pero dónde estuvo él estos 33 años — desde 1973?


 


No, por supuesto, luchando contra la dictadura, ni ganando la calle contra la obediencia debida y el punto final, mucho menos contra la entrega menemista.


 


Nadie lo vio peleando para que se fuera Cavallo y para “que se vayan todos”.


 


Al contrario, hizo carrera al amparo del alfonsinismo y fue un socio privilegiado en la malversación de YPF y en la entrega de los recursos de Santa Cruz a los pulpos mineros internacionales.


 


“Volví”, se jactó, para pagarle al FMI 10.000 millones de dólares, en un país con 45% de pobres, jubilados que reciben 450 pesos y una mayoría de trabajadores que cobran por debajo de la canasta básica.


 


“Volvió” para seguir entregando el petróleo y, por sobre todo, la minería, y para armar un cerco internacional contra la nacionalización boliviana, de la mano de Zapatero-Repsol, Lula-Petrobras y Bush-Chevron.


 


“Volví”, se jactó de nuevo, para ‘recuperar’ la Plaza.


 


Pero ¿de quién sino de los luchadores que mantuvieron viva la resistencia popular cuando él sacaba fuera del país la plata que recibió por la entrega? Los jóvenes que fueron en 1973 a Plaza de Mayo aspiraban a una “patria socialista”; Kirchner quiere la “reconstrucción de la burguesía nacional”.


 


Mientras aquellos jóvenes gritaban que la represión “se va y nunca volverá”, Kirchner manda los gendarmes contra los petroleros y desocupados de Las Heras. El Partido Obrero no necesita volver porque nunca se fue.


 


Estuvimos, a diferencia de Kirchner, contra la dictadura y contra todos los que legitimaron sus atropellos bajo el ropaje de la ‘democracia’.


 


A Kirchner le ha demorado volver muchos más años que al personaje del tango, y mucho más “vencido” moral y políticamente que aquél.


 


Los trabajadores argentinos no podemos esperar nada de un plato que se ha recalentado durante tanto tiempo.