Políticas

10/11/2016|1436

Conclusiones de la lucha contra el “dietazo”


Lo primero a reivindicar en la  lucha política contra el “dietazo” es la denuncia de los decretos reservados que caracterizan a buena parte de los actos de gobierno. Por ejemplo, en la sesión del presupuesto se votaron 3.500 millones de pesos para los organismos de inteligencia, fuera de todo control, y la prórroga de los superpoderes presidenciales por 177 mil millones de pesos. Es muy claro, por la reacción defensiva de Héctor Recalde, que los presidentes de los bloques del poder sabían que este paquete se iba a presentar y lo dejaron correr discretamente. 


Pichetto, al defender el dietazo, blanqueó que todos los presidentes de bloque del Senado, lo consensuaron. Eso incluye al PJ, al FpV, al GEN y a Proyecto Sur.


 


Lucha política


 


A partir de la denuncia, se disparó un verdadero fenómeno popular de repudio. En dos días, el tema, a partir de la denuncia del Partido Obrero se colaba en la agenda política nacional. Nuestro ángulo fue contrastarlo con todas las reivindicaciones del movimiento obrero: reapertura de paritarias, aumento de emergencia a los jubilados, anulación de ganancias en los salarios de convenio, al mismo tiempo que denunciamos el ‘bono-burla’ de la CGT y la Mesa de Concertación.


 


Luego, hubo un acierto parlamentario que debe ser examinado. En nuestra reunión de bloque y equipo parlamentario desechamos hacer moción de privilegio, que hubiera servido sólo a una denuncia y pase a Comisión -es decir, a su archivo. A veces no hay otra. Pero optamos por otro camino, el de la lucha política a partir de un proyecto de resolución que presentaríamos al día siguiente: anulación de las resoluciones y del aumento de la dieta del año 2016, fin de las compensaciones económicas por pasajes no usados y reclamo de tratamiento de los proyectos sobre dietas, para que el tema formara parte de un debate público, donde cada bloque fijara posición.


 


Claro, las chances de que esto fuera siquiera tratado, no digamos ya aprobado, eran nulas porque la sesión, maniobreramente, fue convocada como especial, con temario cerrado lo cual es absurdo porque no hay nada más “ordinario” en un parlamento que el Presupuesto. Pero el combo de leyes entreguistas era de alto impacto: superpoderes y Participación Pública Privada, antes que el Presupuesto.


 


Estuvimos obligados a plantear “apartamiento del reglamento”, lo cual necesita las tres cuartas partes de los votos de la Cámara. Íbamos a perder, pero entonces era clave que quedara expuesto cada diputado y cada bloque en su posición política. Por eso cualquiera que vea la intervención, que circula ampliamente por las redes sociales, verá que advertimos de entrada que el voto debería ser nominal (identificando cada voto). Es decir, fuimos a la lucha política.


 


Crisis


 


La votación fue resultado de una crisis. Hasta poco antes, éramos seis o siete diputados los que íbamos a votar a favor del tratamiento. Pero, al ser nominal, se produjo un vuelco masivo de bloques y perdimos 112 a 104. Una victoria pírrica de Cambiemos y aliados, donde perdió aliados y hasta dos diputados. Y donde había ganado una vergüenza nacional, el dietazo.


 


En debate previo, la diputada Susana Balbo, del PRO mendocino, dijo que si comparaba su dieta de diputada con los sueldos de los ejecutivos de su empresa, los diputados tendríamos que ganar el doble. El sincericidio le valió una crisis hasta con la juventud del PRO mendocino, pero fue muy ilustrativo, despojado de la demagogia habitual de la política capitalista.


 


Balbo reconoció que los diputados de los bloques de gobierno se comparan con los ejecutivos de corporaciones y bancos para los cuales legislan: como lo revela el pacto con los fondos buitre, las rebajas de retenciones a mineras y sojeros, y los impuestos a las automotrices, el blanqueo de capitales fugados y evasores, y sigue la lista. De un pincelazo reconoció el carácter de clase de la cuestión y la función de clase de las instituciones. Esto lo habíamos puesto de relieve en muchas oportunidades, una de ellas cuando le dijimos a las cinco centrales que el Parlamento está dominado por los lobbies patronales, en oportunidad del debate por la prohibición de despidos.


 


Nuestro proyecto


 


La denuncia y la crisis política sirvieron también para propagandizar nuestro proyecto, en línea con el programa del FIT, por el cual el legislador debería ganar cuatro salarios mínimos (hoy de 7.560 pesos). Otro ángulo fue el que además permitió refrescar que los legisladores del Frente de Izquierda, en todo el país donamos el 70% (según la provincia y el monto) de nuestras dietas para los trabajadores, sus luchas y su construcción social y política.


La cuestión de atar la dieta al salario mínimo viene muy de atrás. Fue proyecto en la primera conquista legislativa del PO y de los partidos que hoy componen el FIT, cuando Altamira en la Ciudad de Buenos Aires presentó un proyecto en el año 2000 en este sentido.


 


Un golpe al régimen


 


La intervención de Macri tiene que ser caracterizada. Ordenó retroceder por razones contrarias a las nuestras: para salvar el ajuste. El incendio público de los legisladores del ajuste con un dietazo del 47,5 al 60 ciento, debilita todo un régimen, algo que posiblemente ocurra de todas maneras, pero aminoraron daños. El cinematográfico retroceso del presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, a las 3:15 de la madrugada, haciéndose cargo de la situación, tiene esa función política última. Claro, no pudo con su genio y dijo que se había “tergiversado la información”, algo que se ocupó de desmentir el mismísimo Bartolomé Mitre desde un editorial de La Nación (4/11). Si se hubiera tergiversado algo, nada hubiera vuelto atrás.


 


Massa, ausente en la votación, al igual que Stolbizer, salió a felicitarnos, y a marcar que “no es momento” y proponer que el dinero se use para comprar más patrulleros. Buena manera de diluir el alcance de la cuestión y alinearse con Macri. Más allá de la potencial inutilidad de los patrulleros, cuando las propias fuerzas de seguridad aseguran los territorios liberados, el golpe político asestado debilita a los ajustadores y refuerza el campo político de los trabajadores, y su representación política obrera y socialista.


 


Antagonismo


 


Hemos explotado una situación para desplegar una educación política y una conciencia de clase entre los trabajadores, desnudando el carácter del régimen y exponiendo un aspecto del programa de nuestro partido y del Frente de Izquierda. El episodio del ‘dietazo’ constituye un antecedente político educativo de nuestro concepto de funcionarios revocables bajo un gobierno de trabajadores.


 


Unos días antes del acto de Atlanta hemos demostrado que la única fuerza política antagónica al régimen social y político es el Frente de Izquierda. Motivo para que el acto sea de masas y saque al FIT a una acción sistemática común en el movimiento obrero y en el plano político.